PARTE II/II
Jorge Espinel
Edificio de las empresas municipales de Cúcuta
Continuamos con las remembranzas de nuestra querida ciudad, que tanta nostalgia nos producen.
Y cómo no recordar los restaurantes de aquella ciudad majestuosa, por ejemplo El Capri de la calle 8 entre avenidas 5 y 6. Atendido personalmente por su propietario Don Valerio Delatour Smith, quien siempre estaba impecablemente vestido con terno negro y corbatín rojo. Allí se degustaban exquisitos platos nacionales e internacionales. No podemos dejar atrás al restaurante Mayestic de la calle 9 entre avenidas 7 y 8, donde se degustaba la comida criolla, especialmente el mute los domingos.
Recordamos el reconocido Restaurante Venado de Oro, allá en el barrio San Rafael junto al puente sobre el Rio Pamplonita, donde aun funciona ofreciendo el tradicional cabrito en todas las presentaciones posibles. No podemos quedarnos sin hablar de los sándwiches de la Florida en la Avenida 6 con calle 9 o la carne en parrilla del Montes de Oca en la calle 10 entre avenidas 2 y 3.
Pero si algún ocasional invitado quería algo mas auténtico de la región, se le llevaba al tradicional comedero de La Pesa, junto al Matadero Municipal, para degustar el caldo de venas, el caldo de pichón elaborado con sangre de res o la fresquita carne asada con arepa. También se podía llevar a los visitantes a comer pezuñas de res, cerca del Cementerio Central donde la “Turra” Petra, así se llamaba el cenadero. Estos centros gastronómicos, no tenían nada que envidiarle a los restaurantes de otras ciudades colombianas con mucha tradición.
Dejando la comida y sus lugares naturales, podemos hacer un recordatorio de los negocios especialmente para los adultos, en el sector de bares o cantinas como se les llamaba en años pretéritos. Allí recordamos algunos de mucha tradición como la Araña de Oro de la Avenida 5, donde solo vendían costeñita y los domingos por la mañana presentaban grupos musicales.
También añoramos el grill Moroco en el subterráneo del edificio Rosaver, ubicado en la avenida 5 con calle 10 esquina, con la animación musical de la orquesta del chato Simón. El Grill Nauca de aquella avenida 8 con calle 9, que contaba con música en vivo y grandes shows toda la jornada dominical. Evocamos también la Bola Roja en la calle 10 con avenida 10, donde la cerveza se servía bien fría o como llamábamos acá “vestida de novia”.
Otro de los sitios tradicionales de reunión era el salón Luisa en la avenida 11 entre calle 11 y 12, atendido por su dueña. En este lugar solo vendían cerveza costeñita y su rockola era muy reconocida por la melodías del momento. El Cafetal de la calle 13 con avenida 6 contaba con muy buena música, era un sitio muy especial para departir con amigos. También había mucha rumba en Mi Jarrito, La Pollina, Parapeto, El Maracucho o El Mocho.
Cabe resaltar que estos sitios de recreación y alegría no abrían más allá de la 10 de la noche, y el clima era de total tranquilidad, serenidad y seguridad, cero peleas, cero muertos, claro era otra bella y hermosa Cúcuta la que tanto añoramos.
Ahora que la
otrora bella Perla del Norte, esta patas arriba, añoramos mucho más a la bella
ciudad de antaño, aquella Cúcuta de nuestros ancestros, por ello recordamos las
“Boticas” hoy llamadas farmacias o droguerías y el entretenimiento a través del
cine.
Como no
recordar la Botica Santander, en la calle diez con avenida séptima, esquina,
donde durante por muchos años estuvo al servicio esmerado de toda la comunidad
fronteriza.
De igual
forma encontramos la Bótica Táchira de Don Dioscoro Méndez, ubicada en la avenida
séptima entre calles diez y once; la Botica Americana de don Numa Pompilio
Guerrero y que todavía funciona en la calle diez entre avenidas cuarta y
quinta ; la Botica Lázaro en la avenida sexta entre calles diez y once y una de
amplia y larga tradición como la Botica Alemana.
