Julián Caicedo Arboleda (Imágenes)
Julián Caicedo Arboleda, Popayán, 13 de diciembre de 1921 - Cúcuta 22 de octubre de 2002.
Un aniversario del fallecimiento de nuestro ejemplar ciudadano
adoptivo:
destacamos uno de sus valiosos aportes culturales.
Una ciudad es Ciudad por su desarrollo, por su economía, por su
gente, por su clima y demás características que la individualizan ante el
contexto nacional. Pero es aún más ciudad, si sus ciudadanos respetan la
tradición y cuidan sus riquezas culturales.
Como los jóvenes tal
vez desconocen lo sucedido, debemos ubicarlos en la época de la presidencia de
Suárez, sin olvidar su extrema pobreza, sólo superada por su también extrema
honradez y recordar que éste, siendo todo un presidente de la República, se vio
obligado a vender sus sueldos para poder solventar la urgencia de sus gastos
personales.
Tan triste
circunstancia fue aprovechada por Laureano Gómez para provocar un debate
senatorial, debate durante el cual Suárez argumentó tan sólidamente en defensa
de su honra y de su nombre, que logró no sólo aglutinar la solidaridad del
pueblo, sino convertirse en ejemplo para la historia nacional.
Laureano Gómez
propició un debate mediante el cual quería condenar la pobreza de un ser nada
común, e intentó acabar con Suárez, pero sólo logró el reconocimiento público
de la honradez de tan ilustre ciudadano, cuya vida estuvo llena de sacrificios
por la patria, nunca bien reconocidos.
El texto de los
discursos pronunciados por Marco Fidel Suárez durante el debate promovido por
Gómez en su contra, deberían convertirse en la cartilla obligatoria, en la guía
moral de esos funcionarios públicos, gracias a cuya corrupción tantos
colombianos deben también vender, no sólo sus sueldos, sino su sangre, sus
órganos, sus vidas.
Marco Fidel Suárez ha
sido mi personaje inolvidable. En mi ya lejana juventud leí y releí Los sueños de Luciano
Pulgar,
con fruición tal que casi podría haber rayado en una especial locura.
Mi preferido era el
“Sueño” dedicado a su copartidario y émulo Gómez. En ese “Sueño”, don Marco
Fidel ratificó lo ya sabido por los colombianos sobre la claridad meridiana de
su actuación, pese a los esfuerzos por demostrar lo contrario, desplegados por
Gómez, quien en alguna ocasión y por un lapsus gramatical, obtuvo el mote de
Senador ‘Ovejo’.
La idea de José Luis
Villamizar Melo de poner el incunable bajo la custodia de la Academia de
Historia de Norte de Santander, debe ser acogida por el gobierno municipal. Su
desarrollo tendría muchos y eficaces resultados.
Si no logramos el
apoyo del Ministerio de la Cultura o del Banco de la República, deberemos
entonces, por suscripción popular, hacer el monumento al Incunable, como en el
pasado se hizo con la estatua del General Santander que se yergue en el parque
principal de nuestra Cúcuta.
‘‘No sólo de pan vive
el hombre”. El hombre también vive de los recuerdos, de sus monumentos, de sus
tradiciones.
En estos tiempos tan
difíciles, tan dolorosos, inútil resultará todo intento por modernizar la
ciudad, si conlleva el desconocimiento de su historia y de su patrimonio
cultural. (23 de julio de 2001).
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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