El hecho es que, pasada la primera mitad de la centuria, las construcciones se fueron haciendo más espaciosas y lujosas, al sur y al suroriente del centro de la ciudad. Atrás fueron quedando las lujosas viviendas aledañas al parque principal, de las cuales mencionaré sólo dos; la de don Nicolás Colmenares, que presumo fue construida más por la comodidad que le ofrecía la cercanía al negocio, que por cualquiera otra razón, pues quedaba a escasas dos cuadras de su almacén. La avenida sexta era la dirección que tenían ambos sitios, la casa, entre las calles 14 y 15 y el negocio, entre las calles 12 y 13. La segunda residencia, ésta situada en el otro extremo, era la de don Asiz Abrahim, que fue construida frente al que sería el Colegio La Salle, en la confluencia de la Avenida Cero con Diagonal Santander, cuando estas dos aún no estaban construidas y menos pavimentadas.
A medida que se fueron presentando y construyendo los servicios públicos básicos, especialmente el de acueducto y más tarde, el alcantarillado, familias enteras comenzaron a migrar hacia los nuevos barrios. Comerciantes y profesionales fueron los primeros pobladores de las nuevas ubicaciones. Las grandes residencias de entonces, comenzaron a llenar los espacios y lotes al sur de donde construyeron, cien años antes, los negociantes alemanes de la Quinta Teresa y la Quinta Steinworth, comprada años después por el señor Cogollo, quien le puso su nombre con la que hoy se conoce. Tal vez, el primero de quienes construyeron en esa zona al sur, fue el ingeniero Fernando Seguin. Su casa, diseñada y construida por él mismo, a pesar de ser ingeniero de ferrocarriles, estaba localizada en la calle 18 entre avenidas segunda y tercera. Fernando Seguin, fue el ingeniero encargado del trazado y construcción de la línea sur del Ferrocarril de Cúcuta, hasta que el gobierno decidió suspenderla.
Luego comenzaron a poblar los alrededores, Luis Alberto Contreras y Sixto Jaramillo a una cuadra de allí, posteriormente fue construido el Colegio Santa Teresa. Comerciantes reconocidos, como Juan Ríos y Julio Alvarado se constituyeron vecinos del colegio. Mientras tanto, por la avenida primera, otros comerciantes y profesionales, no menos importantes fueron asentándose. En la esquina de la calle diecisiete, don Salvador Saieh, comerciante de la calle doce con séptima, quien construyera años más tarde, el hotel San Jorge, era a la vez propietario de la ferretería más importante del momento, El Gallo de Oro. En la esquina siguiente, se construyeron, casi simultáneamente, dos grandes residencias; la de Agripino López Lucas, una construcción de una planta con jardines interiores muy lujosa y al frente, en la esquina suroriental de la calle 18, estaba la casa de habitación de la familia Vargas, donde hoy queda la Clínica Norte. Unos metros más allá, construyó su casa de habitación el ingeniero químico Luis Francisco Peña, a quien le decían Peñita, más por cariño que por su baja estatura. Esta última, tenía la característica de ser una vivienda con muchas habitaciones, pues Peñita y su señora, no eran propiamente apasionados del control de la natalidad, así que requerían de espacio suficiente para albergar toda su prole. Peñita era el ingeniero de la Licorera del Norte de Santander y además, catedrático de química de los colegios más importantes de la ciudad, entre ellos el Sagrado Corazón de Jesús. Lo recuerdo desde esa época, ya que fue mi profesor y posteriormente, cuando la ELNS lanzó al mercado su famoso aguardiente “Barbatusca” del cual fue su inventor, un día cualquiera tuvo a bien, obsequiarnos una caja del licor para departir en un viaje que hiciéramos, un grupo de cucuteños, a tierras aztecas. Con orgullo le dábamos a probar a los mexicanos nuestro aguardiente y ellos, acostumbrados a su tequila, nos decían que “ese es el traguito que le damos aquí a los niños”. Siguiendo por el mismo lugar, una cuadra arriba, en la diecinueve con primera, construiría más tarde, uno de los hijos de Pedro Felipe Lara, quien tengo entendido, había adquirido un globo de terreno por esos contornos.
En esa suntuosa mansión funciona hoy la casa de funerales y servicios exequiales Los Olivos, perteneciente al grupo empresarial Coomeva. Esa casa, al igual que casi todas las mencionadas en estas crónicas, pocas adecuaciones fueron requeridas para ofrecer los servicios que hoy prestan, lo cual nos da una idea de las dimensiones con las que se construía en el pasado.
COMENTARIO RECIBIDO
ResponderEliminar334.- LAS ¨CASITAS¨ DE AYER III
Apreciado amigo:
En el blog que Gerardo Raynaud escribe sobre casas hermosas de Cúcuta, aparece la fotografía de la esquina sur-oriental del cruce Av. Gran Colombia con Av. 5E, para esa época era del Barrio Popular, y era la casa de Don Benito Neira padre de José y Rafael Neira Rey, pero equivocadamente la identifica como la casa de Juan Tomás Sayago.
Pues Gastón hay otro detalle que me reafirma y es que Gerardo precisa que en esa casa está actualmente la Funeraria Los Olivos, que efectivamente era la casa de los Sayago y la cual está entre Av. 4E y 5E, en tanto que esta es esquinera como se ve en la foto, además recuerdo el corredor cubierto y con arcos que allí se ve.
En la casa de la foto vivieron antes de los Neira el comandante de la policía de apellido Castillo, y los Alvarez Barrios. He vivido toda mi vida en la acera del frente de esa casa.
Un abrazo
Ing. José Pablo Tarazona M.
Presidente Consejo Municipal de Cultura de San José de Cúcuta
Completamente de acuerdo con Pablo,esa no fue la casa de los Sayagos.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con Pablo,esa no fue la casa de los Sayagos.
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