Siguiendo con
este recorrido de abastecimiento de medicamentos en nuestro pasado encontramos
la Botica Ruiz que aun funciona en la calle once con Avenida sexta, esquina y
la Botica San José de la calle once con avenida novena y otras tantas que
fueron importantes en sus momentos.
La
proliferación y gusto por la industria del cine, hizo que más de un teatro
surgiera y dedicara espacio en sus programaciones a películas extranjeras, de
géneros como la comedia, el drama, ficción y musicales.
Existían
múltiples opciones de salas, pero las películas no eran abundantes, por ello
cintas famosas de distintos lugares duraban en cartelera hasta 3 meses.
Una vez
abierta la carta de alternativas de cintas, se abría la taquilla para recibir
al público en las tres presentaciones habituales: Matinal (Desde las 10:00 de
Mañana hasta la 1:00 de la tarde), Matinee (A partir de las 3:00 hasta las 6:00
de la tarde) y Vespertina (De 7:00 a 11:00 de la noche).
Cada cinema se convertía en el lugar de encuentro de chicos y padres en horario
matinal, corrillos de jóvenes en el matiné, y en vespertina empleados que
salían de sus trabajos dispuestos a entretenerse un rato y, parejas enamoradas.
Nuestra
ciudad siempre tuvo vespertinas y tardes dominicales de gran entretenimiento y
diversidad con planes familiares y en pareja de nostálgica recordación, allí
citamos los teatros donde se proyectaban películas famosas de gran cartelera y
recordación. El teatro Guzmán Berti, un monumento cuya construcción nada
envidiaba a los mejores de Suramérica de la época, se encontraba ubicado en la avenida
sexta entre calles octava y novena con gran romería de amantes del espectáculo
a pasar un rato diferente.
Los teatros
Astral y Aire libre estaban ubicados en la zona céntrica de la capital, en
plena calle diez entre avenidas octava y novena, fueron muy famosos por
rodar las mejores escenas del cine mexicano, desfilando constelación de
artistas manitos y grandes clásicos de este gran exponente de la pantalla
grande; si no encontrábamos entradas a dichas funciones nos dirigíamos hacia el
Teatro Santander en la calle once entre avenida tercera y cuarta, otra reliquia
arquitectónica hoy desaparecida pero que evoca grandes recuerdos, y finalmente
frente a nuestra plaza principal llegábamos al Teatro Municipal junto al
palacio de gobierno u oficinas actuales de la alcaldía municipal, allí reposan
sus instalaciones que son empleadas para reuniones y asambleas.
Este primer
grupo de teatros se remontaron a épocas de los años 40 y 50, que en su momento
fueron básicos en la recreación de los cucuteños.
Posteriormente
se construyeron los teatros Avenida, Zulima, Mercedes y Rosetal. Todos ellos
dieron paso a la modernización de la capital Nortesantandereana.
Varias
razones relegaron al cine, dejando atrás el papel cultural e histórico que jugó
en nuestra ciudad, ya que nos brindó la posibilidad de culturizarnos a través
de su “pantalla grande”, ver estilos de vida de otros lugares del mundo,
ampliar las opciones de entretenimiento y distracción para los residentes y en
el departamento.
Ayer y hoy
- Teatro
Guzmán Berti, hoy es el Centro Comercial Alejandría.
- Teatro
Miraflores, hoy es un taller de mecánica.
- Teatro
Buenos Aires, hoy es un supermercado.
- Teatro
Astral, hoy un estacionamiento privado.
- Teatro
Santander, aún conserva intacto el segundo piso. No lo demolieron. En su primer
piso se transformó en un parqueadero.
Aunque se sigue viendo cine, y las cadenas multinacionales de cine en general
se han instalado en la ciudad, con salas acordes para gozar de funciones en
distintos horarios y con nuevas tecnologías (tercera dimensión), nunca podrá
compararse el fervor y entusiasmo del ingreso a los teatros de aquellos
tiempos.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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