Ernesto
Collazos Serrano
Quiero ofrecer, más que a la comunidad, orden religiosa
de los Padres de las Escuelas Pías, a todas las personas que se ocuparon de
hacer posible esta realidad hoy sexagenaria colegio Calasanz de Cúcuta.
Homenaje póstumo también a los dos primeros escolapios
que llegaron a Cúcuta y cuyo pasaje o tiquete de viaje se los dio el Espíritu
Santo y no ninguna fuerza o persona humana puesto que según las disposiciones
gubernamentales debían viajar a Ocaña que era para donde estaban destinados.
Ellos fueron el padre Mario Fernández y el hermano
Antolín, así como al primer rector fundador, reverendo padre Miguel López
Salmerón, (fallecido tempranamente en ejercicio de su ministerio apostólico y
de quien no se sabe dónde están sus restos); Al segundo rector, reverendo padre
Miguel García, al continuador de la obra, reverendo padre Gonzalo Díaz, al
igual que al padre Leonardo Ordaz, también a los reverendos padres, Tomas
Sainz, Rafael Peña, padre Otilio, padre Eugenio Cano y muchísimos más que
harían interminable esta crónica.
El colegio Calasanz de Cúcuta, es obra exclusiva del
Espíritu Santo, lo cual reitero y ratifico puesto que humanamente no era
proyecto de nadie, ni del gobierno, ni de la clase política, ni del pujante
comercio (especialmente de ‘paisas’, valga decir, antioqueños de pura cepa y pereiranos)
en fin... de ninguna criatura humana, ni de posibilidades y, todo lo contrario,
humanamente era imposible.
En efecto, el Ministro de Gobierno (habiendo iniciado
gestiones desde cuando se desempeñó como Ministro de Educación), doctor Lucio
Pabón Núñez, ocañero (valga decir de la provincia, nacido en Convención y
criado en Villa Caro), gestionó, dados sus extraordinarios vínculos con España,
su gobierno civil y las autoridades eclesiásticas, la prestación del servicio
educativo de la Comunidad de las Escuelas Pías, fundadas por San José de
Calasanz (el santo perseguido hasta por sus propios hijos, como ocurrió con San
Francisco de Asís), para que regentaran el colegio Caro de Ocaña, y dado su
extraordinario poder en el gobierno nacional, pidió la designación de escolapios
para ese colegio y destinó los recursos presupuestales para que a través de la gobernación
de Norte de Santander que estaba a cargo de un extraordinario discípulo suyo el
Doctor Gonzalo Rivera Laguado, se suscribiera el convenio y se designaran con
recursos propios de la nación, los escolapios para que fueran designados a ese colegio.
El padre Daniel Jordán Contreras párroco de la iglesia
San José de Cúcuta y vicario general del obispo de Nueva Pamplona, había sido
“enemigo” de permitir la llegada de comunidades religiosas a ésta vicaría, fue
el inexplicablemente escogido por el Espíritu Santo para esta fundación
Calasancia en Cúcuta.
Tenía entonces el padre Jordán, instalados en Cúcuta a
dos extraordinarios artistas españoles para el embellecimiento del templo
parroquial y la dotación de espléndidas imágenes para el culto de Semana Santa
y otras actividades litúrgicas, quienes habían sido educados por los padres
escolapios en Madrid y La Coruña y por la comunicación que tenían con los
escolapios en Colombia, en Bogotá y Medellín, interesaron al padre Jordán, y
eso produjo el milagro de atracción del párroco y la distracción del proyecto
para que no se realizara como quería el doctor Pabón Núñez (su adversario
político, pese a ser del mismo partido) en Ocaña sino en Cúcuta.
Los dos frailes escolapios, padre Mario y hermano
Antolín llegaron el domingo primero de noviembre de 1953, fiesta de guarda
doble, día del Señor y de Todos los Santos.
