Del libro “La Familia Ferrero” cuyo autor es el médico cardiólogo Carlos S. Ferrero, tomamos para “CITA HISTORICA” algunos datos biográficos de Don Juan Atalaya y Pizano, natural de Jerez de la Frontera de la madre España, quien casó en Cádiz el 3 de febrero de 1774 con doña María Dolores Pizano.
Seguramente muchas personas y aún estudiantes desconocen la vida de este personaje, generoso y altruista, así como la historia de la ciudad misma, de los pobladores y fundadores de esta tierra, de esta Cúcuta fundada por doña Juana Rangel de Cuéllar al donar media estancia de ganado mayor que medían 782 hectáreas.
“Don Juan Atalaya con su esposa Doña María Dolores Pizano se residenciaron en Cádiz donde nacieron los dos primeros hijos de Don Juan Atalaya y fueron bautizados en la misma Antigua Catedral, parroquia de Santa Cruz” Francisco de Paula Gregorio Atalaya Pizano y José Atalaya Pizano.
Don José Atalaya y Pizano casó en Cádiz en la Parroquia del Rosario el 28 de enero de 1799, con Doña Silvestra Hazeta, y administró el sacramento el cura don Bonifacio Trinidad Castelli. Fueron sus hijos de este matrimonio los siguientes:
l. Francisco Agustín, 14 de marzo de 1800.
Parece que Don Juan Atalaya y su esposa Doña María Dolores Pizano, se residenciaron más tarde en el Gran Puerto de Santa María y debieron tener más hijos en el lapso comprendido entre 1776 y 1784 que nace su hijo Don Juan de Atalaya, tronco de la familia en Colombia y Venezuela.
La ciudad y gran Puerto de Santa María, en la Provincia de Cádiz, es muy importante y de ella vinieron a la América muchos andaluces que se radicaron en Pamplona. N. de Santander.
Don Juan de Atalaya, tronco de la familia en Colombia y Venezuela nació en la ciudad y gran Puerto de Santa María y fue bautizado en la Iglesia Prioral, Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros. Don Juan Atalaya, como se acostumbró llamar, pasó su niñez, adolescencia y juventud en Andalucía al lado de los suyos. A principios del año 1815 embarca para América y llega a Maracaibo en donde se relaciona con la familia Rodríguez Butrón que tenía seguramente amistad y conocimiento de los Atalaya de Cádiz.
De la familia Rodríguez Butrón fue don Antonio Manuel Ramón Rodríguez Monsalve, natural de la provincia de Cádiz, en donde nació el 17 de enero de 1753, quien salió de Cádiz para América el 30 de septiembre de 1784 y llegó a la Guaira el 15 de noviembre del mismo año. Pasó a Maracaibo, a donde arribó el 26 de febrero de 1785.
Don Juan Atalaya contrae matrimonio en Maracaibo el 23 de octubre de 1815 con Doña Antonia Josefa Paula María del Carmen Rodríguez Butrón, nacida en Maracaibo el 15 de enero de 1795. Se bautizó el día 18 del mismo mes y año. Fue hija de don Antonio Manuel Rodríguez Monsalve y Doña Nieves Butrón Machado. Murió, cuatro días después del terremoto de Cúcuta el 22 de mayo de 1875.
Don Juan Atalaya era un hombre de empresas comerciales. Primero en Maracaibo y después en Cúcuta en donde se radicó en el año de 1835. “Fue generoso al donar al Municipio de Cúcuta el 21 de septiembre de 1850, cuatro estancias de ganado mayor para que fueran propiedad del Cabildo. Hoy día esos terrenos constituyen el Barrio de Juan Atalaya de la ciudad de Cúcuta. Tenía raras costumbres: se hacía siempre la corbata de lazo sobre la quijada y luego la dejaba caer sobre el blanco cuello de la camisa; cuando en su hogar se servía la comida, los que llegaban retardados, se sentaban a la mesa, pero sólo podían comer del manjar que en ese momento se estaba comenzando a servir; tenía por todas sus siete hijas y frecuentemente les obsequiaba telas finas para que hicieran vestidos, pero exigía que para lucirlos, estrenaran todos a la vez; como su hija Adelaida era algo despaciosa para la costura y las demás hubieran terminado sus crinolinas, deseando usarlas prontamente, convenían en salir todas al salón, ataviadas con sus hermosos y amplios trajes y Adelaida por detrás de todas sacaba la cabeza, entre sus hermanas que la tapaban con amplias faldas, don Juan no reparaba el engaño filial; cuando sus hijas estaban en el salón recibiendo las visitas de los jóvenes que las pretendían, al sonar en el reloj las 10 de la noche, don Juan les decía a los pretendientes “son las diez, deja la calle para quien es ‘.
El distinguido escritor e historiador don Leonardo Molina Lemus, nos presenta una historia cronológica de don Juan Atalaya, tomado también del libro de “La Familia Ferrero”.
Y su nieta María Antonia Ferrero Atalaya fue la esposa del expresidente de la república, General Ramón González Valencia. La rama venezolana también se ha visto honrada con muy valiosas figuras de la sociedad.
