En este sector cucuteño, debajo de dos puentes se encuentra intacta la estructura metálica por donde pasaba la línea a la Frontera del Ferrocarril de Cúcuta. La pintura original, unas cuantas telarañas y algunos murciélagos son los únicos testigos del paso del tiempo.
James Carrillo, Jesús Omaña Niño y Edwin Mora, nuestros guías en este recorrido, por medio de la tradición oral han ido desenmarañando el valor histórico que tiene Boconó.
Cuando eran niños, los tres amigos siempre escuchaban con atención las historias de sus abuelos sobre la conformación y fundación del lugar, descubriendo por sus propios medios los hornos, sistemas de riego y demás objetos antiguos con los que empezaron a tejer la historia de su barrio.
Para poder ver los rieles del ferrocarril, es necesario bajar de la carretera hacia el puente y pasarlo por debajo, teniendo cuidado de no caer o salpicarse con las aguas residuales que lo cruzan.
De la línea férrea de la Frontera que operó desde 1897 hasta 1933, saliendo desde de la Estación Cúcuta a la Estación Rosetal, continuando por Escobal, Boconó, Lomitas, Villa del Rosario y San Antonio del Táchira, con una extensión de 16 kilómetros, hoy solo quedan recuerdos.
Pero los rieles no constituyen la única muestra de historia que tiene Boconó para exponer. Hornos, construcciones de bajareque, pozos de agua y rústicos sistemas de riego hacen parte de la historia de este sector, conocido hace 120 años como el ‘Guacharacal’.
De lo anterior hay constancia en una de las primeras escrituras de tierras de este lugar a nombre Pablo Angola, descendiente de la familia Duarte, fundadora del que fuera corregimiento de Cúcuta hasta 1986.
Hace más de un siglo estos terrenos estaban divididos en tres grandes haciendas: Santa Clara, Santa Ana y los Trapiches. Allí se cultivaba maíz, yuca, plátano y guineo negro, además de frutas y hortalizas. Durante muchos años fue enormemente reconocido por tener las mejores galleras.
La tradición oral se ha convertido en un legado histórico en el sector. Mientras que Edwin estudia la historia por vocación, donde relatos de guacas, fantasmas y maldiciones son protagonistas; Jesús empezó a tejerla por azares del destino, hace dos años.
En 2010, debido a problemas con unas tierras familiares se puso a indagar sobre las escrituras de su vivienda, tarea que lo llevó a entrelazar su árbol genealógico hasta llegar a sus raíces: la familia Duarte.
Aunque Jesús Omaña Niño no lleva el Duarte en su nombre, es descendiente directo de los primeros habitantes de Boconó.
Al preguntársele sobre su familia, a pesar de haber indagado sobre sus orígenes, para este joven de 27 años la cronología no es muy clara.
En 1820 llegaron a estos terrenos Rozo Duarte y Agripina Monsalve, que a su vez tuvieron a Faustino Duarte, quien contrajo matrimonio con Juana Chona, de cuya unión nació Juan de la Cruz Duarte y Sofía Duarte, quienes trajeron al mundo a Andrea Duarte, bisabuela de Jesús.
Este joven tuvo que desempolvar varios registros de la Academia de Historia de Norte de Santander para llegar a sus orígenes.
El gusto por la historia y la tradición lo lleva desde niño, gracias a las anécdotas narradas por los mayores y la manía de su familia de coleccionar antigüedades.
En su casa se pueden encontrar diferentes objetos que tienen más de un siglo de antigüedad, todos ellos heredados de sus abuelos. Máquinas de coser Singer de 1926, juegos de té, de la misma época, tarjetas de identidad postal de menor antigüedad y fotos, cartas, afiches, recortes del diario La Frontera, recibos de renta decimal, Tesorería Municipal, recaudación de diezmos y primicia de finales de 1800, hacen parte de las reliquias que podemos observar.
Dos radios de la época, marca Philips y una rustica balanza son dos de los objetos con mayor valor para esta familia.
María Rosario Niño Angola, con una lucidez envidiable, a sus 81 años la más veterana de la familia Niño Angola, y bisnieta de Andrea Duarte.
Rosa María es tía abuela Omaña Niño. Esta mujer guarda con recelo documentos de finales del siglo XX como si fueran su mayor tesoro, sin reparar en exhibirlos cada vez que se lo piden.
Afiches de Coca Cola, Piel Roja y gaseosa Posada Tobón (hoy Postobón), hacen parte de su colección.
De los cerca de 20 ranchitos de bajareque que iniciaron hace más de un siglo en sector, hoy solo quedan ruinas y recuerdos. Luego de ser corregimiento hasta hace 26 años, su extensión creció notoriamente. Hoy más de 200 familias lo habitan.
Para Edwin Mora, estar tan aislados de la ciudad los ha invisibilizado de alguna forma. Por tal razón, junto a James Carrillo, presidente de la junta de acción comunal y Jesús Omaña, lideran una iniciativa que busca recuperar la identidad del barrio impulsando la historia.
“Hemos venido trabajando en regresarle a la gente la confianza en la junta. Mediante el sentido de pertenencia venimos rescatando nuestra identidad desde hace varios años”, resaltó.
Por el momento, estos tres jóvenes trabajan en destacar y resaltar la importancia que ha tenido Boconó a lo largo de los años para el desarrollo de Cúcuta y Norte de Santander.
¿Y usted ya se detuvo a mirar los rieles del primer ferrocarril del país?
Todavía queda un Duarte vivo y está cumpliendo 99 años según su cédula pero según su hermano, mi abuelo nació en 1920 se llama Maximino Duarte y fue corregidor por más de 20 años
ResponderEliminarSi
ResponderEliminar