Fueron muchos los sucesos atípicos que conformaron este acontecimiento: su elección fue sorpresiva, tanto en Cúcuta como en Cartagena, a pesar de ser en ambas ciudades la más linda de las candidatas. Su piel clara, ojos verdes, su sonrisa, su hermoso pelo dorado y su figura formaban un conjunto armonioso que siempre se destacó, a pesar de que sin ser de baja estatura, no tenía la altura que hoy se requiere para estos concursos.
Elección y coronación en el Club de Cazadores
El 6 de noviembre de 1963 tuvo lugar el baile de selección y coronación de la señorita Cúcuta que llevaría el título de Norte de Santander en el concurso Nacional de Belleza.
Ante una muy nutrida concurrencia, cuatro hermosas y gentiles candidatas se presentaron para la competencia. Todas iban respaldadas ´por numerosos familiares y amigos que apoyaban su opción. Llevaban barras, como se dice ahora, alegres y ruidosas, decididas a lograr la corona para la niña de sus afectos. No contaba Leonor con la mayoría, pero sí con el apoyo del gobernador Eduardo Cote Lamus y con la decisión de los jurados del momento: el poeta Eduardo Carranza y Paul Kellaford, invitados de honor para juzgar quien sería la mejor representante del departamento.
Eran los tiempos en que se ponía emoción y pasión en este tipo de certámenes. La reacción que produjo en los partidarios de otras candidatas la elección de “La Mona” Duplat como reina fue comentada durante mucho tiempo por alcanzar proporciones insospechadas. Familias cucuteñas cercanas y amigas de siempre respaldando a distintas candidatas quedaron enemistadas, y su relación sufrió un antes y un después.
Preparación para Cartagena
Al comparar los reinados de esos años con los de hoy, resalta el manejo sencillo, de costos razonables y sin tantos requisitos en preparación, vestimentas, ejercicios, cirugías plásticas, idiomas, dinero, comitivas y demás.
La capacidad económica de la familia Duplat era precaria, y su sistema de vida en extremo modesto, pero a “La Mona”, muy joven, alegre y auténtica, no le preocupaban las cosas materiales. No estaba muy consciente de los requerimientos, y asumió sin angustias el reto de representar su departamento en la ciudad Heroica, decidida a dar lo mejor de sí misma y a disfrutar su experiencia.
La organización del viaje fue sencilla, y casi de un día para otro. Intervinieron, además de su madre Virginia Sanjuán de Duplat, Inés Alicia Isea de Duplat, tía de la reina y modista afamada en la ciudad por el diseño, creatividad y calidad de su costura, y Cristina Ana Ramírez de Flórez, (Nanana), quien a pedido del gobernador acompañó a Leonor en calidad de asesora y dama de compañía al certamen nacional.
Sobre los vestidos que llevó la cucuteña a Cartagena, Inés Alicia recuerda que no fueron muchos, nada parecido a lo de ahora. En su maleta acomodó el traje largo blanco de encaje bordado para el baile de coronación, un vestido corto camisero de chiffon verde aceituna, (con el que llegó a Cúcuta en su viaje de regreso), y el disfraz de odalisca para el baile de fantasía, además de dos o tres vestidos sencillos y prácticos a la moda de la época.
En el viaje la acompañaron su madre, el gobernador Cote Lamus y Cristina Ana Ramírez su dama de compañía. Esa fue la su comitiva de Norte de Santander. “Fue una experiencia increíble, comenta esta última, desde su llegada fue muy bien recibida. El actor mexicano Arturo de Córdoba, jurado invitado al concurso se encantó con Leonor desde el principio, pues manejaba una mezcla especial de belleza y naturalidad. Él la apoyó todo el tiempo, y después de su elección, ante un comentario por la estatura de la miss Colombia, contestó:” ella es muy linda, y las chaparritas crecen...”
Su rival más fuerte fue Josefina Noguera por Magdalena, pero legalmente, “La Mona” era la mejor.
Elección y coronación
“El día de la elección por la tarde me llamó doña Tera, (Teresa de Angulo, directora del concurso), y me dijo que los jurados habían decidido que Leonor sería la reina, que le pusiera los zapatos de tacón más altos”, recuerda Cristina Ana.
“No les conté nada a ella ni a su mamá, y salimos para el teatro Cartagena donde fue la ceremonia. Una vez confirmada la designación, la reacción de los cucuteños fue de júbilo, hubo fiestas y orquestas, la gente colaboró espléndidamente, fue generosa y aportó lo necesario para que nada faltara.
“Era notoria la actitud de la reina, serena, casi impasible y alegre; ante personalidades y compromisos, ante preguntas y responsabilidades, en medio de su sencillez y naturalidad estaba tranquila”; en Bogotá fue recibida por el presidente Guillermo León Valencia y sirvió en el Banquete del Millón en compañía de las demás candidatas de ese año.
“En Bogotá permanecimos tres días, y aunque ella no estaba preparada con ropa para tierra fría y para las invitaciones a las que asistiría, los cucuteños residentes en la capital y algunas casas de modas llegaron a suplir con creces estas necesidades. Era increíble la generosidad y la alegría de la gente, no faltó nada, fue una experiencia de película”, continúa Nanana.
Regreso a Cúcuta, como un cuento de hadas
“El recibimiento que la ciudad le ofreció a su reina fue apoteósico: llegó en un vuelo especial de la Fac, con personalidades de Bogotá y cucuteños que fueron a acompañarla en su viaje de regreso. En el aeropuerto después de saludar a la multitud que la esperaba, recibió las llaves de la ciudad de manos del acalde. Gentes de todos los estratos sociales admiraron su radiante belleza al desfilar por las principales calles de la ciudad; ella se quitó el turbante que hacía juego con su vestido, y le colocaron su corona y su cetro.
La Mona estaba preciosa, la tonalidad de su piel, ojos y cabello era muy bella; el gobernador Cote Lamus pronunció en esa ocasión un discurso donde la calificó de “la Cenicienta de San Luis”, concluye la dama de compañía de la única reina nacional de belleza de Norte de Santander.
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