En esa época el viaje Bogotá - Cúcuta era
terriblemente pesado, se hacía en dos días: Bogotá - Málaga, Málaga- Cúcuta, o
sea que los dos clérigos que seguramente jamás habían realizado un viaje como
este (en carro, claro que habían venido en barco desde España) llegaron
atolondrados, desechos, con sotana negra y con el insoportable calor de la
ciudad.
Es rara, rarísima la modalidad de su arribo y quien
los recibió y redujo en “amable secuestro” a los dos despistados frailes escolapios
fuera el padre Jordán quien disponía a su antojo lo relativo a la educación, a
la moral y todo, absolutamente todo; solo cuatro años atrás no había permitido
la vinculación de los padres agustinos (inclusive promovió una asonada contra
ellos y tuvieron que abandonar la ciudad); por si fuera poco, era durísimo
contradictor del doctor Pabón Núñez pues era el más caracterizado laureanista,
mientras que el ministro era Ospinista y era él quien había convenido la
llegada a Ocaña de los escolapios, no a Cúcuta.
Llegados a Cúcuta y encerrados en la casa cural de San
José (avenida cuarta entre calles 10 y 11, amplísima construcción que era
apenas un apéndice de la mucha más inmensa casa de la curia, la cual colindaba
por el occidente con la avenida quinta desde el templo, sur con la calle 11
desde la avenida cuarta hasta la avenida quinta, con el oriente con la avenida cuarta).
Allí estuvieron prácticamente “secuestrados”,
¿secuestrados? sí, pero muy bien atendidos (no torturados) quizás la única
tortura que soportaron estos dos piscos chapetones (para colmo de males
“gallegos” es decir equivalente a nuestros pastusos) fue el tener que bañarse
el cuerpo 2 y hasta 3 veces en el día, ellos lo hacían ordinariamente una vez
cada quince días, y su improvisado vestuario fue tremenda y rápidamente
mejorado, de calzoncillos en adelante, incluyendo hermosas sotanas blancas o
mejor hábito escolapio, perfectamente confeccionado por alguna de las ilustres
damas de la ciudad.
Mientras los clérigos estaban “secuestrados” en gran
estrategia, la persona que Dios escogió como instrumento para la fundación del colegio
Calasanz Cúcuta, el padre Jordán, llamó a dos de sus mejores amigos, los
doctores Luis Enrique Conde Girón y Miguel García Herreros Unda y les vendió la
idea del Colegio Calasanz en la ciudad, aprovechando las antiguas instalaciones
de la extinguida Escuela Industrial calle 13 entre avenidas quinta y sexta,
donde funciona hoy el colegio San José; esa casa deteriorada, abandonada por
años fue acondicionada por maestros y obreros del padre Jordán.
Fue tan hábil la estrategia del padre Jordán que se
valió de la afinidad que tenía el doctor García Herreros con el gobierno de las
Fuerzas Armadas (el Presidente era el Excelentísimo Señor Teniente General
Gustavo Rojas Pinilla) y movilizó a favor de la Fundación Calasancia al gobernador
doctor Gonzalo Rivera Laguado, al alcalde don Isidoro Duplat, y la idea se
esparció por la ciudad, el milagro del Espíritu Santo para que los hijos de San
José de Calasanz se quedaran en Cúcuta, que conservadores laureanitas y ospinitas,
liberales oficialistas y disidentes (estos últimos dirigidos por Alfonso Lara
Hernández), es decir adversarios acérrimos concurrieron con entusiasmo en la
feliz idea de hacer realidad el colegio Calasanz.
Creo que jamás hubo movilización ciudadana de tan
inusitada convergencia: concurrieron los gobernantes, los políticos de los dos
partidos y de las divisiones de estos, del comercio y obviamente la iglesia que
por medio del padre Jordán fue la gestora.
Hombres ilustrísimos nortesantandereanos y colombianos
de otras regiones, y extranjeros, concurrieron para realizar la instalación del
colegio Calasanz, el principal de ellos, dolorosamente olvidado es el del padre
Daniel Jordán Contreras; también, de las dos primeras personas que colaboraron
los doctores Conde Girón y García Herreros Unda (el primero de ellos sirvió ad
honorem la Cátedra Bolivariana e Instituciones por muchos años).
Motores que impulsaron y dieron conclusión al colegio,
además los doctores Carlos Humberto Yáñez Peñaranda (con notoria acción de su
esposa doña Susana Carvajal de Yáñez), José Antonio Rubio (el principal
cooperador en la construcción de la sede propia, Dios bendiga sus buenas obras
que fueron muchísimas, materiales, obreros, aportes económicos en fin fue el
gestor de esa estupenda sede de la institución), Gonzalo Rivera Laguado, los señores
Botero (gerente de Coltejer) Luis Parra Bolívar (director del Diario de La Frontera),
Doctor Rafael Lamus Girón, don Juan Pabón; los ciudadanos españoles Arguijo,
Monturiol, Fernández de las Heras, en fin es interminable la lista de
contribuyentes a esta feliz fundación del colegio Calasanz que inició labores
académicas en febrero de 1954: es decir, se conmemoran sesenta años de servicio
educativo a Cúcuta.
El milagro proporcionado por el Espíritu Santo unió a
todo el mundo, y hoy es además colegio mixto, valga decir, que hay varias
promociones de ambos géneros y la gran mayoría de egresados (graduados o no de
bachilleres) somos todos personas útiles a la sociedad; las estadísticas
muestran desde las primeras promociones un acentuado porcentaje de
profesionales con títulos universitarios, posgrados y excelencias de academia
(algunos profesores de gran estima y prestigio en la Pontificia Universidad
Javeriana), como los doctores Gerardo Moncada y Uribe (no recuerdo el nombre) y
en otras universidades que por el trascurso del tiempo y la lejanía solo
ocasionalmente los escucho.
En todos los campos han sobresalido alumnos quienes
como Germán González Blanco conocido futbolista, hasta de la Selección
Colombia, se le atribuye el mote de ‘Burrito’ González quien estuvo con
nosotros los de la promoción 1965 hasta el tercer año de bachillerato (hoy
octavo).
Los bachilleres de las primeras promociones, fueron
todos muy importantes.
Entre los más ilustres calasancios están el ingeniero
químico Alfredo Yañez Carvajal quien fue gobernador de Norte de Santander en la
administración López Michelsen, el ingeniero civil Alberto Ramírez Moros,
alcalde de Cúcuta en la administración Yáñez Carvajal, el arquitecto Adip Numa
Hernández, director general del Instituto Colombiano de Construcciones
Escolares, el abogado Alberto Santaella Ayala, director ejecutivo de la Cámara
de Comercio de Cúcuta entre otros cargos y faltan muchísimos más de las
primeras promociones, y todos los de las siguientes y más aún de las nuevas,
por falta de la debida información.
Nunca se sostuvo una gaceta, un boletín, ni nada por
el estilo que nos permitiera decir y conocer toda la verdadera historia de tan
brillante institución, que por más las nuevas y actuales directivas desconocen
totalmente según lo que he visto escrito con ocasión del sexagésimo
aniversario.
El posicionamiento en la excelencia educativa ha
mantenido el proyecto educativo del Calasanz Cúcuta siempre en lugar de
honor. Antes que se implantaran las pruebas Icfes ya el Calasanz Cúcuta era
sobresaliente.
La primera promoción de Bachilleres en 1960 “Los Trece
de la Fama”, (fueron trece los graduandos) todos estupendos ciudadanos casi
todos profesionales y brilló con mayor luz entre ellos Carlos Humberto Yáñez
Carvajal declarado “Príncipe Estudiante”, a lo mejor el único colombiano que
alcanzó ese honor.
El 19 de noviembre de 1960, en el teatro Zulima, se realizó la
ceremonia de graduación de la primera promoción del Calasanz: Carlos H. Yáñez Carvajal,
Guillermo Vanegas Ramírez,
Carlos Arturo Pérez Beltrán, Mario Jácome Sagra, Alejandro Colmenares Camperos, Rodolfo Melo Zapata, Adip
Numa Hernández, Luis Carlos Flórez Mosquera, Gustavo Mattos, Luis Alejandro
Bustos Soto, Juan José Celis
Carrillo, Guillermo Londoño Ramírez.
