Comenzaba pues, una titánica tarea en bien de la región con serios y claros principios liberales. Y para recordar este esfuerzo, qué mejor que dedicarle unas líneas a la que se podría denominar la joya de la corona para la época de esta incipiente empresa: El Linotipo.
Esta máquina americana fue el piñón fundamental en el engranaje del periódico y dejó una huella imborrable en la historia de estos primeros cincuenta años de La Opinión.
Inventada por el inmigrante alemán Ottmar Mergenthaler en 1884, ésta que se podría llamar un computador mecánico, permitía que su operario tecleara más de 20.000 caracteres ordenados en una hora.
El linotipista se sentaba frente al teclado, componía el texto línea por línea, o renglón por renglón, la máquina la fundía y de manera sincronizada, un brazo bajaba para subir las matrices al depósito por intermedio de un riel en forma de prisma con las claves que coincidían con las de las letras, las cuales caían por inercia respectivamente en cada uno de los 90 canales, o sea que se configuraba un círculo vicioso donde por más que se escribiera, las letras no se agotaban.
El Linotipo tenía un crisol que había que alimentarlo con barras de una aleación de plomo, estaño y antimonio a unos 360 grados de temperatura para producir los lingotes con las líneas de texto grabadas en su lomo.
Linotipo y periódico por aquella época eran sinónimos; donde quiera que hubiera semejante máquina, había una publicación periódica. Tener algo de cultura general, buena ortografía y sentido común, identificaban a la mayoría de los linotipistas que también eran errantes, ganaban un buen merecido salario, pero no duraban en ninguna parte, además de bohemios, su trabajo se regía sólo por la oferta del mejor postor; eran los “chachos”, que a veces abusaban de sus cualidades para “chalequear” y daban rienda suelta a irresponsabilidades que las empresas debían soportar por la carencia o la inexistencia de mano de obra calificada para manejar este cerebro mecánico.
Sin embargo, y a pesar de todo, el operario del Linotipo cumplió una tarea edificante en el desenvolvimiento de la empresa. Por aquí pasaron personajes de grata y menos grata recordación. Panamá, Perú y Ecuador tuvieron su cuota al igual que los antioqueños, costeños, bogotanos, vallunos, santandereanos, ‘cucutoches’ y por qué no, quindianos.
En los 24 años de reinado del Linotipo en esta casa periodística, se pueden recordar muchas cosas pero no alcanzaríamos a enumerarlas por cuestión de espacio, pero es bueno que los lectores jóvenes sepan que cuando funcionaba en la avenida cuarta con novena en 1960, el ejemplar tamaño tabloide de ocho páginas costaba 0.20 centavos y cinco lustros después en la misma avenida con calle 16, en tamaño universal y con 12 páginas llegó a costar 15.00 pesos oro.
En este lapso de tiempo la máquina fundidora de lingotes con texto incorporado siempre estuvo a la vanguardia, era la consentida, y no era para menos, porque si llegaba a fallar, al otro día no salía periódico.
Los personajes políticos y reinas de belleza que visitaban La Opinión, por lo regular, se hacían tomar la foto frente a la estrella mecánica.
El estrepitoso ruido de los motores de los tres artefactos en movimiento, la unisonancia de lo que parecían cascadas de matrices y el sincronizado funcionamiento de miles de piezas de manera simultánea, producían en el ambiente de trabajo rutinario una melodía que impulsaba las ganas de trabajar con ahínco en procura de terminar temprano antes de que la noche se pusiera vieja. Sólo de esta manera se podía cumplir la cita con la bohemia que esperaba, así fuera al amanecer.
Pasaban las noches, las semanas, los meses y los años y al Linotipo le seguían llegando buenas y malas noticias para levantarlas, esto era, escribirlas línea por línea hasta completar galeras de 50 centímetros de largo para abastecer la mesa de armada de las páginas.
El Linotipo en La Opinión soportó los textos de discursos y noticias de siete presidentes: Alberto Lleras, Guillermo León Valencia, Carlos Lleras, Misael Pastrana, Alfonso López, Julio César Turbay y Belisario Betancur; pero también estuvo atento con la llegada del hombre a la Luna, la guerra de Vietnam, los mundiales de fútbol, especialmente la triple corona de Brasil en México-70.
Ya en el último lustro de vida de este noble invento tipográfico, la rutina de trabajo cambió. Empezaron a llegar textos de cable de las agencias internacionales AP y AFP, lo mismo que de la Agencia Colprensa, por vía teletipo y que funcionaba con cinta perforada.
Las noticias locales también proseguían su curso: al Linotipo llegó para esa época el aterrador, escalofriante e impensable asesinato de la magistrada Perla Betty Vélez de Prada; tiempo después sobresalieron en el atril del linotipista, entre otras noticias, el terremoto de Popayán, un tres de abril de 1983; y en el mismo año, el 17 de junio, la celebración de los 250 años de San José de Cúcuta, con la presencia del presidente Belisario Betancur; la muerte del cabecilla del M-19 Jaime Bateman en accidente aéreo en agosto; el debut en Chinácota del joven torero revelación César Rincón, el 12 de octubre, lo mismo que la coronación de Susana Caldas como reina de Colombia en noviembre en Cartagena.
En el último año del Linotipo en esta casa periodística tuvo que fundir lingotes con los textos del asesinato del ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, el 30 de abril de 1984 y esperar la noche del 14 de octubre de ese año la noticia de la consecución para Colombia del Campeonato Suramericano Femenino de Baloncesto en la cancha Toto Hernández y 15 días después la dolorosa noticia internacional del asesinato de Indira Gandhi, primera ministra de la India.
Y el Linotipo se resistía a morir, pero había que innovar porque las leyes del desarrollo eran más poderosas que las normas del pasado. La Opinión tenía que dar el salto con la aplicación de nuevas tecnologías en el cronograma de producción y mejoramiento técnico y de presentación de sus páginas. De igual manera, en los últimos meses, se trabajaba paralelamente en sistema frío, y con la nueva rotativa Harris se imprimían separatas, suplementos y otras publicaciones.
No había marcha atrás, el doctor Eustorgio Colmenares Baptista dio la orden. El 21 de noviembre de 1984 se apagaron los crisoles, los linotipos no fueron más, sólo quedó la memoria de un trajinar productivo que protagonizó un pequeño ejército de linotipistas errantes, pero llenos de conocimientos que de una u otra manera contribuyeron al fortalecimiento de esta empresa que logra escalar un peldaño más en el concierto nacional porque, medio siglo de información impresa, es verdaderamente una hazaña.
Gracias, es un gran homenaje a mi padre linotipista y periodista, Daniel Seoane Calvo quien luego hiciera junto a dos colegas el primer Diccionario Técnico de las Artes Gráficas en Cuba.
ResponderEliminarhttp://books.google.es/books/about/Diccionario_t%C3%A9cnico_de_las_artes_gr%C3%A1fi.html?id=rLowAAAAYAAJ&redir_esc=y
ResponderEliminarMi madre trabajo para la jueza perla betty alguien sabe donde están los hijos ? Ya que ellos fueron amigos en esa época...
ResponderEliminarSe encuentran aún en su casa natal y en el mismo barrio al día de hoy Juan Carlos está siendo atendido por covid-19 en Cucuta Juan Carlos es dueño de de hamburguesas y comidas rápidas JuanK
EliminarSaludo. Si alguien sabe algo de Perla Betty Vélez de Prada o conoce a un conocido por favor contácteme a greeno9418@gmail.com estamos trabajando para reconstruir su historia
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