La Opinión y otras fuentes / artículo por Pedro J. Pérez Vivas- Defensa Civil Táchira
Panorámica más antigua
La ciudad había sido levantada de acuerdo con el mandato expedido en 1573 por el rey de España Felipe II.
Panorámica de la ciudad
Iglesia San Juan de Dios – 1874
Una población aproximada de 21.500 habitantes, 137 establecimientos comerciales y 72 industriales, una sociedad pública, un Consulado, un colegio para niños, dos escuelas primarias para varones y dos escuelas primarias para niñas tenía Cúcuta cuando fue devastada por el terremoto del 18 de mayo de 1875.
Calle del Comercio - 1874
o
Relojería Wirtz - 1874
Plaza Principal – 1867
Para 1850 la situación de Cúcuta, Villa del Rosario y Salazar se había incrementado 20 veces, cuando menos, a juzgar por la descripción de Manuel Ancízar, recopilada en el libro El Terremoto de Cúcuta 1875 – 1925, del historiador Luis Febres Cordero
Calle de la Cárcel – 1874
Según Ancízar, entre el 1 de setiembre de 1850 y el 31 de agosto de 1851 Cúcuta alcanzó a 10.720,627 reales en exportaciones e importaciones registradas por la aduana, a partir de 13 ramos de agricultura y 10 de manufacturas nacionales.
Las exportaciones sumaron 5.404,667 reales. El equivalente a 2007 de esas exportaciones se acercaba a los 30 millones de pesos.
En un resumen del estudio retrospectiva urbanística, socio - económica y macro sísmica del terremoto de Cúcuta de 1875, que acaba de publicar la Gobernación de Norte de Santander, del que son autores los especialistas Jorge Barrera Cortés y Luis Carlos Abusaid Vega, se consigna que entre 1830 y 1875 Cúcuta contó con la primera máquina de coser, la primera desgranadora de maíz, la primera maquinaria para fabricar ladrillos y teja, el primer trapiche hidráulico; se organizó la Sociedad Católica de Beneficiencia y el Instituto Dramático, se constituyó una importante sociedad para la carretera al puerto de San Buenaventura y se construyó el puente de San Rafael; se montó la primera industria de velas, se inició la explotación maderera, se establecieron casas importantes de comercio e inició la tradición aduanera, se construyó la primera casa de mercado y el nuevo cementerio de El Llano. Es decir, hace 134 años Cúcuta era una ciudad de empuje y en pleno desarrollo.
Antigua iglesia de San José
El Plan Urbano del rey Felipe II
Plaza de Mercado
Según los expertos, la urbanización de Cúcuta se hizo atendiendo las recomendaciones del Plan de Ordenamiento Urbano para las Indias, expedido por el Rey de España Felipe II en 1573, y que consideraba como principio esencial para construir una ciudad el trazado de la Plaza Mayor de Armas con definición de calles, solares y cuadras, distinguiendo caminos, calles y carreras. Ese plan ordenaba reservar cuatro calles principales desde la Plaza Mayor para que fuesen destinadas al comercio. La media estancia donada por doña Juana Rangel de Cuéllar, se localiza aproximadamente entre las calles 12 y 12A y la calle 8, y por el otro sentido, una línea media entre las avenidas 2 y 3 y las inmediaciones del Rudesindo Soto. Es de anotar que desde el siglo XVII en las riberas orientales del río Pamplonita (San Luis), convivían alrededor de 860 personas entre blancos y mestizos.
Calle de Comercio – Almacén Gallegos
“Su trazado estaba bordada sobre una malla asimétrica de calles que la dividían de norte a sur y de oriente a occidente; ese esquema era matizado por dos plazas: la de Santander, en cuyo costado oriental estaba erigida la iglesia matriz de San José de Guasimal, y la Plaza de la Caridad, en donde estaba ubicado el hospital” (San Juan de Dios), lo que es hoy la Biblioteca Julio Pérez Ferrero, afirman los expertos Barrera Cortés y Abussaid Vega.
o
Botica Alemana – 1874
Las viviendas tenían diseños coloniales tipo claustro, dentro de las cuales transcurría la vida social, con una relación espacial interior – exterior casi nula. Se comunicaban a la calle a través de un zaguán con una gran puerta que permitía el paso del jinete con su caballo hasta el patio.
