Sergio Armando Cáceres Mateus
Padre Jordán
1. Primeros pasos del presbítero
Jordán en el Oriente de Colombia
Daniel Jordán Contreras nació en Pamplona, Norte de Santander, el 4 de
diciembre de 1899, en el inicio de La Guerra de Los Mil Días (1899-1902).
El 21 de mayo de 1917 se graduó del colegio y días después sería
aceptado en el Seminario de Pamplona, a cargo de monseñor Rafael Afanador y
Cadena, obispo de la diócesis de Nueva Pamplona.
En el momento
que iba a iniciar su formación en la vida sacerdotal fue asesinado su padre
Pedro Luis Jordán, Prefecto de la Provincia, por cuestiones políticas.
Sobreponiéndose a esta realidad, cuatro años después (en 1921),
Daniel Jordán finiquitó sus estudios y fue ordenado presbítero.
Posteriormente estuvo a cargo, durante 1928-1931, de la parroquia San Juan
Nepomuceno de Floridablanca (Santander).
Durante su estancia realizó
actividades sociales y religiosas de diferente índole en la región: la primera
actuación del presbítero fue la intervención que realizó el 12 de octubre en la
inauguración del Centro de Estudios Históricos de Bucaramanga.
Luego, en 1929, creó el Semanario de la parroquia La Voz Parroquial.
De hecho, para 1930, por iniciativa propia y con ayuda de los
fieles, construyó la casa cural de la parroquia.
Ahora bien, el ascenso de los liberales al poder en 1930 con Enrique Olaya
Herrera y la liberalización de los cargos públicos en departamentos como
Santander y Boyacá generó una avalancha de violencia bipartidista que teñiría
los campos de sangre.
En efecto, en muchos de estos casos de violencia se
observa la presencia de algunos miembros del clero de forma directa o
indirecta.
Por ejemplo, el 7 de diciembre de 1930 se realizó en la ciudad de
Bucaramanga un bazar por parte del partido liberal.
Después, en las horas de la noche, en las escaleras de la parroquia de San
Juan Nepomuceno (Florida), algunos liberales en tono alcoholizado empezaron a
gritar vivas y abajos, haciendo remembranza a los partidos tradicionales, según
lo expresa él en la editorial del periódico de Pamplona, La Unidad Católica.
El señor José del C. Galvis, conservador, que iba entrando a la
iglesia, protestó ante la turba liberal y fue golpeado.
En su defensa salieron
campesinos conservadores que se encontraban en la iglesia junto al cura Daniel
Jordán.
Según el artículo del periódico La Unidad Católica, este intentó
detener a varios conservadores para que no salieran a repeler el ataque de los
liberales.
Sin embargo, varias personas estaban ingresando y otras salieron de
la parroquia, al frente de la cual se dio un enfrentamiento que dejaría varias
víctimas mortales y heridos:
Aureliano Rojas, muchacho del campo, tuvo la necesidad de ir a la tienda y
la turba se lanzó sobre él.
Tres campesinos y el Sr. Juan de J. Mantilla volaron a las voces de auxilio
del joven, sin armas de ninguna clase.
Vinieron las detonaciones, los alaridos, la sangre, los ayes y los gritos.
El señor Juan fue herido con un cuchillo, y murió. Aureliano fue herido de bala,
Leonor Martínez con proyectil, y un joven que estaba sentado en un carro de la
familia Ortiz Arenas, le clavaron un puñal en la espalda.
[....] Llego la policía
departamental, sitió la casa cural, prohibió el tránsito de los conservadores y
varias veces los requisó. Los demás andaban armados y libres, liberales,
trataban al párroco como responsable y agitador.
En efecto, el periódico pamplonés defendía a Jordán, ''La manera como
varios empleados y muchos liberales de Bucaramanga y Florida han defendido la
tragedia es inverosímil''.
Es necesario aclarar que en dicho enfrentamiento todas las víctimas fueron
conservadoras. No obstante, la reacción fue inmediata por parte de periódicos
como Vanguardia Liberal, que indicaban que el culpable de dichos actos
era el presbítero:
''El párroco es el responsable. [...] en vez de adoctrinar a los hijos
Florideños [...] ¡De la casa cural en construcción salió una lluvia de balas de
grass, carabinas, revólveres [...]fi''.
Lo cierto es que los dirigentes liberales santandereanos le asignaron una
responsabilidad directa al presbítero en los hechos y se comunicaron al
respecto con el arzobispo de Bogotá, con el fin de que fuera destituido de su
cargo y enviado fuera del departamento.
