Millones de ojos ha fijado su mirada para contemplarlo y por qué no rendirse de la pose de este desprevenido muñeco?
En el cruce de la avenida cuarta con la calle 18, sobre la pared en la casa que forma esquina, frente al asilo, hay pintado una muñeco de lo más llamativo y simpático. Es un tipo bastante despreocupado, al parecer, al leer un periódico, tirado hacia atrás en una silla y con los pies colocados sobre una mesa, a la manera acostumbrada, fumando un cigarrillo, naturalmente "Exelsior" y por su pose, saliéndose del bolsillo unos cigarrillos que corrían por el piso .
El general Adán J. Vargas, jefe de frontera de Cúcuta en una época, quiso dotar a la ciudad de una mejor y más pintoresca entrada, por la avenida quinta, y al efecto construyó un puente y una carreterita que ondeaba el cerro y bajaba al "Arenal", cerca a la "Vuelta del Molino".
Su historia no es muy conocida que digamos. En 1910 vino de Maracaibo, su tierra natal, a esta ciudad, José María Lares, muchacho culto y muy gentil y el genial artista del lápiz y el pincel. Lares no era cualquier hombrecito de pipiripao. Media la bobería de 2 m 5 cm del talón a la coronilla y se gastaba una cara enorme, donde los barros y las espinillas había hallaron extenso terreno baldío para prosperar y multiplicarse a su gusto.
Don Guillermo Ruan, propietario de la fábrica de cigarrillos ahora " EXCELSIOR" afamados y copiosamente consumidos en la región, acababa de vender su industria a Edmundito García Herreros, gallardo mozo cucuteño, activo y laborioso como infatigable perseguidor de la peseta por cuantos medios lícitos se pusieran al alcance de sus expertas manos.
José María Lares efectuó el trabajo no sabemos a qué precio, y lo hizo con tanto acierto que la dueña de la casa, la señora Martiniana Jiménez, no sólo hizo respetar la pintura sino que hasta costeó su retoque en las varias ocasiones. Lo único que desapareció fue la leyenda relativa a la excelencia de los EXCELSIOR que aparecía en la parte superior de la figura.
El muñeco constituía la atracción de todos quienes por allí forzosamente transitaban. Las ventas del producto así publicitado aumentaron considerablemente según manifestación del señor García Herreros. El simpático y llamativo muñeco ha sido símbolo de muchos años y definición cucuteña, y todos quienes han vivido allí, se han esmerado y encargado de retocarlo y conservar su tradición, así no exista la fábrica. Cosa curiosa en esa casa, ha existido siempre una panadería.
Casi 100 años de existencia al sol y al agua bien merecen que "El muñeco del aire libre", cierto sea considerado como típica pertenencia de la ciudad-princesa, que se le mire como gráfica reliquia de tiempos mejores, que se detenga como recuerdo íntimo y valioso de aquella afortunada época, cuando Cúcuta, aislada y sola, luchaba con ejemplares bríos por imponer su nombre entre los más visibles del conjunto de ciudades nacionales.
Que no se borre, al menos, entre el desdén y la indolencia ciudadanas como se han borrado tantas cosas, el pantalón de hebilla y la camisa blanca de los artesanos, el sombrerito jipi-japa de nuestras mujeres, la ahora " Plata" 0. 835, el tranvía de vapor, los ahora " chapaleos " y la fiesta de julio, que se formaban en la urbe apacible y asoleada del clásico e inconfundible ambiente cucuteño.
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