El médico Ferrero Ramírez escribe que “don Juan Atalaya era un hombre de empresas comerciales importantes y sus negocios fueron muy prósperos. Su partida de bautismo, que transcribimos de la obra arriba citada, dice como sigue:
“En la ciudad y Gran Puerto de Santa María el viernes catorce de mayo de mil setecientos ochenta y cuatro, Yo, don Diego Felipe de Vergara cura de la Iglesia Mayor Prioral de esta ciudad, bauticé a Juan Manuel José María Francisco de Paula Pedro Regaldo, hijo de don Juan de Atalaya y de doña María Dolores Pizano que dijeron ser casados en Cádiz, nació a trece de dicho mes y año, fueron sus padrinos don Manuel Tocado y doña Faustina de Cañas, a quien advertí el parentesco espiritual y su obligación y lo firmé. Diego Felipe de Vergara. (Libro 91 folio 11 vuelto, Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros)”.
Hijos del matrimonio Atalaya Rodríguez fueron: Antonia Josefa, María Ramona, Josefa Amelia, Juan Manuel, Petra Estefana, Adelaida, José Antonio, Carmen Francisco Antonio y Edelmira Paula. Sólo los dos últimos nacieron en Cúcuta. Los restantes son oriundos de la ciudad de Maracaibo.
Todos se casaron con colombianos, excepto doña Adelaida, quien lo hizo en San Cristóbal con el español Domingo Martínez.
Don Juan Atalaya fue propietario de extensas haciendas en las vecindades de Cúcuta, entre las que sobresalía la de Aguasucia, donde se elaboraba panela. Las instalaciones de esta finca debieron ser muy confortables, pues allí falleció doña Edelmira Atalaya de Maldonado, bisabuela de la familia cucuteña Barco Vargas, el día 7 de noviembre de 1875.
“En la capilla de Nuestra Señora del Carmen en el llamado ruinas de Cúcuta a ocho de noviembre de mil ochocientos setenta y cinco se hicieron funerales con oficio rezado al cadáver de la señora Edelmira Atalaya, esposa que fue del señor Benigno Maldonado. Se administraron los sacramentos de la penitenciaría y extremaunción, pues murió en Aguasucia. Nepomuceno Landazábal”. Esta partida nos da a entender que las principales familias de la extinguida ciudad, tuvieron en las viviendas rurales no afectadas por el espantoso cataclismo que refugiarse durante mucho tiempo en las viviendas donde el cataclismo no afectó demasiado. Aguasucia está situada a nueve kilómetros al sur de la ciudad de Cúcuta y posee una pequeña capilla construida en 1789 cuando fue propiedad de una comunidad religiosa de Pamplona.
Al distribuir la cuantiosa fortuna dejó ricos a sus herederos, el ilustre peninsular fue generoso y expresivo con su patria adoptiva, pues le donó, para futuros ensanches, la pintoresca sabana donde hoy se desarrolla la populosa ciudad cucuteña que con justicia lleva su nombre.
También forman parte de esta valiosísima donación, las tierras donde hoy se asientan los barrios de Chapinero, Barrio Nuevo, Tucunaré, Doña Ceci, Claret, Los Motilones y Comuneros.
En el gesto del señor Atalaya se advierte un elevado y claro fin altruista, pues él adquirió estos terrenos exclusivamente para obsequiarlos al cabildo, para que le sirviesen de ejidos, según reza la respectiva escritura.
“Los regaló al mes de haberlos adquirido. Sin embargo la posteridad poco ha hecho por elevar tan imponderable beneficio. Ha sido más consecuente con doña Juana de Cuéllar”.
Don Juan Atalaya falleció en Cúcuta el 15 de enero de 1860, a la edad de setenta y seis años. Nuestra búsqueda de la partida de defunción ha sido infructuosa, pues muchos libros parroquiales desaparecieron durante el terremoto. Su distinguida esposa sobrevivió quince años, pues se contó entre las víctimas de la aludida tragedia, en la cual resultó gravemente herida, falleciendo cuatro días después.
Esta modesta información busca hacer un poco de luz, sobre una persona que intuyó hace más de un siglo el inmenso crecimiento de la capital nortesantandereana. Un personaje que es parte del patrimonio histórico de la ciudad y que tiene muchos méritos abonados para la gratitud de los colombianos. “Hasta aquí los datos históricos de don Leonardo Molina Lemus”.
Don Juan Atalaya, fue concejal de Cúcuta, en aquella época en que los nombrados debían reunir cualidades excepcionales de dignidad ciudadana, condiciones morales y todo un decálogo de virtudes y requisitos de ley, donde se exigía no ser deudores al fisco o la Real Hacienda y no tener causa criminal pendiente y el juramento era solemne y se le entregaban las varas o credenciales y juraban fidelidad.
Fue Síndico del Hospital San Juan de Dios durante varios años, posesión a la que sirvió cívica y generosamente.
De inmediato publiqué la fotografía en uno de los diarios de la ciudad de la histórica lápida del benefactor, dirigiéndome a la Academia de Historia del Norte de Santander y nadie se interesó.
Un año más tarde, cuando el centenario del terremoto, me dirigí al entonces Director del llamado “CUCUTA 75” Dr. Luís Raúl Rodríguez Lamus, y el silencio fue sepulcral.
Esa placa bien hubiera servido, para erigirle un monumento al benefactor de Cúcuta, JUAN ATALAYA, allá en el barrio de “Juan Atalaya” que forma parte de los terrenos que él obsequió para complementar la fundación de Cúcuta.
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