Sin embargo, la destitución deseada por
algunos miembros del partido liberal no ocurrió de inmediato; tan solo un año
después sería trasladado a otra parroquia de la región.
Por otro lado, la respuesta de Jordán ante tales acontecimientos fue
declamar el 17 de diciembre de 1930 en el púlpito de la iglesia de San Laureano
de Bucaramanga dos oraciones fúnebres en conmemoración del centenario de la
muerte de Antonio José de Sucre y de Simón Bolívar, las dos
enalteciendo a los héroes patrios, a la patria y haciendo énfasis en la
presencia de la Iglesia católica y de los sacerdotes en el proceso de la
independencia de Colombia.
Pues bien, después de perpetrarse una serie de crímenes recíprocos en la
provincia de García Rovira durante 1931 por parte de conservadores
y liberales, aparece un ultimátum en la sección editorial de Vanguardia
Liberal, el 25 de noviembre de 1931.
En esta se critica la falta de interés y protección por parte del gobierno
en mejorar la situación en la provincia de García Rovira. Así mismo, declara
que dichos acontecimientos han sido resultado del accionar político de
sacerdotes de la región, haciendo una sindicación generalizada al clero.
Finalmente, se notifica que se toma como iniciativa de oposición y de
defensa la organización armada liberal. De manera que, a nivel
discursivo, se produce una narrativa de enfrentamiento entre actores políticos.
Incluso, para acrecentar los problemas entre las dos fracciones políticas de
la provincia de García Rovira, el obispo de Pamplona Rafael Afanador y Cadena
nombró a Daniel Jordán el 1o de diciembre de 1931 vicario de Málaga, centro de
García Rovira, provincia en donde la violencia bipartidista se
venía desatando.
El periódico Vanguardia Liberal publicó una dura crítica al obispo por su
decisión:
De todos son conocidas las actuaciones políticas de Jordán, que motivaron
choques sangrientos entre ambos bandos, y en las actuales circunstancias [...]
que en vez de desarmar los espíritus, arma los brazos para la pelea y la
emboscada [...] nos parece el más grande de los desaciertos del prelado
diocesano y su designación para la parroquia de Málaga.
Por el contrario, el periódico La Unidad Católica, órgano de la
diócesis de Pamplona, aducía que en Málaga importantes sectores del liberalismo
''[...] han hecho una campaña sectaria contra el Pbro. Daniel Jordán, [...]
haciéndole cargos tan injustos como calumniosos''.
Paralelamente, en dos entrevistas a Daniel Jordán que publicaron en el
periódico Vanguardia Liberal entre el 6 y el 10 de diciembre de 1931,
este declaró que la situación en Santander era insostenible, y aseguró que la
única forma de que mejorara era nombrando un gobernador conservador que diera
garantías a todos.
Igualmente, afirmaba que la policía de
Santander estaba compuesta por una cuadrilla de asesinos.
Además, aclaraba que lo sucedido en la casa cural de la parroquia de San
Juan Nepomuceno de Florida había sido un intento de los ''rojos'' de sacarlo de
la región:
''[...] El tiroteo fue continuo y
tuve que contener a los conservadores para que no exterminaran a los rojos, que
intentaron sacarme del pueblo de aquella manera. Pero se equivocaron, porque yo
soy muy hombre y no se me intimida tan fácilmente''.
Es decir, su injerencia en cuestiones políticas era evidente: por un lado,
defendía al partido conservador y a sus líderes, y por otro, atacaba al
liberalismo con un tono intransigente.
Así mismo, existía un
contenido pasional, más allá de lo político o lo religioso, en el que defendía
su honor masculino.
De ahí que durante todo el mes de diciembre facciones liberales de la
región realizaron duras críticas al nuevo vicario de Málaga.
De
hecho, para el 20 de julio de 1932 el presbítero Jordán, con motivo de la
consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús y de su llegada a la
vicaría de Málaga, desde el púlpito, en tono intransigente aducía recoger una
parroquia ''enlutada por la sangre de
hermanos católicos'' y criticaba al liberalismo considerándolo una ''demagogia extraña y cruel'' basada en
el error.
De esta manera, llegó al cargo de la vicaría
anunciando el nuevo rumbo que tomaría bajo su administración.
Posteriormente, el 16 de septiembre de 1932 realizó una publicación en el
periódico La Unidad Católica, en la cual confrontaba al político y
jurista liberal Carlos Arango Vélez ''por
los cargos, agresiones y calumnias que usted ha modulado contra el clero
santandereano y boyacense, en hora turbia y mal hada''.
