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Curiosidad en algunas personas e indignación en otras,
causó el ataúd que ingresaron los hinchas de la barra brava del Cúcuta
Deportivo al estadio General Santander, durante el juego que empataron con
Envigado.
Aseguran los hinchas “motilones” que el cuerpo del
“Iguana”, como era conocido el joven, asesinado mientras jugaba fútbol en su
barrio, ingresó al estadio sin ningún problema.
"Nosotros llegamos al estadio y ni la logística o
la policía nos dijeron nada, y pudimos entrar el ataúd...la idea era entrarlo a
la planta baja, y que estuviera un rato con nosotros", comentó uno de los
líderes de esa barra.
Al parecer, el último deseo de este hincha era asistir
al estadio para “ver” por última vez al equipo que seguía domingo a domingo.
"Él era un 'pelao' que se la pasaba en el estadio
porque es hincha del Cúcuta y quisimos que se fuera viendo al Cúcuta. Además
nos dio suerte porque apenas entró, empató el Cúcuta", aseguró el hincha.
El último adiós del Cristopher Alexander Sanguino
conocido como 'Iguana', fue con el consentimiento de la familia quienes
autorizaron a sus compañeros de barra para que los acompañara en la tribuna.
"La familia de él estaba con nosotros en el
estadio y ellos dejaron que lo hiciéramos, además nadie nos dijo nada",
finalizó.
Las autoridades están investigando quiénes permitieron
el ingreso del cuerpo sin vida al estadio.
Un
punto de vista -elateneista.blogspot.com-
El viernes 25/03/2011 en la noche en una destartalada cancha de microfútbol,
tres sicarios abalearon a Cristopher Alexander un muchacho de 16 años de la
ciudadela de la Libertad, que tenía como única pasión el Cúcuta deportivo.
Su muerte sería como cualquier otra, un joven más que cae bajo las balas
asesinas del estado y su círculo paraco, si no fuera porque la barra a la que
él pertenecía, decidiera tomar venganza a su atroz muerte.
Lo tuvieron en cámara ardiente todo el sábado, cubrieron su cuerpo
maltrecho con la bandera roja y negra, y esperaron el domingo para dar el gran
golpe.
La primera idea que se les ocurrió, fue pasear el ataúd por el patio de
banderas afuera del estadio y de pronto esperar que alguno de los ídolos
motilones, se acercara para darle el último adiós al hincha fiel.
Pero enardecidos por el aguardiente, tuvieron la valentía de ir más allá, y
en masa entraron al General Santander con todo y muerto, subiéndolo a la
tribuna donde cada domingo alentaba a su equipo.
En la cancha los motilones perdían un gol por cero, en otro de los partidos
horribles que ofrecía desde hace un año el gris onceno de Juan Carlos Díez.
Los espectadores aletargados por la amargura del domingo, sintieron que
estaban presenciando una alucinación colectiva, al ver que la barra del Indio
llevaba sobre sus hombros un ataúd.
Los compañeros de la Iguana, como era conocido Cristopher por su
estrafalario corte de pelo, gritaban y lloraban a la vez, el juego era lo de
menos, ellos ya habían ganado su partido.
El sol inclemente ayudaba a descomponer el cuerpo y ya el olor empezaba a
hacerse insoportable, cuando decidieron sacarlo, justo en ese momento el equipo
de la frontera reaccionó y pudo empatarle al Envigado, uno de los amigos de la
Iguana abrió el cajón para darle un abrazo de gol al muerto.
Al otro día noticieros de todo el mundo informaban del insólito suceso. Era la
primera vez en la historia que un muerto entraba sin permiso a un estadio.
La sociedad civil volvió a sentar su voz de protesta contra estos vándalos
que han alejado con su violencia a la gente del estadio, la opinión pública dejó
en claro los valores sobre los que se cobija, decían en la esquina de todos los
barrios, que a esos hijueputas lo que hay que hacer es agarrarlos a bala,
porque en el país del sagrado corazón, la pobreza como casi todos los problemas,
se tienen que arreglar a punta de plomo.
Una de las barras bravas menos problemáticas del país es la barra del Indio,
yo he estado en esa tribuna fumando marihuana con los muchachos y he podido
constatar que son pura pasión roja y negra. Tengo un amigo que viajó a
Barranquilla con ellos y pudo constatar que en medio de todo son niños, otros
niños más víctimas de esta iniquidad de una sociedad absurda y sectaria que
discrimina a los pobres y a los negros.
Pero el domingo en medio de un partido horrible como el que sostuvieron
Cúcuta contra Envigado esos pobres, esos desarrapados, los despreciados de la
sociedad, probaron la miel de la venganza.
No tuvieron que matar a nadie, ni tuvieron que atracar a ningún ricachón,
simplemente se engavillaron y en la entrada del General Santander entraron en
tropel con el cuerpo de su amigo para que pudiera gritar el último gol antes de
descansar para siempre en el horrendo cementerio de San Luis.
Este acto heroico de la barra sirvió para que el mundo conociera la
aniquilación sistemática que le están implantando a estos niños cuyo único
delito es alentar fervorosamente a su equipo. Ni la barra del Indio ni ninguna
otra barra que entra al General son bandas delincuenciales, no tienen la malicia,
ni la organización delictiva de Disturbio Rojo (Barra del América), Angel Azul
(Millos) o los del Sur (Nacional).
En Cúcuta solo hay dos razones por las cuales la gente no ha vuelto al
estadio, una es la preocupante situación económica de la ciudad, y la otra es
el pobre desempeño del equipo, acá las barras por mas canticos argentinoides
que canten siguen siendo pacíficas, ingenuas.
Sin embargo los que viven en el valle, los que no tienen que padecer la
incomodidad de ser un excluido respiraron aliviados porque los paracos habían
extirpado otra mala semilla y el domingo se escandalizaron al ver como esos
bandidos profanaban el estadio haciendo entrar a un muerto.
Para mí en cambio fue un acto de amor hacia la amistad, hacia el futbol,
poesía pura de esa misma que se dejó de ver en el campo de juego.
Para todos sus amigos la Iguana resucitará los domingos cada vez que el Cúcuta
Deportivo convierta un gol. Ese rugido atronador será el grito de Cristopher.
Algo sorprendente
Según el coronel Alvaro Pico comandante
de la Policía Nacional de Cúcuta, reconoció que esta fue sorprendida con la entrada al estadio
General Santander del cadáver de un menor de edad en un ataúd por
los seguidores de la barra del Indio burlando todos los controles.
Fue una situación verdaderamente insólita y
sorprendente, que llevó a reunir a la policía para analizar cómo deben
controlar este tipo de actividades, que no se tenía prevista.
El oficial dijo que los militantes de esa barra brava
tenía prohibido su ingreso en el estadio, por hechos violentos que ya habían
provocado.
Al estadio de Cúcuta, solo entran mayores de edad, sin
ningún tipo de trompetas, o palos y mucho menos armas.
Se analizó que de una manera concertada algunos hinchas de esta
barra que estaban dentro, tenían todo planeado con los que llegaron con el
féretro en el momento en el que se abrieron las puertas del
estadio para la salida de la gente. Porque esto pasó en los últimos minutos del
partido.
Hubo, "sin lugar a dudas", un descuido por
parte de los agentes destacados para la seguridad en el estadio.
Los lograron sorprender. Nunca se imaginaron que algo
así iba a pasar. Por eso analizaron el tema y tomaron medidas. Lo que sí concluyeron
es que con este tipo de hechos, cada día aprende más la policía.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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