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Hasta 1835 la Iglesia santandereana formaba parte de la Arquidiócesis de Bogotá. El 25 de septiembre de ese año, Su Santidad Gregorio XVI crea la Diócesis de Nueva Pamplona, desmembrada de ella, con territorio comprendido entre los límites con Venezuela por el oriente y el Río Magdalena por el occidente; limitando por el norte con la Diócesis de Santa Marta (de la cual formaba parte entonces el territorio de Ocaña) y por el sur con la misma Arquidiócesis de Bogotá, en lo que más tarde serán las diócesis de Boyacá.
El 20 de marzo de 1895, el Papa León XIII segrega de Pamplona la Diócesis de El Socorro y posteriormente, en 1923 y 1945 respectivamente Pío XI y Pío XII desmembran las Prefecturas Apostólicas del Río Magdalena y de Labateca, circunscripción esta última que habrá de desaparecer en 1956, precisamente en el momento de ser elevada Pamplona a la categoría de Arquidiócesis.
Posteriormente, en 1951 es creada la Prelatura Nullius de Bertrania en el Catatumbo (hoy Diócesis de Tibú) y un año más tarde la Diócesis de Bucaramanga, con territorio desmembrado de Pamplona en ambos casos, con lo cual esta Diócesis queda reducida prácticamente a casi todo el Departamento de Norte de Santander (excepción hecha del territorio de Ocaña) sin tener nada en el de Santander.
Para 1956 la ciudad de Cúcuta, capital del Departamento ha adquirido un notable crecimiento y ha progresado extraordinariamente, debido en gran parte a su calidad de ciudad fronteriza de Colombia con Venezuela. Sin embargo, en lo eclesiástico depende de Pamplona, ciudad que aunque también de gran tradición colonial, es muy inferior en su aspecto industrial y comercial.
Desde años atrás Cúcuta ha venido aspirando con justo título a la calidad de capital de Diócesis y es claro que para conseguirlo solamente existen dos soluciones: 1. Creación de la Concátedra de Cúcuta, de modo que el nombre de la parcela sea Pamplona-Cúcuta, como ha sucedido ya en Santander con las ciudades de Socorro y San Gil. 2. Creación de la nueva Diócesis de Cúcuta, desmembrada del territorio de Nueva Pamplona.
Por esta última solución se decide la Santa Sede, después de estudiar concienzudamente el asunto. En 1955 el Nuncio Apostólico Monseñor Paulo Bértoli plantea a la Santa Sede la conveniencia de la creación de la nueva Diócesis de Cúcuta. El Obispo titular de ella, Monseñor Rafael Afanador y Cadena, está ya muy anciano y el gobierno de la Diócesis corre a cargo de un Administrador Apostólico, Mons. Norberto Forero y García.
La Nunciatura Apostólica consulta con ellos el asunto, pero personalmente pensamos que no son muy partidarios de la desmembración. Sin embargo, la Santa Sede resuelve acceder a los deseos de la Nunciatura y para indemnizar en cierto modo a la Diócesis madre, le da la categoría de Arquidiócesis, de la cual será sufragánea la nueva Diócesis de Cúcuta.
Uno y otro hecho lo ordena la Santa Sede el 29 de mayo de 1956, designando al mismo tiempo como primer Arzobispo de Nueva Pamplona a Mons. Bernardo Botero Álvarez, quien era Obispo de Santa Marta y como primer Obispo de la nueva Diócesis de Cúcuta, a Mons. Luis Pérez Hernández, hasta el momento Obispo titular de Arado y Auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá.
Si se tiene en cuenta, como se ha dicho antes, que del territorio pamplonés han sido segregadas en parte la Prefectura del Río Magdalena (posteriormente Diócesis de Barrancabermeja), la Diócesis de Bucaramanga (posteriormente Arquidiócesis) y la Prelatura Nullius de Bertrania (hoy Diócesis de Tibú), se llega a la conclusión de que con la de Cúcuta son cuatro las parcelas desmembradas de la ahora Arquidiócesis de Nueva Pamplona.
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