El primer cuartel funcionó en las instalaciones de obras públicas municipales, Avenida 6 con Calle 6, antiguos cuarteles de la Policía. Luego se trasladaron a la Calle 11 entre Avenida 3 y 4, en la residencia del mayor comandante Bernardo Ramírez Pineda, junto al teatro Santander.
Posteriormente se logró que la Policía Nacional entregara al recién creado Cuerpo de Bomberos Voluntarios su primera máquina apagafuego, un vehículo Ford modelo 1959, que se parqueaba junto al antiguo teatro Santander, en la calle 11 entre avenidas 3 y 4, por lo cual un bombero permanecía todo el tiempo en el vehículo y en el zaguán de la casa se instaló la guardia.
Después de algún tiempo se trasladó al lote ubicado en la calle 10 entre Avenida Cero y Diagonal Santander, frente al parque del Hotel Tonchalá, donde inició su adecuación y construcción.
Estando ya en funcionamiento se logró, con la empresa de teléfonos, el alquiler de una torre de telegrafía que estaba en desuso, para colocar una sirena; el alquiler fue de un peso anual y el contrato se firmó por 100 años. En este sitio la institución funcionó aproximadamente durante 44 años.
Se creó la subestación de los bomberos de la ciudadela de Juana Atalaya, en abril del 2004, actualmente sigue funcionando allí, atendiendo las emergencias presentadas en este sector.
Con motivo de la construcción del Centro Comercial Ventura Plaza, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de San José de Cúcuta se ve en la necesidad de reubicar el cuartel en otro sitio de la ciudad, y luego de varias negociaciones el día 15 de mayo del 2006 le fueron entregadas las instalaciones donde funcionaba la empresa de acueducto E.I.S., en la Avenida 6 No. 1-46 del barrio el Callejón; a partir de ese momento se inicio el traslado de los vehículos, equipos y personal a la nueva sede, donde actualmente funciona de manera cómoda y en la cual se ha ido adecuando de manera paulatina.
Hace 50 años eran 11 hombres los que esperaban. Varios impermeables, algunos cascos, una docena de botas de corcho, una que otra linterna, un teléfono y un carro sin techo en la cabina era lo que tenían para trabajar.
Con el primer café de la mañana y sin novedades, el comandante José Monsalve, quien está en la institución hace 27 años, comenzó a contar en qué condiciones económicas celebran este medio siglo de trabajo, las anécdotas a veces tristes, otras cómicas, los detalles de los momentos difíciles y la lista de regalos que esperan lleguen con este aniversario, entre esos, el pago de la deuda que la Administración Municipal tiene con ellos.
“Una de nuestras más grandes preocupaciones es actualizar el parque automotor. Tenemos máquinas de 20 y 30 años, las cuales se nos convierten en un dolor de cabeza a la hora de atender las emergencias. La otra preocupación es el equipo de protección personal de los bomberos, esa es mi pelea diaria. Los bomberos no merecen salir a atender las emergencias en harapos. Los equipos de protección hace mucho rato cumplieron su vida útil”. Equipar a un bombero cuesta mucho dinero.
Agregó que es por esa razón que “choco con las administraciones, porque mientras ponemos todo el cariño trabajando por la ciudad, por servir, no es justo que se nos pague como se nos paga, reteniéndonos dineros que son de nosotros, que los comerciantes aportan. La deuda que tiene la Administración Municipal desde 2001 hasta el 31 de diciembre de 2008 son $1.038.918.225”.
Luego, y como si estuviera en un guión imaginario dijo: “hace poco alguien me preguntó ¿qué era ser un bombero? Yo le dije que ser bombero implica muchas cosas. Tener un corazón muy grande, altruista, desprenderse del placer de ir un domingo al río con la familia.
Muchos de los muchachos después de permanecer en la estación 24 horas y justo cuando van llegando a sus casas, deben devolverse porque se presenta una emergencia y se requiere apoyo.
Nos duele la ciudad, la queremos. Es más, estos días que se han presentado incendios forestales provocado por personas, nos duele tener que desplazar a un equipo a botar el agua que la ciudad necesita”.
En relación con las anécdotas, admite que son tantas como las emergencias, sin embargo, hay una que los dejó marcados.
“Un señor estaba avanzando en reversa en su carro y mató a su hija. Cuando llegaron los bomberos mi hermano era el conductor de la ambulancia y mi hermano a pesar de haber visto muchas cosas, se sentó en la acera a llorar”.
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