El tema lo traigo a colación primero porque estamos cerca a dicha celebración y segundo por la inexactitud de comentarios al respecto hechos a través de varios medios y algunas respuestas en foros de internet.
Todos apuntan a que en Venezuela lo celebran así, el último domingo de mayo.
Pues lamentablemente tenemos que decirles, informarles y reiterarles que el cuento no es así, pues los amigos venezolanos lo celebran como el resto de colombianos y muchos otros países el segundo domingo, por lo tanto nada que ver con esas aseveraciones. Por eso hay que tratar de investigar un poquito, de preguntar al menos, para no desorientar más a la gente.
La breve historia de esa tradición cucuteña y nortesantandereana se remonta a la primera mitad del siglo XX, cuando la ciudad progresista y pionera como siempre, un mes de mayo se preparaba para tan bella celebración, igual que en todo el país, el segundo domingo de mayo.
En aquellos tiempos los regalos y demás detalles que se entregaban con solemnidad a cada mamá, abuela, tía o esposa, siempre llegaban de Europa, importados por los comerciantes, en su mayoría inmigrantes, asentados en la calurosa villa y propietarios de los “ventura” – “unicentro” – y “sanandresitos” de la época.
Por supuesto el transporte era en barco que cruzaba durante semanas el Atlántico para desembarcar en el puerto de Maracaibo y de allí buscar la entonces límpida, impetuosa y profunda vía acuática del Río Zulia, claro en barcazas de menor calado, con toda esa preciosa carga y otros insumos necesarios en los pueblos de esta parte del nuevo mundo, además de viajeros y probablemente contrabando y polizones.
Las pequeñas y medianas naves remontaban nuestro querido río hasta el Puerto de Los Cachos, más o menos donde queda la Represa del Distrito de Riego hoy en día y allí descargaban “los contenedores” de la época, los cuales se trasladaban a Cúcuta a lomo de mula o por tren, cuya línea pasaba relativamente cerca del puerto fluvial en mención.
De allí los pequeños barcos se devolvían llevando cargamentos de café y cacao.
Pero resulta que en esa oportunidad el barco no pudo llegar – Y no era culpa de la guardia y de Chávez, pescas milagrosas de la guerrilla o retenes con los paracos, pues aún no habían mal nacido todos esos célebres actores -y como fiesta de la madre sin regalo no es fiesta, no había otra que aplazar la celebración y en eso estuvieron de acuerdo autoridades municipales, autoridades eclesiásticas, gremio de comerciantes y comunidad en general.
Entonces el día de la madre debió trasladarse al último domingo, pues estando todos de acuerdo era mejor esperar las buenas mercancías Made in Europa y no conformarse con la misa, claveles rojos, serenata y ponquecito criollo, de la Cúcuta de entonces.
Hay que decir que el barco al fin llegó, los regalos también y la fiesta se pudo realizar con todo su esplendor y la cosa desde ese momento quedó gustando, por eso se motivó la celebración en los siguientes años de igual manera, lo cual generaba una diferencia de la región con el resto del país, que con el paso del tiempo se fue arraigando y hoy hace parte de esa identidad que tenemos todos los nacidos o criados en estas tierras.
Los demás pueblos del departamento también se fueron uniendo a esa idea, salvo algunas excepciones en la provincia de Ocaña.
Por eso celebrar el DIA DE LA MADRE el último domingo de mayo se sigue y se seguirá haciendo así, pues es una marca distintiva y que la llevamos muy, pero muy pegada a nuestro corazón, pues recordemos que en varias ocasiones se han oído voces de personas e instituciones queriendo obligar la celebración como en todo el país.
Pienso que eso sería como un madrazo de frente para todos los que tenemos arraigo por la tierra, sus costumbres, su historia y demás connotaciones.
O igual que si propusieran cambiarle el nombre al Pamplonita y ponerle Elías M. Soto, por lo de la canción, al estadio General Santander por el nombre de Ramiro Suárez porque lo acabó de construir o al aeropuerto Camilo Daza por Jorge Rolón, sobreviviente de un accidente de aviación.
Por lo tanto, dicha versión, es la que he escuchado siempre de historiadores y narradores de épocas pretéritas, coincidentes en esencia, fechas y proyección, que todos debemos conocer, comentar y contar a toda esa gente que aún no la conoce y vive pensando que todo aquí lo hacemos, lo sentimos, lo creamos, lo organizamos, en fin, porque en Venezuela la cosa es así.
Lástima que esa sea la idea más vendida y por esa razón es que debemos accionar ideas y promoción, desde luego con cierta intensidad, para mostrar y demostrar que somos Colombia, pero un pueblo diferente, con su propia identidad.
Que les parece entonces, ahora que temas un tanto triviales como el tratado, que vuelve al primer plano, a ver si trabajamos con celeridad y claridad, para que en el resto del país y algunos lugares del exterior no sigan pensando que nuestra ciudad y departamento son Venezuela o Santander, pues esto es Cúcuta y Norte de Santander, donde nació Colombia y Venezuela también.
NOTA : No todos los países del planeta celebran el DIA DEL MADRE el segundo domingo de mayo, aunque si la mayoría.
Hay diferentes fechas y meses en distintos lugares, como el caso de República Dominicana y Suecia, que al igual que Cúcuta y N.S., también lo hacen el último domingo de mayo.
Según cronistas e historiadores locales, la época en que ocurrió el cambio de fecha del DIA DE LA MADRE en nuestra tierra se remonta a la década de 1930, pero el año, no ha podido ser fijado con exactitud.
La versión de Fenalco señala a 1950, pero de todos modos nos aferramos a los datos antes citados, pues en muchas ocasiones escuchamos que ese cambio se dio en años anteriores y además para mediados de siglo el puerto de Maracaibo había perdido la importancia para el tránsito de mercancías de importación y exportación, pues las mismas se hacían a través de Barranquilla, el río Magdalena y sus puertos de donde se despachaban al interior, V.ga. por la carretera Bucaramanga-Pamplona-Cúcuta, ya construida en ese entonces.
Además el transporte aéreo se fortalecía con nuevos, más grandes y eficientes aviones, que permitían transportar pasajeros y cierta carga a ciudades importantes como la capital de Norte de Santander, que ya por esos años contaba con muchos compradores del vecino país y mostraba su irremediable vocación comercial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario