La Opinión
Ferrocarril de Cúcuta.
El año 38 del siglo XX fue un año particularmente movido en temas de política de todo orden, municipal, departamental y nacional.
Fueron presentados, debatidos y en algunos casos aprobados, proyectos de Acuerdos, de Ordenanzas y de Ley en sus respectivos organismos locales, regionales y nacionales, todos en búsqueda de solucionar algunos de los más apremiantes problemas que por aquellos tiempos agobiaban a la ciudad y al departamento.
En el año en mención, la mayor preocupación de los funcionarios del municipio era la construcción del Palacio Municipal, pues habían decidido que el viejo local que ocupaba en una de las esquinas del centro de la ciudad no era el más apropiado, razón por la que decidieron que lo más práctico era levantarlo frente al parque principal y tal como lo mandaban las Leyes de Indias, sólo que hasta ahora decidían aplicarlo, algo así, como cuatrocientos años después, pues según las “Ordenanzas Filipinas de Poblaciones de 1573, cuando se erigía una población, debía ubicarse, la Plaza Mayor en el centro y que a su alrededor se debían construir los edificios que simbolizaban el poder, el cabildo, la casa de gobierno, el palacio de justicia y la iglesia, de acuerdo con la “categoría” del poblado”.
En esta ocasión y por iniciativa del ejecutivo municipal con su Alcalde a la cabeza, el periodista Montegranario Sánchez y el Inspector Fiscal de Rentas, Julio César Pernía, decidieron presentar a consideración del Honorable Concejo de Cúcuta el proyecto de Acuerdo por el cual se rescindía el contrato de arrendamiento del tranvía, se ordenaba su venta y se destinaba el producido de su venta a la construcción del Palacio Municipal.
El proyecto de Acuerdo, presentado en la primera sesión de ese año, establecía según lo consignado en sus cinco artículos, lo siguiente: “Artículo 1°. Autorízase al Personero para rescindir el contrato con la compañía del Ferrocarril de Cúcuta, sobre el arrendamiento del Tranvía Municipal.
Artículo 2°. Una vez rescindido el contrato de arrendamiento con la Compañía del Ferrocarril de Cúcuta, procédase a la venta del Tranvía Municipal y sus anexidades, de acuerdo con los artículos 200 de la Ley 4 de 1913 y 12 de la Ley 71 de 1916.
Artículo 3°. El Tranvía Municipal podrá venderse por partes si no hubiere comprador por el todo.
Artículo 4°. El producido de la venta del Tranvía Municipal será destinado exclusivamente a la construcción del Palacio Municipal.
Artículo 5°. Este Acuerdo regirá desde su sanción”.
Como en todo proyecto que se presenta ante las instancias legislativas, éstos deben acompañarse de su respectiva exposición de motivos, a continuación, se anexa la proclama mediante la cual, Alcalde y su Inspector Fiscal de Rentas, facilitaban los argumentos necesarios que convenciera a los “padres del municipio” para que le dieran su aprobación a tan necesario –en este momento- proyecto:
[…] “Honorables Concejales, a vuestra consideración sometemos el Proyecto de Acuerdo que ordena la venta del Tranvía y destina su producido a la construcción del Palacio Municipal. No se recata a vuestra inteligencia la importancia que tiene la construcción del Palacio Municipal, ni el orgullo y la prez de que podríais hacer gala dejando esta obra concluida durante vuestro periodo legal.
De manera informal ha calculado el doctor Maldonado Lázaro, contratista de los planos, en $200.000, el valor total de la construcción del edificio; y nosotros contaríamos con fondos propios insuficientes para llevar la obra a un estado de aliento y entusiasmo sin recurrir al compromiso.
Tampoco es un secreto para nadie que el Tranvía Municipal es un detalle en la ciudad que causa la peor impresión en el ánimo de turistas, de viajeros y de visitantes.
Nosotros hemos visitado los distintos ramales del tranvía, constatado el número de rieles y calculado la cantidad de polines, y según nuestro criterio podrían aprovecharse 250 toneladas de rieles y 3.500 polines con un producido por su venta de $40.000, con mercado fácil, ya que respecto a rieles estarían interesados, el gobierno nacional, el Gran Ferrocarril del Táchira y posiblemente la Colombian Petroleum Company.
De acuerdo con la Ordenanza 3 de 1937, el Municipio recibirá del Departamento como contribución para la obra, la suma de $40.000 y si tenemos en cuenta la actividad que estamos desplegando respecto a impuestos y la reorganización que le estamos dando a los sistemas rentísticos y no fallan nuestras esperanzas en relación con el interés y el dinamismo del señor Tesorero Municipal y su obligación de hacer uso de la jurisdicción coactiva para el rápido recaudo, no es aventurado creer que en el presupuesto de la próxima vigencia podríamos apropiar una partida de $40.000 para la construcción del Palacio Municipal.
Para entonces tendríamos los siguientes rubros: Producido de rieles y polines: $40.000. Contribución del Departamento: $40.000. Suma apropiada en la vigencia de 1939: $40.000; suman $120.000.
Nos quedarían para incluir el edificio. El valor de la venta del material rodante del tranvía. El aumento del auxilio departamental, que hasta hoy es irrisorio para tan magna obra, los arrendamientos de locales a particulares y la economía en arrendamientos de las oficinas públicas, pues para esa época y con estos fondos tendríamos el edificio en estado de producción.
Hemos hecho hasta alarde y ostentación de nuestro esfuerzo nada más. No hemos tenido en cuenta el interés de nuestros congresistas al respecto y como resultado de ese interés, el auxilio nacional para obra de tanta importancia y de tan vasta trascendencia.
Si algo se lograse, podría aplicarse el ensanche con otro piso, para lo cual están concluidas las bases en los planos del doctor Maldonado Lázaro o para la construcción del teatro municipal, adyacente al edificio y que contempla también el ingeniero constructor en sus planos”.
El proyecto
de Acuerdo fue finalmente aprobado, y los recursos, aunque tardaron más de
cuenta en conseguirse, lograron su propósito original, pues no sólo se
construyó el Palacio –con sus locales comerciales-, sino que alcanzaron los
recursos para el teatro municipal, aunque buena falta haría hoy un sistema de
transporte masivo como el tranvía, uno de los primeros del país.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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