Es más, lamentaba que Carlos Arango Vélez fuera un partidario de la ''corriente demagógica'' del liberalismo,
que en su discurso equivalía a la oficial; lo declaraba públicamente
anticlerical y en contra de la religión católica:
Lamento profundamente que deje
esfumar en usted al que se insinuaba y aceptábamos como uno de los pocos que
pueden contrarrestar y dominar en su partido las bajas pasiones y corrientes
demagógicas y ponerlas a tono con los intereses y derechos de la Iglesia [...]
Usted,
enorgulleciéndose de su sangre, se ha llamado católico, y su partido se desvive
por convencernos de que la Iglesia gozará de toda clase de garantías en las
administraciones por venir.
En desagraciada contradicción,
confieso ante el país que usted no es clerical y sin intervalo demuestro su
anticlericalismo en forma como varias veces la registran los Anales de la Cámara;
y afirma rotundamente que los hombres pueden separarse de las religiones
existentes [...]
Para atacarnos a los sacerdotes con más autoridad quiso hacer
pública su profesión de fe diciendo que no es ateo y cree en Dios, pero sin
fijarse que esa formula la pronuncia cualquier protestante o mahometano [...]
En efecto, para muchos sectores del liberalismo y de la izquierda
colombiana el actuar público del presbítero era aliciente para que estos hechos
de violencia se perpetraran.
De manera que su intransigencia le costaría su
''corto exilio'' del país.
A la vez, estos enfrentamientos entre líderes de ambos bandos se
recrudecieron de tal forma que entre 1930 y 1933 se transformaron en una guerra
fratricida, que paulatinamente se fue ampliando en la provincia de García
Rovira y en algunos municipios de la diócesis de Pamplona en el
Nororiente colombiano.
A mediados de diciembre de 1935 Daniel Jordán creó en Málaga el Semanario La
Defensa, medio informativo que utilizó para atacar a diferentes dirigentes
del partido liberal.
2. El corto ''exilio'', sus
coordenadas ideológicas y su regreso a Colombia
El 1º de marzo de 1936, según decisión de algunos círculos liberales de la
Asamblea departamental de Santander, se tramitaban todas las diligencias de
orden jurídico para considerar al párroco Jordán, persona no grata en el
departamento y el país.
Para el 25 de abril del mismo año, la Asamblea cumplió su objetivo:
''Resuelve: Exigir a las altas jerarquías de la Iglesia Católica el inmediato
traslado del sacerdote, del curato de la ciudad de Málaga o de cualquier otro
curato de la República, por considerarlo persona no grata a este departamento
[....]''.
Por decisión del Nuncio Apostólico y del Arzobispado de Bogotá, Daniel
Jordán fue retirado del cargo y enviado fuera del país durante dos años para
que estudiara los movimientos de la Acción Católica.
Los viajes de peregrinación del padre Jordán al Medio Oriente y Europa se
pueden resumir en Palestina, Egipto, Roma, Florencia, París,
Bélgica y España:
''No fue el Dr. Jordán al viejo mundo como simple turista, sino en viaje de
estudio y observación. Durante su gira por varios países europeos, supo
aprovechar admirablemente el tiempo para aumentar el acervo de su cultura
eclesiástica''.
Antes de su viaje, la última actuación de Jordán fue la publicación de un
artículo titulado ''El significado de una victoria'', en el periódico de
Pamplona La Unidad Católica, un día después del bombardeo a Madrid, en
donde se encontraba el Frente Popular, momento en el que llegaba el ejército
nacionalista a la ciudad, refiriéndose a este como un acontecimiento de orden
mundial:
''Con la entrada de los ejércitos
nacionalistas en Madrid parece haber tocado a su término el duelo a muerte
concertado en España entre religión y el ateísmo, entre la civilización y la
barbarie, entre Roma y Moscú [...]''.
Es decir, la intransigencia de Jordán se encontraba inmersa en una
mentalidad dualista de un mundo a blanco y negro, bipolar, entre el bien y el
mal, que conllevaba una idea de honor y duelo, y en la que se presuponía la
muerte del contrincante.
Aunque solo fue a estudiar los movimientos de la Acción Católica y a
dedicarse a la peregrinación, el presbítero Jordán aprovechó su estancia para
realizar una lectura de los sucesos políticos más importantes del nacional
catolicismo español, con el objetivo de darles relevancia y mostrar su
admiración por el general Franco.
Por ejemplo, cuando Daniel Jordán estuvo en España visitó dos santuarios de
suma importancia para la Iglesia católica: Compostela y Zaragoza.
De hecho, el
día en que visitaba el santuario de Compostela, ''Franco rendía en el santuario
sus armas, en búsqueda de inspiración y a llevarse el hálito de la victoria
hispana y católica, siempre viviente en la urna del Apóstol''.
