El historiador cucuteño Fernando Vega Pérez alude a Ramón Pérez Hernández, en su obra "Estudio espectral de Norte de Santander", que dice que el calentano es ante todo afectivo y ve la vida con el prisma de un sol siempre radiante, es optimista, irreflexivo, inestable en sus ideas y esquivo al estudio.
Muchas de esas condiciones corresponden al cucuteño.
El historiador agrega que "Se excede en el espíritu de lucro y su optimismo, lo que lo hace imprevisivo, que se arruina con la misma facilidad con que se enriquece".
El cucuteño tiene unos rasgos característicos que lo hacen interesante, gusta a unos y disgusta a otros.
Le encanta sobremanera charlar con fino humor o como decimos acá charlar "mamando gallo" no importa la hora del día, haya frío o el más despiadado calor, es una de sus características principales.
Cúcuta una vez de abolengo como Popayán y Pamplona, en el sentido histórico. En el conglomerado nacional es confundida y no alcanza a verse en la amplia frontera con Venezuela.
El periodista Jorge Rolón García, en su columna semanal en La Opinión, escribió que "El cucuteño es inconforme por tradición; es alegre, bullanguero, parrandero, mentiroso, chismoso, satírico y hablador".
Todo lo que tiene es importado, así sea de San Antonio, y es el portador único de cualquier artículo o prenda, no importa que lo haya adquirido en el mercado La Sexta.
Es el que viste mejor, el que mejor baila y cuando "toma" nunca se embriaga.
Su hijo es el primero en el colegio, la universidad, el deporte y en cualquier otra actividad.
Esas expresiones son, quizás, el resultado de la mezcla con el venezolano.
Estudiosos del carácter del cucuteño conceptúan distinto. El psiquiatra Carlos Castro, que se ha dedicado al análisis y tratamiento de la conducta humana en Cúcuta, señaló que para lograr el perfil psicológico de un individuo se debe medir los arquetipos sociales, la cultura y su momento, es decir, una visión conceptualizada.
La personalidad es el resultado de un inter juego de sistemas, en el que unos van influyendo sobre los otros en constante dinamismo, "mi yo y los otros yo". Los valores que más caracterizan van cambiando a medida que el hombre va viviendo.
Cúcuta representa la bulliciosa algarabía mercantil, el desdén por las letras y la afirmación pragmática del pensamiento y de la acción, según el ocañero Luis Eduardo Páez Courvel.
El cucuteño es el resultado de ese entorno agresivo y duro; de un paisaje árido y seco; de un cielo brillante, infinitamente azul; de la brisa de sus vientos que le perfecciona y dulcifican; es contradictorio, egoísta y generoso, según sus emociones; es esquivo a asociarse, individualista e inseguro; es solidario cuando la realidad se lo plantea; es empresario y, sobre todo, comerciante por necesidad; enamorado de su tierra cuando está lejos, y sin compromisos cuando la está viviendo; no creen en blasones, ni en vínculos de estirpe; tiene un código de honor, se coloca en la base de su estructura social, basado en la familia como piedra angular de su creación y futuro desarrollo.
El patriarcado lo imprime en la relación hombre-mujer.
Ama porque si y es sincero y respetuoso, discreto y sabe guardar sus límites en su trato para con los demás. Por encima de todo es honesto y sincero, con humor a flor de labios, que igual destruye y crea.
En la fortuna frente al desarrollo sigue siendo dependiente y artesanal en la consecución de metas.
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