Patrocinio Ararat Díaz
La imagen corresponde a la Universidad de Pamplona. En el panorama de las IES de Norte de Santander, se muestran dos grandes universidades (La UP y la UFPS), la Seccional de Ocaña de tamaño mediano y nueve instituciones más que manejan pequeños mercados.
El panorama de hace 50 años
En Cúcuta, la Ciudad Mitrada, la provincia de Los Caro y en algunos otros municipios de Norte de Santander, había muy buenos colegios y un notable nivel académico. Buenas instalaciones y dotaciones, excelentes docentes, muy buen currículo era la constante. Pamplona se destacaba por ser llamada la ciudad estudiantil y por albergar mucho estudiante venezolano. Ocaña poseía un establecimiento bandera como el José Eusebio Caro. Y Cúcuta tenía colegios masculinos importantes de dónde escoger, como La Salle, Sagrado Corazón, Salesiano, Calazans, Andrés Bello, Nariño, Gremios Unidos, Municipal y femeninos como Bethlemitas, Santo Ángel, Santa Teresa, Politécnico del Norte, La Presentación, María Auxiliadora y Departamental. Por ello, a nivel básico, se puede señalar quizás, que la educación de entonces era una de las prioridades regionales.
Las mejores costumbres de la época eran: honrar la palabra, promover la cultura del respeto y los buenos modales y soñar con un mejor futuro. Hace media centuria, se enseñaban valores por doquier. De ahí que la cívica, la urbanidad, la ortografía, los lenguajes y la religión eran piezas fundamentales del portafolio académico y cultural.
No existía aún universidad alguna en Norte de Santander y los padres de familia tenían que hacer un gran esfuerzo para enviar a estudiar a sus hijos en universidades de Bucaramanga, Bogotá u otras ciudades del país, en aviones DC3 o por la vía de la carretera central. Sin embargo, se estaban iniciando intrépidas escaramuzas para crear las primeras instituciones de educación superior en la región.
La era de las universidades regionales
La fundación del periódico La Opinión (3 de junio de 1960) se confunde con el nacimiento de las universidades públicas en Norte de Santander. En efecto, la Universidad de Pamplona se fundó el 23 de Noviembre de 1960, como institución privada, bajo el liderazgo del Presbítero José Faría Bermúdez y abrió operaciones académicas el 5 de Abril del año siguiente. Hay quienes consideran que el Padre Faría fue solo el artífice de esta gran obra y otros que también le dan inmensos méritos a Eduardo Villamizar Lamus, el bien recordado “Chato Villamizar”.
Lo cierto es que en 1970, la Universidad de Pamplona fue convertida en Universidad Pública del orden departamental, mediante el decreto No 0553 del 5 de Agosto de 1970 y en 1971 el Ministerio de Educación Nacional la facultó para otorgar títulos profesionales según Decreto No. 1550 del 13 de Agosto.
En Cúcuta se creó en 1961 un apéndice de la Universidad de Pamplona, en donde un grupo de profesores y estudiantes se congregaban a estudiar en los espacios y salones de una vieja casa ubicada en el centro de la ciudad (Avenida 4 entre calles 13 y 14), la cual sirvió al sueño de consolidar en Cúcuta una verdadera universidad. Esos docentes y estudiantes decidieron independizarse de la Universidad de Pamplona el 12 de mayo de 1962 y resolvieron “asumir el gobierno y constituirse en Junta Directiva Provisional de la Universidad de San José de Cúcuta, Facultad de Ciencias Económicas”.
Esta heroica decisión fue secundada solidariamente por las fuerzas vivas de la sociedad cucuteña y se fortaleció un movimiento multidisciplinario con el apoyo del gobierno departamental que terminó el 5 de Julio de 1962 con la fundación de la Universidad Francisco de Paula Santander, como institución de derecho privado. En el documento de fundación se lee que la Universidad se crea “bajo el patrocinio de la ciudad de Cúcuta y a la colectividad de sus habitantes se somete la responsabilidad de su espíritu, su funcionamiento y su perdurabilidad”. Posteriormente fue reconocida por Ordenanza número 37 de 1964 y oficializada como ente de educación superior del orden departamental por medio del decreto 323 del 13 de mayo de 1970 expedido por la Gobernación del Departamento de Norte de Santander. El artífice de esta gran obra, indiscutiblemente, fue el gran rector José Luis Acero Jordán.