Así mismo, Jordán, en su libro Notas de viaje, describe la relación
y cercanía de España y Colombia, además, enfatiza en el apoyo que le brindaba
personalmente por el ideal hispánico, católico y tradicionalista que encontraba
en la falange y en la causa franquista:
¡Madre Patria: ya estás Arriba! Te
encuentras de nuevo en las alturas, que son tu puesto. [...]
Bien sabes que
Colombia te ha reconocido y acompañado desde un principio, con el corazón y la
plegaria [...]
Tú la España de Calvo Sotelo y Franco, de Peman y Pemartín, la
vencedora en Europa del comunismo, que emerges triunfadora y nueva, de entre la
sangre de millares de mártires tuyos y aún de colombianos, con el
tradicionalismo y la falange por táctica, tu eres la España legitima, la de don
Pelayo y el Mío Cid, la de los Reyes Católicos y el cardenal Cisneros, la de
Carlos V y Felipe II, la de Cervantes, Murillo y Vásquez de Mella. [...]
Colombia es tu hija y tu aliada en el desarrollo de los grandes ideales hispano
– americanos.
Ahora bien, el jueves 18 de febrero de 1937 Jordán se encontraba instalado
en Roma y le escribía una carta a su amigo Laureano Gómez para informarle de la
muerte del ex presidente Enrique Olaya Herrera, en la que le
comenta:
''El sábado se celebrarán las
exequias solemnes en la iglesia de Nuestra Señora de Los Ángeles, centro de las
grandes funciones oficiales. Y embalsamado dentro de un ataúd, sin poder ni
voz, tornará a la patria [...]''.
Igualmente, le informaba que Olaya fue acompañado siempre por una comitiva
colombiana del clero secular liderada por él, por los padres jesuitas y por
algunos miembros del Colegio Pío Latinoamericano.
Finalmente, le manifestaba que el notable liberal había abjurado antes de
morir de la masonería y del liberalismo para tener el ''descanso eterno'':
Murió al cuidado de abnegadas
religiosas y asistido por la Iglesia. Y los jesuitas, presididos por el padre
Juan María Restrepo, los alumnos del Colegio Pío Latino Americano y los
sacerdotes seculares de Colombia, fuimos los primeros en rodear su cadáver, que
descansa a la sombra de una gran cruz, guarda entre sus manos al omnipotente
Crucifijo y se ilumina con la cinta tricolor.
Como despedida de esta ilustre
colonia colombiana, me correspondió a mí recitarle la plegaria del descanso eterno
y rociarle el agua bendita del perdón divino.
[...] Sin duda que los curiosísimos
liberales de nuestra patria preparan ya el ridículo ceremonial de la masonería
y alistan sus escuadras y banderas negras.
Pero es de saber y repetir que el
Dr. Olaya Herrera, para bien morir, reprobó la masonería, renegó de sus
prácticas y renunció a sus ritos; que es en última voluntad reposar
católicamente, y que la legislación canónica le da a la Iglesia derecho
exclusivo sobre los restos que se le confían, y que ella ha purificado y
bendecido maternalmente.
Los últimos días del doctor Olaya
nos demuestra que desde cierto punto de vista es una farsa la incredulidad de
los liberales colombianos. Esta no resiste el corrosivo de la muerte. [...]
Por otro lado, el 29 de mayo de 1937, desde Roma, escribía una dura crítica
al proyecto llevado a cabo por Alfonso López Pumarejo y el liberalismo para
realizar una reforma al Concordato celebrado con Colombia en 1887, sobre todo
en lo referente a tres puntos: el matrimonio, la educación religiosa y los
bienes arrebatados a la Iglesia.
De hecho, lo que proponía Jordán era hacer un plebiscito para que los
colombianos decidieran:
''y que no quede
como la reforma constitucional, indeleblemente marcadas la división y la
diferencia entre el Concordato de la república liberal y el Concordato de la
República de Colombia''.
Dos años después, Daniel Jordán retornó a Colombia e
inmediatamente fue recibido con un acogedor saludo por parte de La Unidad
Católica de Pamplona, periódico que le ofreció sus columnas.
Meses más tarde, el padre Jordán a través de los medios de comunicación
reiniciaba sus discursos políticos, pero esta vez con un ingrediente de
hispanismo (lengua, raza y religión) con el que se sacralizaba
la figura del dictador de España Francisco Franco y se enmascaraba a la Guerra
Civil Española como una Cruzada Santa contra los enemigos de la Iglesia y de la
Patria.