En la foto no aparece Jesús Méndez Zambrano.
La promoción 1963 la más recordada de las antiguas se
distinguió por su capacidad de emprendimiento; aquella a la cual pertenezco
(1965) obtuvo los dos mejores bachilleres “Coltejer” de Norte de Santander,
Edilberto Monsalvo Sánchez y Alvaro Villalobos Salazar, este último además
galardonado como “el Mejor Bachiller Coltejer de Colombia”.
¿Cómo se demuestra el “Milagro” atribuible al Espíritu
Santo? (excúsese que se repita al cansancio) quien solo admitió ayuda de la
Santísima Virgen María, de San José y del otro José de Calasanz, fue patético
por unir fuerzas disimiles e inconexas en la ciudad de Cúcuta, políticos
irreconciliables, comerciantes que solo motivaba el padre Jordán, de españoles
y hasta el sirio libanes que olvidaba entre los genitores don Azis Abrajim, y
fue posible, y es motivo de inconmensurable satisfacción llegar a los 60 años y
estar abroquelado para durar 100 años y muchos más.
¿Y los ocañeros se quedaron callados con este
“Descarado Hurto”?
Sí… el Espíritu Santo hace todo posible.
El señor obispo de Santa Marta a cuya jurisdicción eclesiástica
perteneció Ocaña hasta su erección en diócesis, logró el advenimiento de dos
importantes órdenes religiosas, los padres de la Compañía de Jesús (Jesuitas) y
los de San Juan Eudes (Eudistas), no solo para dirigir el colegio Caro, sino
para una obra misional mucho más profunda que dio crecimiento a esa iglesia
particular, con lo cual no se dieron cuenta de no haber llegado los escolapios,
y su promotor de la traída para Ocaña, el doctor Lucio Pabón Núñez con su
preclara inteligencia, cuando supo del “zarpazo”, tuvo que quedarse callado
puesto que no le convenía para sus intereses futuros ninguna bravuconada.
En síntesis como enseña el ex-presidente Manuel
Marroquín, “es flaca sobremanera toda humana previsión, pues en más de una
ocasión… sale lo que no se espera”, y los escolapios destinados a Ocaña están
vivos en Cúcuta.
La actual rectora, excelente directiva docente de
quien no recuerdo su nombre, ni he conversado con ella, me atropella la
tecnología y parece que así es que se comunica; las directivas están
actualmente en laicos, bien distinto de nuestra época, de quien conozco lo más
importante, sus ejecutorias. Hizo ella esta pregunta: ¿Qué debe usted al colegio
Calasanz?
He aquí mi respuesta: -Este, su antiguo alumno, responde
que le debe todo al colegio Calasanz ¡Y todo es todo!
Una de las muchas gracias que Dios me ha concedido es
la de haber logrado cursar el bachillerato en el mejor colegio de la ciudad, el
Calasanz; meta que parecía imposible pues la carencia de padres y la extremada
pobreza me obligaron en la adolescencia a renunciar al estudio y salirle “al
astro”, trabajé de los 13 a los 17 años, y me fue concedida por la Providencia
ingresar a cursar los cuatro años de bachillerato que creía jamás podría
cursar.
Conmigo los padres escolapios de verdad fueron
piadosos, misericordiosos, (de verdad de Escuelas Pías) estudié en extra edad
sin que mucho se percibiera y logré el título de bachiller que me permitió los
estudios superiores y el doctorado en Derecho, pero más que títulos y honores,
una formación integral que me ha permitido ser persona de bien y ser como lo
enseña el buen Jesús de Nazaret, servidor eficaz y oportuno, arropado con el manto
de María Auxiliadora, cuya devoción preservo desde niño.
¡“Las campanas repican vibrantes
Calasanz golpeando en su honor y los cirios
ofrecen temblantes,
en tu Altar un poema de amor”!
gloria y honor, gloria y amor a Calasanz…
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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