Entre casas coloniales y ranchos de paja
Las casas coloniales fueron transformadas en republicanas por medio de ornamentaciones que se hacían en el interior como en la fachada, para expresar la nueva forma de vida y la distinción entre familias.
El material utilizado en las casas de las personas adineradas fue la tapia pisada para muros, techos en teja de barro apoyado en caña brava y varas de madera; las puertas y ventanas en madera y el piso en tableta de arcilla. Las personas de escasos recursos utilizaban ranchos de madera y paja, conservando la tipología constructiva, tipo cañón, predominante antes de 1812, donde el techo se levanta sobre dos paredes de carga apoyado en varas que se unen mediante un simple clavo a la cumbrera.
Entre las viviendas ampliadas en altura, y de dos pisos, encontradas en 1875, se mencionan el hatillo de don Francisco Bousquet; la Botica Alemana de Augusto Link y Cía; el almacén de Muñoz Pérez; la casa de Don Antonio Espinosa, el Balcón de los Chiosome, la casa de don Juan Ignacio Aranguren, la casa de la señora María Jesús Santander de García Herreros, y la de don Patricio Sánchez, construida, al parecer hacia 1873, es decir, dos años antes del devastador terremoto.
Casa Aranguren
Hacia 1870, de acuerdo con el estudio, la ciudad nacida sobre el costado oriental de la Plaza Santander, calle de Mercedes Ábrego, estaba concebida en sentido norte – sur, dentro de una visión comercial que coincidía con las salidas al norte con rumbo al Lago de Maracaibo, camino del puerto de Los Cachos, más tarde camino de San Buenaventura, y por el sur en la prolongación de la calle del Comercio, vuelta serpenteante por El Caimán, puente de Cúcuta sobre el río Pamplonita, Alto del Cují, hasta tomar la ruta de Venezuela por Villa del Rosario y San Antonio.
El terremoto
El Terremoto de Cúcuta de 1875 (o Terremoto de los Andes) ocurrió el 18 de mayo de 1875 a las 11:15:11 AM de magnitud Mb 7,3. Su epicentro fue la ciudad colombiana de Cúcuta, sin embargo también afectó a su área metropolitana así como al vecino estado venezolano de Táchira.
Tres o cuatro sacudidas precedieron al terremoto durante los días anteriores, y tal fue la magnitud de éstos que según los testigos de la época las sacudidas llegaron a agrietar los muros y arrojar al suelo objetos de las mesas, la noche anterior al terremoto; el paso de un bólido o bola de fuego que recorrió de Norte a Sur una vasta extensión del cielo rosariense, presagio para los pobladores de la villa que algo malo se les avecinaba, éstas fueron suficientes alarmas para los habitantes de la zona, que algunos tomaron previsiones, ya que temían una gran desgracia.
Uno de los testigos refiere así: La primera sacudida, anotando que era domingo por la tarde, 16 de mayo de 1875, (dos días antes del terremoto): "Caminábamos a lo largo de un amplio corredor, cuando de repente oímos un ruido como el de carros o de gente que corre huyendo de un toro salvaje. Caminamos en medio de vibraciones que en vez de inspirarnos terror nos dieron un sentimiento agradable".
La segunda sacudida sorprendió a los habitantes el lunes 17 de mayo, a las 5.00: pero menos intensa que la primera, haciendo correr nuevamente a la gente a los patios y jardines.
Hubo otra sacudida en la tarde de ese mismo día, y quizás otras dos más la víspera de la catástrofe. Por eso el pueblo de la Villa de Cúcuta estaba aterrado por los temblores.