Por ejemplo, a través de la radio, específicamente de la emisora La Voz
de Colombia, Jordán pronunció una magistral conferencia con motivo de la
Fiesta Nacionalista organizada por la Falange Española.
Iniciaba la conferencia retomando la historia de España desde ámbitos
hispánicos, a través de figuras religiosas de suma importancia en las creencias
católicas españolas, como es el Apóstol Santiago y la Virgen María del Pilar.
Es más, señalaba que estas figuras religiosas habían estado en los frentes
del Ejercito Nacionalista Español para la extirpación roja.
De esta manera,
según él, los hechos adquirían el carácter de una Cruzada Santa al estilo
medieval, en donde la Virgen y el Apóstol Santiago comandaban el ejército
nacionalista.
Incluso, Jordán declaraba que las figuras y los episodios de esta Cruzada
Española no se podían superar por otros de la historia universal en los
hechos materiales y en los ideales heroicos.
De igual manera, sacralizaba la imagen de Franco, de modo que lo concebía
como figura salvadora:
''[...] Franco
subyuga por su sencillez y magnanimidad, por su sabiduría militar y habilidad
de estadista, por su fe cristiana y la vida purísima y sin tacha''.
Para terminar la Conferencia, afirmaba que el movimiento nacionalista
comandado por Franco no era un movimiento fascista, por el contrario, era un
movimiento de puro españolismo para la reconstrucción de un Estado católico.
Mientras tanto, desde 1934, en el ámbito nacional se pondría aún más tensa
la situación por la irrupción del gobierno de Alfonso López Pumarejo y su
programa de Revolución en Marcha y, luego, por la continuación
de esta política laicista en el mandato de Eduardo Santos, entre 1938 y 1939,
lo que trasgredió los intereses de colegios católicos del país
y de algunos conventos de Bogotá y afectó varias comunidades
religiosas que estaban encargados de dichos establecimientos.
De hecho, esta situación fue utilizada de tal forma por algunos miembros
del la organización religiosa (clero colombiano) que se mostró a la opinión
pública una realidad paralela a la de España durante la República Liberal,
aduciendo una persecución religiosa.
3. Daniel Jordán en el Nororiente
colombiano
En marzo de 1939 el padre Jordán es nombrado párroco de San José de Cúcuta
por el obispo de la diócesis Rafael Afanador y Cadena.
En la década de 1940 se dedicó a realizar diferentes obras para la parroquia
de San José de Cúcuta.
Por ejemplo, a principios de abril de 1942 inauguró en la parroquia la
nueva casa rectoral, descripción que realiza el órgano oficial de la diócesis
de Pamplona:
''Es un moderno y elegantísimo edificio, fruto del esfuerzo del actual
párroco Daniel Jordán. Gracias a su dinamismo, a la generosidad de sus
feligreses, el padre Jordán logró levantar esta espléndida mansión [...]''.
Su labor no se restringía meramente a su oficio como párroco, pues su
participación en discusiones políticas llevó a que diferentes sectores lo
señalaran como un sujeto beligerante.
Por ejemplo, la respuesta a los actos cometidos por uno de los miembros de
la Misión Cumberland a finales de abril de 1942, en pleno Congreso Mariano
Nacional, incitó a Daniel Jordán a pronunciarse contra los
protestantes:
''Como la Virgen María, es el más
sagrado y preciado tesoro de la religión católica, el protestantismo la ataca
de madre, concebida por apóstatas y corruptos e introducida en nuestro país
para traicionar a nuestra patria y prepararla para ser conquistada, [...] por
aquel que se apoderó de Panamá''.
Según el historiador inglés Abel Christopher, el padre Daniel Jordán,
influido por las tradiciones clericales nacionales de la España franquista,
criticaba y rechazaba la conducta de penetración de Estados Unidos a través del
protestantismo.
Visión que era retomada por Laureano Gómez en
1942, quien amenazaba con la guerra civil colombiana con apoyo de Franco.
Por otro lado, Jordán viajó el 1º de mayo de 1942 a Cali como asistente e
invitado al Congreso Mariano Misional celebrado en esta ciudad.
Además, fue uno de los organizadores y mentores del Congreso Mariano de Cúcuta,
acontecimiento importante para la diócesis de Pamplona y especialmente para
Cúcuta, pues le daría la oportunidad de apertura para convertirse en diócesis
una década después (1956):
[...] La magna procesión que se celebró en la tarde para pasear en triunfo
a la Virgen del Pilar por las principales calles de la ciudad, tuvo la
grandiosidad de una apoteosis.