Aunque según escritura Nº 58 de 1958 se consagra la decisión y voluntad de creación de la Universidad Libre de Colombia Seccional Cúcuta por documento que suscribieron Diego Luis Córdoba, Presidente de la Universidad Libre de Colombia a nivel nacional y Héctor Alarcón, Presidente de la Sociedad de Artesanos Gremios Unidos y actor importante de las logias masónicas, fue solamente hasta el 15 de Diciembre de 1972 cuando la Consiliatura de la Universidad Libre acuerda ampliar la acción docente a la región.
Comienza así la gestión de desarrollo académico e institucional y cita la historia de esa Institución que “como quiera que se impartía una educación bajo los principios del radicalismo que dio origen a la constitución de 1863, las fuerzas tradicionalistas del partido conservador acaudilladas por el presbítero Daniel Jordán pretendieron intervenir el Colegio Gremios Unidos, para lo cual se inició la campaña político-religiosa que dio origen a que los hermanos masones de este oriente, solicitaran la ayuda de las logias masónicas de Bogotá que tenían influencias en la Universidad Libre”.
La Seccional de la Universidad Francisco de Paula Santander en Ocaña, zona del Catatumbo y del nororiente colombiano, nace institucionalmente el 18 de julio de 1974, a través del Acuerdo 003, como una opción de Educación Superior para los estudiantes de la Provincia de Ocaña y su zona de influencia.
Cronológicamente hablando, después vino la década de los noventas y con ella, la aparición de un buen grupo de instituciones privadas, así: la Escuela de Administración Pública, ESAP en 1992, la Fundación de Estudios Superiores de Comfanorte, FESC, el 25 de Agosto de 1993, la extensión de la Universitaria de Santander (hoy Universidad de Santander) el 14 de Noviembre de 1994, el Centro Regional de la Universidad Santo Tomás en 1995, la sede de la Universidad Antonio Nariño en 1996, la extensión de la Universidad Simón Bolívar en 1997, la Universidad de San Martín en 1998.
Posteriormente, en este siglo, se crearon la hoy extinguida Corporación Bolivariana de Educación Superior, Corbes en 2001 y la Corporación Universitaria Remington en 2007.
Características de las instituciones regionales
· I. Las ofertas académicas
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Los perfiles de las universidades públicas de Norte de Santander, en principio, estuvieron muy claros. La UFPS con orientación técnica y empresarial. La Universidad de Pamplona con inclinación hacia las licenciaturas y la Seccional de Ocaña con tendencia por las áreas verdes. Aún así, con el tiempo se perdieron esas vocaciones. Inicialmente, los perfiles de las universidades privadas se apartaron un poco del de las públicas, pero igual se diversificaron. Mirando transversalmente este panorama, se puede afirmar que muchas ofertas en el Departamento son repetitivas.
En el panorama de las IES de Norte de Santander, se muestran dos grandes universidades (La UP y la UFPS), la Seccional de Ocaña de tamaño mediano y nueve instituciones más que manejan pequeños mercados. De estas últimas, solo la FESC es de corte auténticamente regional. Las otras son instituciones que representan grandes Universidades de otras partes del país.
En la última década del siglo XX, la UFPS pasó de 18 a 26 carreras (incremento 44.4%) y la UP de 23 a 27 programas (incremento 17.4%); en cambio en la primera década del siglo XXI, la UFPS aumentó su oferta en cuatro carreras (14.8%) y la UP de 27 a 67 carreras (148.1%). Las universidades privadas no muestran un gran crecimiento con respecto al portafolio inicial con que se crearon.