El gran terremoto, ocurrió el día martes 18 de mayo de 1875 a las 11.15 AM ya que ésa fue la hora que quedó marcada en el reloj de la iglesia de Cúcuta, que se encontró marcando la hora fatídica. En este día las Villas del Rosario y de San José de Cúcuta, Dpto. Norte de Santander, Colombia y de San Antonio del Táchira y Capacho, Estado Táchira, Venezuela fueron destruidas totalmente por un catastrófico terremoto que asoló esta área fronteriza de los dos países.
Testigos refieren sin exageración, duró entre 40 y 50 segundos y que hubo tiempo para varios viajes desde el interior de la casa a la calle, con el fin de rescatar a los niños y enfermos.
Así quedaron la Alcaldía y la Cárcel Municipal
Así quedó la antigua Catedral, se ve el reloj de la torre
Acerca en el número de víctimas hay algunas exageraciones, algunos dicen que hubo unos 2.000, otros dicen que la lista de muertos en solo Cúcuta era de 900 a 1.000. Sin embargo el número de cadáveres sacados de las ruinas y contados fueron: 253, hombres: 208, mujeres total: 461, más no se contabilizaron los muertos de las poblaciones vecinas en un radio de 80 kms., que quedaron sepultados bajo los escombros de las casas, poblaciones como la Villa del Rosario, San Luis, Salazar, Arboledas de Las Palmas, Gramalote, Bochalema y San Faustino en Colombia y de San Antonio, Capacho, San Cristóbal, La Mulata, Rubio, Michelena, La Grita, Colón en Venezuela cayeron las casas y hasta a más de 100 kilómetros de distancia como en Sinacota y mas allá de Mérida hubo grandes daños, además fue sentido a gran distancia como en Bogotá y Caracas, donde fue sentido como un sismo de mediana intensidad que alarmó a sus pobladores, además el terremoto del Táchira derrumbó numerosas casas e ingenios (molinos) de haciendas y de fincas que quedaron totalmente destruidas, como también los patios de secado del café todos agrietados y partidos, al igual de los sistemas rudimentarios de regadío de las numerosas plantaciones de la época.
Fue tanta la magnitud del evento sísmico que afloraron aguas termales en los sitios hoy conocidos como "Agua Hedionda", bautizada así por sus olores sulfurosos y se encuentra ubicada en "El Recreo" en la antigua carretera de "Capote" a "Las Dantas" cerca de "La Mulera"; vía carretera de San Antonio a Rubio existe otro afloramiento llamado "El Tampaco", ubicado en el kilometro 17 de esa misma carretera en el sitio conocido como "Las Adjuntas"; otra fue la de "Aguas Calientes" lugar cercano a Ureña, en las coordenadas Latitud 72º 54´ 40´´Norte / Longitud 72º 25´ 50´´Oeste, a 370 mts. de altura sobre el nivel del mar, en el sitio se construyó un balneario terapéutico y un reconocido hotel que lleva el nombre de Hotel Aguas Calientes; otro brote de aguas termales es en San Pedro del Río, cerca de Colón, y en la vía Seboruco - La Grita por la vía hacia el caserio "El Suspiro" ubicada en las coordenadas Latitud 08º 08´ 27´´ Norte / Longitud 72º 03´ 49´´ Oeste, en el fondo del valle a orillas del rio La Grita a 1.000 mts de altura al norte del Estado y hacia al sur en el sitio de "El Corozo", coordenadas Latitud 07º42´00´´ Norte / Longitud 70º 14´ 27´´ Oeste, a 600 mts. de altura, distante a 8 kilómetros de San Cristóbal a orillas de ambos lados del río Torbes, afloraron aguas termales que aún mantienen un alto grado de ebullición y han sido acondicionados como sitios turísticos y de baños termales terapéuticos; esto da una idea cuan grande fueron los agrietamientos internos que se originaron en la corteza terrestre de esa zona, y en el sector conocido como "Cerro Negro" la falla geológica permitió aflorar por primera vez y de manera espontánea el petróleo en la finca llamada "La Alquitrana" de Don Manuel Antonio Pulido, en la actualidad existe un museo en la citada finca dedicado al petróleo ubicada en la antigua carretera de San Cristóbal a Rubio, por la vía de El Corozo.
