“La identidad y la cultura de los pueblos se configuran por diversos factores que confluyen en una explosión multifacética de vivencias, herencias, hábitos, hitos, nodos y lugares que se transforman, evolucionan o mutan a través del tiempo; construyendo códigos, lenguajes y percepciones que hacen de las experiencias individuales finas hebras que se entrelazan forjando la cotidianidad”, manifestó Yannett Díaz Umaña, directora del Departamento de Arquitectura.
Así, se tomó como referencia para la investigación la avenida 6ª. En concepto de la académica, el espacio alberga un paisaje urbano lleno de cultura, de historia, de dificultades comerciales y hechos violentos; que se comportan como un organismo viviente, pues ahí ocurrieron momentos históricos, que con el paso del tiempo se han repetido una y otra vez, como en una especie de ciclo.
“Lo que sucede allí, pasa en cualquier calle céntrica latinoamericana; por eso llamó la atención. Sin embargo, hay un hecho que es innegable y es la influencia de ser una ciudad fronteriza. No en todas partes, personas de dos naciones conviven en una sola calle, en medio de una crisis económica y política al mismo tiempo”, argumentó Díaz Umaña.
“La arquitectura es responsable de la transformación física de la ciudad y nos interesó conocer el contexto, porque es allí donde nacen una serie de dinámicas que dan cuenta de unos síntomas que padece el mundo contemporáneo”, indicó José Alfredo Suárez, arquitecto y docente de la UFPS.
El especialista en gestión urbana referenció que las actividades ahí registradas históricamente han sido desatendidas por las políticas oficiales. “El escenario estudiado va desde el pasado idealizado hasta el caos que hoy en día se presenta, esos cambios físicos, estéticos, sociales y culturales; que configuran la contemporaneidad, y son un desafío para los sentidos”.
Así, tres hechos marcaron la investigación, que son el denominado ‘Estado de Sitio’, que se vivió en Cúcuta con la Guerra de los Mil Días (1899 - 1902). “La rivalidad de dos ideologías hizo que en los alrededores del parque Santander se construyeran trincheras, impidiendo el acceso al parque. Las víctimas de la confrontación fueron sepultadas en una fosa común en la carrera Bolívar, hoy avenida 6ª”.
Un siglo después, los hechos violentos otra vez cobran vida en ese corredor vial, esta vez, con la bomba que explotó en el Alejandría (5 de marzo de 2003). La rivalidad entre dos bandos por el poder, como mecanismo de control territorial, nuevamente causó caos y conmoción en la ciudad. Ese hecho fue atribuido al accionar del paramilitarismo.
El último elemento de la tríada se halla en situaciones de tipo económico, tal como la naturaleza del comercio, ligado a la historia. “Al momento de hacer el análisis nos encontramos con la caída estrepitosa que tuvo el Bolívar en 1981, situación que también ha sido repetitiva en el tiempo”, expresó el arquitecto José Alfredo Suárez.
Unido a estos hechos, está la transformación física, arquitectónica y urbana que ha tenido la avenida 6ª, donde confluye diversidad de culturas.
Históricamente la avenida 6ª ha albergado a personas de diferentes partes del país y de Venezuela.
Es así como el habitante de la calle, el de los tintos, el vendedor de minutos, el que ofrece jugos, el que vende almuerzos, el que comercia con correas o simplemente los transeúntes desprevenidos, han configurado una dinámica para la avenida, que ‘pese a los esfuerzos’, se resiste a salir de la informalidad.
En 1886 sobre ese espacio funcionó un mercado a cielo abierto, hoy en día, están los estacionarios, a los que ni la lluvia los detiene y diariamente arman y desarman sus puntos de venta y donde se tejen historias de vida, las historias de un proceso evolutivo marcado por rasgos comunes, los mismos que construyen la identidad cucuteña.
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