Más de veinte mil espectadores apiñados en el
atrio de San José, en el parque de Santander y en la Avenida 5ª. [...] el señor
Obispo bendijo la imagen, ante la cual un inmenso coro de niños desarrollo con
entusiasmo el coro hablado María Reina, del Hogar. [...]
Desde la tribuna exaltó luego el padre Jordán en cláusulas deslumbrantes de
arrebatadora elocuencia la gesta realizada por la Hispanidad bajo los
estandartes de la Pilarica, y este fue el tema desarrollada por radio durante
la gran procesión que torno al atrio de San José [...].
En 1943 Jordán fue nombrado director de la revista El Granito de Arena
que para entonces cumplía veintiocho años de funcionamiento.
Es
necesario aclarar que, en repetidas ocasiones, Jordán y la Editorial de esta
revista publicaron una serie de artículos en contra del liberalismo,
la masonería y el protestantismo.
Igualmente, Laureano Gómez tuvo ocasión de escribir en la revista
explicando las diferencias de ser un congresista liberal y un congresista
conservador, cuestiones que eran enmarcadas en temas políticos que buscaban
estar a favor del ''Partido Espiritualista'' (Conservador).
A finales de 1943, estas acciones le costarían a Daniel Jordán problemas
con la alta jerarquía de la arquidiócesis de Bogotá, pues su actitud no era
bien vista por miembros de otras corrientes político-religiosas dentro de la
organización religiosa colombiana, como se explicará más adelante.
En abril de 1943 Jordán fue invitado por el presidente del Concejo del
Municipio de Cúcuta, Miguel Alvarado García, para que pronunciara un discurso
en honor a los 150 años del municipio de Cúcuta, después de una misa campal
celebrada por el obispo de la diócesis.
Es decir, su capacidad
como orador era aprovechada en la celebración de eventos públicos, para los que
en varias ocasiones fue tenido en cuenta por las autoridades civiles y
religiosas.
En octubre de 1943, Jordán se pronunció en la revista en contra de las
Ferias del Libro, programa de cultura popular difundido en la República Liberal.
Consideraba que este tipo de eventos estaba plagado de tráfico
de ''porquería literaria'', libros
ateos, herejes y pornográficos:
''de Vargas Vila, Zolá, Sweight, Balzac, Freud, Proust, viene a
presentarse como pedestal de la cultura patria. Es la dinamita moral que
derrumba y destruye las conciencias''.
Daniel Jordán se pronunció en pro de la celebración del Centenario del
nacimiento de Miguel Antonio Caro en dos artículos de la revista El Granito
de Arena.
En el primer texto se refería a él como maestro, héroe y numen
de la cultura y de la patria.
En el segundo hizo una dura
crítica a las celebraciones organizadas por el Estado en conmemoración del
Centenario de su nacimiento, sobre todo a la presentación de Luis López de Mesa
en el Teatro Colón:
[...] El Dr. López de Mesa es básicamente un profesional que
se ha enaltecido con dilatadas lecturas científicas y literarias [...] pero
carece de la elevación y penetración metafísicas y en sus viajes literarios y
sociológicos marcha con el bagaje mútilo y unilateral del sistema materialista
o del naturalismo ecléctico; por lo cual trepida o bambolea en aquel equilibrio
intelectual, psíquico y fisiológico que coloca al pensador en el punto exacto y
preciso, debajo de la estratosfera y sobre la limpia y clara realidad de las
cosas y los hombres.
Si hubiera tenido la fortuna de disfrutar de la formación
filosófica de Caro, le hubiera seguido en sus huellas.
En medio de la violencia en que se hallaba la nación, Jordán arremetía
contra el presidente Alfonso López Pumarejo por el viaje que realizó el 16 de
noviembre a Estados Unidos:
''El señor
López se fuga del puesto presidencial, de su partido y de la república [...]
nos referimos a la tragedia política que mantiene en convulsión al país
sediento de justicia, deseoso de pulcritud y ansioso de la tranquilidad
espiritual''.
Para finalizar, este año el presbítero viajó a Bogotá asistiendo al señor
canónigo Demetrio Mendoza, quien se sometería a una cirugía, y también ''para atender su propia salud y adelantar
contratos relacionados con el templo de la parroquia de San José de Cúcuta''.
Durante su estadía tuvo problemas con Luis Andrade Valderrama, vicario
general de la arquidiócesis de Bogotá, quien le prohibió dictar misa en el
santuario de Monserrate, cuestión que le fue comunicada a través de una carta
del gobierno eclesiástico el 23 de noviembre de 1943:
''Advierto que dicho Sr.
no se ha presentado en la curia a exhibir sus licencias y recibir las
facultades del caso, y además ha hecho publicaciones en el periódico El
Granito de Arena contra las disposiciones establecidas en los cánones y las
especiales de la arquidiócesis[...]''.