Efectos y otros detalles:
Los testigos concuerdan todos con una de las características de una espesa nube de polvo que envolvió las poblaciones, producto de la caída de las paredes de tierra pisada, adobes y tapias como los techos de caña brava y tejas, que duró muchas horas en el ambiente ya que no soplaba viento alguno además de un calor sofocante que se sintió después del terremoto.
La gente pedía a gritos socorro entre las ruinas con lloros y gritos, nadie se daba cuenta de lo que pasaba.
La tierra comenzó a ondularse, se abrieron y cerraron grietas en la superficie. Algunos niños sentían placer en saltar sobre las grietas que se abrían y cerraban, uno de ellos llamó la atención de su padre sobre este fenómeno, pero la expresión fue tan triste que el niño permaneció taciturno.
Motivado a la hora del terremoto, las once y cuarto de la mañana, muchas personas se salvaron pues se encontraban en sus faenas rutinarias de agricultura, ganadería y de comercio al aire libre, no obstante en un colegio de niñas ubicado en Cúcuta todas sus alumnas murieron bajo los escombros ya que en vez de correr hacia un patio lateral del aula, lo que hicieron fue correr hacia la calle, cayéndoles la estructura del portal de entrada del colegio encima.
El señor Vicente Morán cabalgaba en una mula y estaba para cruzar el río Pamplonita cuando la mula perdió el equilibrio y cayó al agua; entonces con el temblor las aguas del río cambiaron de dirección y empezaban a moverse hacia arriba por unos minutos. El río corre de norte a sur, y se concluye por esto de la oscilación debió ser de norte a sur y tan fuerte que cambió la dirección al río. Por las faldas de los cerros y montañas inmensos peñascos se deslizaban y los caminos se bloquearon de derrumbes de aludes de tierra suelta, árboles y matas caídos por todos lados, algunos hasta arrancados de raíz, otros simplemente caídos de lado. En ese entonces aún no se había implementado el telégrafo pero en Cúcuta había una oficina, el operador no podía comunicar la novedad y recogió algunos instrumentos del telégrafo y viajó en mula hasta Chinácota donde encontró la línea que no se había cortado y telegrafío a Bogotá. Desde el atrio de la catedral se leían los telegramas públicamente para enterarse de lo ocurrido mientras que del lado venezolano permanecía aislado sin poder comunicar la gran catástrofe ocurrida.
Hubo pillaje en Cúcuta en medio de las ruinas, y 7 personas fueron juzgadas y sentenciadas a muerte por las pocas autoridades que quedaron, la fuerza nacional que existía en la ciudad, abandonada de sus jefes, se entrega a la rapiña; y las autoridades todas aterradas abandonaron también la ciudad, quedando en las ruinas a merced de ladrones, que aumentaban sus filas con cuantos veían sacar cuantiosos dineros de las cajas de hierro.
Si en verdad hubo escenas y hechos de sangre y de pillaje que podían pregonar un grado de considerable degeneración moral, también es cierto que hubo actos de heroísmo inspirados por una idea elevada de las obligaciones morales.
Para referir un de estos actos fue el de Rafael Salas joven dependiente del señor Don José María Catalán, quedó sepultado en las ruinas de la botica en que servía, expuesto al incendio que había comenzado en diversos punto de las ruinas; y cuando fue localizado por su padre y hermanos que fueron a sacarlos de aquella horrible situación les dijo:
"Saquen primero a la familia del señor Catalán".