El crecimiento inusitado de la Universidad de Pamplona del Siglo XXI se antoja no planeado. Pareció obedecer a la voluntad irracional de una sola persona más que a decisiones de un organismo formal de la institución. Igualmente se presume que corresponde al aumento desproporcionado de los recursos propios, probablemente basado en la cantidad de contratos cedidos sospechosamente por el Presidente de la República y la Ministra de Educación. Ante estas circunstancias, la UP creció con una tasa inmensa tanto en el presupuesto, como en el poblamiento estudiantil y docente y en las áreas físicas.
En 2008, sin embargo, apareció la institución con una grave crisis administrativa y un déficit financiero del orden de $40.000 millones, cuando los años subsiguientes se mostraban “superávits” de cerca de $10.000 millones para cada vigencia. En el último bienio, la Universidad, de manera responsable, se ha venido aclimatando y ha resuelto redimensionarse.
La oferta de los posgrados en Norte de Santander es muy pobre. La Universidad de Pamplona es la que tiene mayor representatividad y más programas académicos. La UFPS ofrece algunos programas, la mayoría en convenio y muchos de ellos, muy repetidos en el tiempo.
La oferta de las otras casas de estudio no presenta ninguna estructura.
· II. El tema de la acreditación
En varias IES de Norte de Santander se trabaja de espaldas a los procesos de acreditación. Las universidades se contentan con lo mínimo: los registros calificados, que no son más que las licencias de funcionamiento para sostener legalmente los programas académicos y poder abrir inscripciones para nuevos estudiantes.
Es cierto, todas las carreras que están en funcionamiento en las IES de Norte de Santander tienen el Registro Calificado, pero los términos de vigencia de esos Registros están venciéndose. La tarea es revisar las recomendaciones y volver a presentar las documentaciones para la correspondiente renovación. A este nivel preocupa la reciente aparición del Decreto 1295 del 20 de Abril de 2010, emanado del Ministerio de Educación Nacional por medio del cual se reglamentan los Registros Calificados de que trata la Ley 1188 de 2008 y la oferta y desarrollo de programas académicos de educación superior.
Este Decreto, así esté demandado, hace explícitas y eleva las condiciones de calidad relacionadas con la justificación, la infraestructura, el personal docente, los medios educativos y los recursos financieros para el desarrollo del programa. En esas condiciones, habrá que mejorar ostensiblemente en cada IES a fin de poder lograr la renovación de cada Registro.
En Norte de Santander, solamente cuatro de los programas académicos de la Universidad de Pamplona (Ingeniería Electrónica, Licenciatura en Educación Básica, Biotecnología e Ingeniería de Alimentos) tienen Acreditación de Alta Calidad. La UFPS es la única universidad pública del país que no tiene un solo programa académico Acreditado de Alta Calidad. Ninguna Institución de Educación Superior de Norte de Santander está Acreditada Institucionalmente. En resumen, el panorama es sombrío y estamos lejos del deber ser.
· III. De los defectos del aumento de cobertura
Indudablemente la política del aumento de la cobertura emitida nacionalmente a principios de siglo XXI, fue acertada porque las cifras de la década anterior eran preocupantes y reflejaban el atraso educativo regional y del país. Pero, ese crecimiento poblacional debió implicar un análisis racional del mercado, de las verdaderas necesidades regionales, de las oportunidades de desarrollo y de las potenciales nuevas carreras.
Aún así, debió contar también con el respaldo económico del Estado para poder, de manera consecuente, aumentar la planta física, la nómina de docentes y administrativos, los espacios y la dotación de las bibliotecas, los lugares de laboratorios y de prácticas, los centros y grupos de investigación, etc. En la Universidad de Pamplona se dieron las condiciones para el aumento de la cobertura por el mejoramiento de su situación financiera.