Esto indica la división al interior de la organización religiosa
colombiana. Es más, la respuesta de Jordán fue retadora.
Argumentó que El
Granito de Arena estaba plenamente autorizado por el obispo de Pamplona y
que en el derecho canónico no había ningún artículo que prohibiera al sacerdote
realizar las funciones de su ministerio, y mucho menos que se
prohibiera al sacerdote hacer su trabajo, además señalaba al vicario de Bogotá
de contribuir a la reforma del Concordato:
[...] Imposible que el sacerdote
colombiano no pueda tratar de moralidad pública y de grandezas patrias,
mientras otros escritores edifican y arreglan con toda libertad la ciudad del
diablo. [...] Lo que me suena en medio de todo es el galopar de las cuadrigas
que han venido poniendo en confusión a la conciencia católica de la nación, y
lo que veo asomar es el agitado y siniestro pabellón de la reforma
concordataria.
Ahora bien, en 1944 Jordán inauguró una serie de obras en la ciudad de
Cúcuta.
A finales del mes de enero de ese año el Presbítero apertura a un
edificio de dos pisos, que sería destinado para una Escuela Primaria y
administrado por las Madres Terciarias (Capuchinas), además
adecuó en la planta baja locales para asegurar el sostenimiento de estas obras.
Igualmente, el 2 de octubre de 1944 la Sociedad de Mejoras Públicas otorgo
una mención al padre Jordán por la reconstrucción y reparación del templo de
San José, obra que se adelantó con fondos donados por doña Amelia Meoz de Soto, y en especial ''por la adquisición del bellísimo Viacrucis del
Maestro Martínez Delgado''.
Paralelamente, la mentalidad intransigente de Jordán salía a flote.
En
efecto, el 15 de noviembre realizó una dura crítica a la Junta encargada de las
ferias de la ciudad de Cúcuta, refiriéndose a los organizadores como ''traficantes de la carne, del alcohol y del
garito''.
El 16 de noviembre, en el púlpito de la parroquia de San José, realizó la
excomunión a los miembros de la Junta, 'los comerciantes Carlos Luis Peralta,
Pablo Mendoza, el médico Gabriel Gómez, Eduardo Sandoval Ferrero y el
periodista Carlos Ramírez'.
Incluso, a mediados de 1945 Jordán tuvo que enfrentar un bochornoso escándalo
que le costó varios días de prisión.
Todo inició el 11 de marzo de 1945 cuando
fueron encarceladas distintas personalidades del partido conservador de
Bucaramanga, miembros del ejército, algunos
sacerdotes y Gilberto Vieira, líder comunista, por una supuesta maniobra
conspiradora para derrocar al presidente de turno.
Entre los sacerdotes, el bogotano Álvaro Sánchez y el padre Egisto
Giovanetti –organista de la Catedral Primada–, los sacerdotes Daniel Jordán, Julio Ernesto Duarte y el hermano lasallista Gilberto Antonio.
Según el periódico El Liberal fueron encarcelados por su vinculación
al hallazgo que realizó la fuerza pública en el Coro de la Catedral
Metropolitana de Bogotá, en donde encontraron aproximadamente ''800 tacos de
dinamita y granadas de mano cargadas lista para entrar en acción''.
Es necesario aclarar que las autoridades no pudieron comprobar nada; Jordán
y los demás encarcelados quedaron en libertad el 15 de marzo de 1945.
Sin embargo, los vínculos del sacerdote con personalidades religiosas y
conservadoras y con miembros del aparato militar siempre fueron evidentes.
Por
ejemplo, mientras estuvo detenido el padre Jordán, el clero y
laicos conservadores de reconocido nombre de Norte y Sur de Santander se pronunciaron en su favor a través de La Unidad Católica, considerando este acto como un atropello al Concordato y al
fuero eclesiástico.
Asimismo, el 12 de marzo de 1945, fue enviada desde Pamplona una carta al
presbítero encarcelado en Bogotá, por parte del obispo Rafael Afanador y Cadena
y por varios sacerdotes de la región, en la que se afirmaba la
violación del Concordato por parte del gobierno:
Amado hermano en Cristo:
Con dolorosa sorpresa supimos que, a pesar de las consideraciones que el
Concordato señala para los eclesiásticos, la voluntad expresa de nuestro Jefe
Espiritual, el Prelado diocesano, y las más elementales normas de la
caballerosidad y la hidalguía —como si se tratará de una persona vulgar— usted
fue aprisionado como un malhechor el día de ayer.