La señorita Enriqueta Ferrero caminaba sobre las ruinas con dificultad que es de suponerse y desconcertada por completo tropezó con algo extraño, y observó que era una cabeza humana a la que le quito la tierra que la rodeaba con lo que el sepultado, que era Don Alcibíades González, pudo respirar y volver a la vida. De ahí no se separó la señorita hasta que pudo conseguir a varios personas para que cavaran y sacaran a la víctima y la pusieran a salvo, así este fueron muchos los casos de ayuda mutua y espontanea que se generaron en el "después" del terremoto.
Fue tal el temor de aquellos que vivieron "la telúrica explosión" que en la familia Neira Contreras todavía se cuenta a modo de anécdota lo sucedido con la niña María del Carmen Contreras quien momentos antes del gran sacudón había recibido una moneda de cobre para comprar dulces y luego fue a la tienda. Durante el sismo la madre de la niña logró ir corriendo entre gritos a salvarla. Todo aquél día junto con su noche no hubo nada que comer, hasta la mañana del 19 cuando entre los escombros encontraron algunos pedazos de panela e hicieron "agua miel" con ellos; cuando a la niña María del Carmen le dieron el pocillo de bebida, tenía totalmente cerrada su mano, como entumecida, y al abrírsela con ayuda, encontraron que con temor todavía sostenía entre su mano derecha la moneda de cobre con que iba a comprar dulces. Esto es una muestra sencilla de la gran impresión que el terremoto pudo haber causado en los habitantes de la ciudad.
El escritor Luis Febres Cordero ha reunido en un libro muchos documentos algunos de ellos inéditos, sobre este temblor y de allí copiamos lo siguiente:"Las ruinas de la iglesia de San Antonio del Táchira, sirvieron de lecho funeral al cura de la ciudad, doctor Domingo Antonio Mateus. Salió a uno de los patios interiores donde tenía su viñedo y las paredes cuarteadas del templo y de su casa le oprimieron".
La población de Capacho o "Libertad" colapsó totalmente que sus pobladores prefirieron antes que reconstruir en el mismo sitio mudarse hacia un plano inclinado cercano llamado "Blanquizal" y fundar otro pueblo; de allí nació la población de San Pedro de Capacho o el Capacho Nuevo llamado posteriormente "Independencia", así que en la actualidad existen dos Capachos.
Las primeras acciones de ayuda oficial hacia los sobrevivientes de Cúcuta, en una carta fecha el 12 de Junio de 1.875 dirigida al General Antonio Guzmán Blanco Presidente de Venezuela por parte del General José Antonio Baldó, dice textualmente así:
Señor General
Antonio Guzmán Blanco
Caracas
San Cristóbal, Junio 12 de 1875
Respetado General y amigo:
Colectivamente con los Generales Márquez y Medina escribí a Ud. al tercer día del infausto suceso del 18 del pasado que destruyó doce de los principales pueblos del Táchira, originándole este accidente una pérdida de diez millones de pesos por lo menos y haciéndole retrogradar en la próspera marcha de dos a tres lustros.
Los valles de Cúcuta y muy especialmente las ciudades de San José y del Rosario, así como San Antonio del Táchira fueron destruidas por completo; no corrieron esta misma suerte San Cristóbal y Táriba, donde han quedado en pie el 25% de sus casas.
El Gobierno nacional de Colombia, impuesto inmediatamente por medio del telégrafo de la destrucción de Cúcuta, envió una comisión compuesta de catorce miembros, entre los cuales se encuentran médicos, cirujanos, geólogos, químicos, etc., para auxiliar a los desgraciados y estudiar las condiciones del terreno y de las varias fuentes termales que se consideran causa del accidente. También han llegado recursos de Bogotá y del Socorro de dinero, víveres y vestuarios; y el mismo Dr. Aquiles Parra, Presidente de Santander, vino a las ruinas con fuerza armada para contener el desorden de los ladrones y a dictar medidas en el sentido de una nueva organización.......
Me repito de Ud. Respetuoso amigo
José Antonio Baldó.
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.
Buenos días amigo. Estoy muy interesado en poder contactarle para concretar conversación relacionada a dicho acontecimiento. Gracias.
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