En cambio, la UFPS se vio rezagada en el mejoramiento de la infraestructura técnica y académica, al subir al doble la población estudiantil con el mismo aporte nacional en pesos constantes, con un número cada vez menor de docentes y con la misma infraestructura académica y administrativa. Infortunadamente, con gran preocupación se observa que las directivas no están vigilantes a las medidas de la expansión estudiantil y no se han dado cuenta de que poco a poco están ayudando a causar otro grave problema social en el mediano plazo como es la sobresaturación del mercado laboral. Si no es así ¿Cómo se explica que se hayan abierto 8 grupos de primíparos en la carrera de Administración de Empresas, 8 en Contaduría Pública y otros tantos grupos múltiples en las carreras técnicas? ¿O que haya en el último semestre de carrera 132 estudiantes en Ingeniería Civil, 97 en Ingeniería de Sistemas, 71 en Ingeniería de Minas, 93 en Biología y Química, 95 en Arquitectura y 161 en Ingeniería de Producción Agroindustrial?
La cuestión de la cobertura universitaria no es solo de cantidad. También lo es de calidad. Si no se tiene cuidado con las estrategias, es probable que se terminen enfrentando los dos términos y el remedio sea peor que la enfermedad, es decir, se aumenta la cobertura y la calidad y el nivel académico institucional se van al suelo.
El doblamiento de la población estudiantil en las universidades públicas creó graves problemas de supervivencia en las universidades privadas de la región y dañó completamente el mercado regional. Además causó diversos fenómenos y problemas: académicos, culturales, sociales y económicos. De todos ellos los más graves son (en presente) la disminución del nivel académico de las instituciones, los hacinamientos en la ciudad de Pamplona y en los salones de clase y el aumento de la relación profesor – estudiante (1 docente por cada 130 estudiantes en la UFPS, 2009).
Para los efectos del aumento de la cobertura, definitivamente nunca será bueno institucionalizar el facilismo y el paternalismo académicos, que consiste en defender “a todo tiro” la permanencia de los estudiantes en la universidad, a costa de regalarles notas, de forzar las normas para favorecerlos, de permitir la cancelación de las asignaturas, aún después de presentados los exámenes finales.
Estos son tratamientos irregulares que deben desterrarse para garantizar la transparencia, sostener la credibilidad del sistema educativo y propender por la calidad académica.
· IV. Investigación y extensión
La inversión oficial para Ciencia y Tecnología en nuestro Departamento es mínima y la región y las instituciones educativas deben hacer grandes esfuerzos para mejorar su nivel, porque acá los estándares son muy bajos. Por ello, lo primero es pedir conciencia de los gobernantes y rectores para una mayor atención de las comunidades docentes y discentes en los campos de la creatividad, imaginación, investigación e innovación.
Hablando de investigación universitaria, hay que aceptar que los esfuerzos realizados por las IES no representan buenos dividendos y los resultados para mostrar son aislados. Supuestamente no hay plata, pero lo que falta realmente es cultura de la investigación. El dinero vendrá por añadidura.
La formación de docentes, el apoyo en la creación de grupos de investigación, el desarrollo de los semilleros, la íntima relación con Colciencias y la apropiación de la nueva Ley Nacional de Ciencia y Tecnología, deben estar en el orden del día de la Gobernación, la Alcaldía y de todas las instituciones educativas regionales.
Hay que empezar rápidamente la tarea de tener profesores más y mejor preparados y graduados en maestrías y doctorados, más centros de investigación de excelencia, más estímulos para la innovación y más gente de la comunidad universitaria dedicada a la investigación.
Las IES de Norte de Santander muy poco participan y jalonan el desarrollo regional. No manejan el concepto de región y tienen muy poco contacto con los sectores productivos. Se presenta un divorcio entre la academia y la sociedad. Además, es urgente determinar las necesidades prioritarias de preparación en Norte de Santander para que se entonen la demanda con la oferta de programas.
Con gran preocupación, hay que admitir que en las IES de la región (salvo la UP) existe poca inversión en las Bibliotecas, los Laboratorios y los departamentos de Sistemas. Estas dependencias académicas dejan mucho qué desear. Son de escasa relevancia y de la mayor debilidad institucional.
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.
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