PARTE I/III
Gerardo Raynaud
La Quinta Teresa
Pasadas las severidades ocasionadas por el terremoto, que asoló la ciudad el 18 de mayo de 1875, se procedió a la reconstrucción de la ciudad, cuyo diseño le fue encomendado al ingeniero venezolano Francisco de Paula Andrade Troconis, amparado en la ley expedida por la Asamblea del Estado Soberano de Santander, en septiembre del mismo año, que ordenaba que la nueva ciudad debía reedificarse “en el punto o sitio que ocupaba la antigua población, consultando en cuanto sea posible la misma situación de las plazas y edificios públicos.” El artículo de la ley en mención fue la base sobre la cual el ingeniero Andrade propuso que se definiera una ciudad de calles amplias y rectas y de manzanas y parques uniformes, siguiendo las medidas de cuadras a la usanza española.
El punto de partida fue el parque Santander cuyas medidas referenciales de cien metros de lado sirvieron para el trazado de las demás cuadras, hasta que cayó en la cuenta que debían incluir las medidas de las calles, que inicialmente eran de 18 metros aproximadamente, razón por la cual, tuvo que ajustar las medidas a las nuevas circunstancias y de ahí en adelante proceder a su ejecución. Las casas, citando al historiador Jaime Contreras Valero en su libro Sociedad de Artesanos Gremios Unidos de Cúcuta “eran casas altas y con un patio en el centro, rodeado de corredores con acceso a las habitaciones y a las salas. La entrada era por un zaguán que tenía hacia la calle un portón y luego una pequeña puerta o trasportón con adornos en madera o vidrios de colores.” La verdad es que originalmente se construyeron las casas siguiendo el modelo típico de la arquitectura colonial española hasta que llegaron los extranjeros, especialmente los alemanes que se asentaron en esta región, particularmente en el Estado de Santander, en las postrimerías del siglo 19.
Es importante mencionar la influencia que en la actividad comercial ejercieron los inmigrantes italianos que a diferencia de la germanos no se inclinaron por las construcciones ostentosas sino que prefirieron acogerse a los estilos locales con algunas diferencias, como el caso de la quinta de don Felice Torre, uno de los pocos ítalos que construyeron su residencia en otro estilo y de la cual hablaremos más adelante.
Estos foráneos traían una visión diferente de lo que debían ser sus casas de residencia, toda vez que sus costumbres diferían, tanto por el entorno en el que transcurría su existencia como por las tradiciones y hábitos que profesaban y por esa razón, promovieron la construcción de edificaciones que se salían de lo común y ordinario, en relación con el resto de los inmuebles.
La Quinta Cogollo
En esta primera crónica, pienso mostrar la evolución sufrida en la vivienda de la élite, con la óptica de un particular lego en las teorías y el arte de la arquitectura, empezando por las primeras construidas, que aún subsisten en la actualidad y en lo que terminaron siendo.
Todavía tenemos en el inventario de las “Quintas” de finales de 1800, dos que son el orgullo citadino, así una de ellas, declarada Monumento Nacional, esté en lamentables condiciones, sin que se le haya intervenido, aún con disposiciones legales que obligan al Estado a tales acciones. Me refiero, en primer lugar, a la Quinta Teresa, sede del Colegio Departamental Sagrado Corazón de Jesús. La reseña sobre las incidencias de su construcción están detalladas en la crónica La Quinta Teresa-La construcción y para resumir basta decir que se construyó sobre un lote de terreno de siete mil metros cuadrados y fue construida por el ingeniero Domingo Díaz siguiendo las indicaciones de su propietario quien le insinuó que la construyera conservando el estilo de las edificaciones del norte de Europa de donde era oriundo. La edificación se terminó, como viene indicado en el frontis, en 1893.
La segunda “Quinta” se construyó, por la misma época, algunos años más tarde, por encargo de otro alemán, el señor Wilhem Steinworth, enfrente de la Quinta Teresa haciendo esquina donde hoy es el cruce de la calle dieciséis con avenida cuarta. Inicialmente tomó el nombre de su propietario, pero a mediados de la primera o segunda década del siglo veinte fue adquirida por don Arturo Cogollo, cuando los alemanes decidieron abandonar el país; por esta razón, cambió su nombre y pasó a llamarse como es conocida hoy, Quinta Cogollo, sede en un principio del colegio Agustín Codazzi y de la desaparecida Corporación Educativa del Oriente. Hoy es la sede de la Universidad Antonio Nariño.
La Quinta Yesmín
Un tercer inmueble, que constituye parte marginal de esta crónica y por la misma época en que se terminaba la construcción de la quinta Steinworth, comenzó a edificarse, es la Quinta Yasmín o Yesmín, en la esquina opuesta, es decir, en la esquina suroccidental de la calle 16 con avenida cuarta.
Esta residencia, de propiedad entonces de don José Abrahim guarda las características de las casas de la época, construida sobre lotes de gran extensión y una cantidad apreciable de habitaciones o salas.
Ahora bien, no fue coincidencia que las principales casas se construyeran de manera colindante, una enfrente de las otras como si no hubiera espacio suficiente o lugares diferentes. La razón estriba en el suministro de agua que en esa zona estaba garantizado por el acceso a la toma pública que pasaba por el lugar y que permitía a sus moradores abastecerse sin necesidad de apelar al servicio de los conocidos aguateros.
Recordemos que la Quinta Teresa, la más elegante de entonces, tenía piscina y me atrevo a asegurar sin temor a equivocarme que fue la primera de la ciudad y que aún, a mediados del siglo 20 seguía abasteciéndose del líquido de la toma pública. Todavía recuerdo la piscina ovalada con sus aguas turbias procedente del rio Pamplonita, en los tiempos en que era estudiante de ese centro de estudios.
La Quinta Yasmín es hoy la sede del diario La Opinión y para fortuna del patrimonio arquitectónico de la ciudad, reconstruida siguiendo el sentido original de su diseño.
Estas tres construcciones, de más de cien años, componen la primera parte de esta crónica sobre las casas de habitación representativas de los habitantes de que fue conocida en su momento como “La Perla del Norte”.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
¿Se puede decir que en Cúcuta, la edificación más antigua es La Quinta Teresa?
ResponderEliminarLeidy, en mi opinión creo sería muy atrevido decir eso, pero dentro de las casas familiares conocidas me parece que sí. Deben haber casas ya sea en el Centro, Carora, La playa, el Llano , el Contento, etc... que pudieran ser más antiguas de los principios de la reconstrucción de Cúcuta, pero no se conoce su historia. En cuanto a edificaciones si podemos decir que la fachada de la capilla del Carmen perteneció a la iglesia San Juan de Dios que estaba antes del terremoto de 1875 y es lo único resto que quedó.
EliminarEsperemos que algún historiador nos de su comentario que nos aclare, de todas formas es una interesante pregunta. Cordial saludo