Nosotros que lo respaldamos y admiramos en todas sus brillantes empresas
por la gloria de la patria y de la fe, en esta hora en que quizá más que nunca
se aquilatan sus méritos, envidiamos la gloria de su martirio y abominamos el
sacrílego atentado.
Nos felicitamos, eso sí, porque su preclaro nombre sea de los primeros en
ilustrar el martirologio colombiano que habrá de tocarnos, si Dios no se apiada
de nosotros.
Viéndole a usted aherrojado, como el Apóstol San Pablo, recordamos el
pensamiento de éste:
La palabra de Dios no se encadena.
También varios campesinos, artesanos y conservadores de Gramalote, Norte de
Santander, que pertenecían al movimiento sindical de la Acción Social Católica,
en una carta dirigida al obispo de Cúcuta, se ofrecieron a defender la Iglesia
y a los sacerdotes perseguidos:
Como católicos estamos listos para ir en su defensa al terreno que nos
llame la Iglesia de Cristo. [...] No podemos permanecer insensibles ante los
ultrajes y vejaciones que se cometan contra los sacerdotes y la religión católica
que es la de los colombianos, la misma que bebimos en los pechos de nuestras
madres, la cual nos enseñaron a amar y defender a costa de todo sacrificio, lo
mismo que a nuestra amada patria.
Es por ello que como compatriotas y sumisos
hijos de la Iglesia nos adherimos a V. E. R. y a todo el clero nacional para
hacernos participes de la pena que os conturba.
Después de pediros vuestra
bendición quedamos de V. E. R. y de los dignísimos sacerdotes perseguidos sus
adictos y humildes hijos y servidores.
Aunque los hechos de la Catedral Metropolitana no contaron con las pruebas
necesarias para la condena sobre Daniel Jordán, para el grueso del liberalismo
y para algunos de sus sectores de izquierda, no era dudosa la posibilidad de un
nuevo caso de conspiración contra el presidente Alfonso López Pumarejo por
parte de miembros del partido conservador, militares y algunos sacerdotes.
Después de su absolución, Jordán se mantuvo activo en la toma de decisiones
políticas de la región y en el adoctrinamiento de los fieles con respecto a la
necesidad de la defensa del tradicionalismo.
Posteriormente, en 1946 el cura Manuel Grillo, administrador del periódico La
Unidad Católica de Pamplona, celebraba las bodas sacerdotales del
presbítero Jordán realizando un discurso alusivo a este, a quien consideraba
uno de los máximos apologistas del catolicismo colombiano:
Daniel Jordán enseña a sus alumnos el valor de la verdad y el pavor de la
apostasía.
Para él fue escrita la violenta y arrebatada frase de León Bloy:
'cuando se es hombre y se llega a cualquier principio, es preciso agotarlo, si
se puede. Cuando uno se compromete en cierto camino, si no es un imbécil o un
cobarde, debe llegar al fin, pase lo que pase, o no comprender jamás el viaje.'
[...] Es un hombre en todo lo que el vocablo significa, un corazón valiente que
combate por toda la verdad hasta la muerte, es este adelantado de Dios y altivo
capitán de gloriosas y estupendas batallas.
Tras el asesinato de Gaitán, el 9 de abril de 1948, se dieron brotes de violencia
en diferentes ciudades del país, y Daniel Jordán apareció de nuevo en escena
cuando pronunció en la iglesia de San José de Cúcuta una ''Oración Fúnebre''
como homenaje al ejército colombiano por la muerte de tres soldados en
''defensa de la patria'', pertenecientes al Batallón Santander
de los grupos ''Maza'', ''Popa'' y ''Berbeo''.
Es necesario afirmar que Jordán adujo que la culpa fue de los comunistas:
''aquí como en todo el país fueron
activísimos agentes de la revolución, y se portaron a la altura de su ideario
político''
Reproduciendo así –según los historiadores
Ricardo Arias y Helwar Figueroa– la versión de varios dirigentes de la Iglesia
católica colombiana, del Partido Conservador y de los Estados Unidos.
Por otro lado, a finales de 1949, Jordán, en asocio con sus primos Manuel y
Jorge Jordán, adquirieron la emisora Radio Victoria, que un año después se
transformó en la emisora La Voz del Norte.
Así mismo, durante la década de 1950 el presbítero llevó a cabo diferentes
actividades que tuvieron como fin el fomento de la educación dirigida por las
comunidades religiosas.
Por ejemplo, en abril de 1951, en un terreno de cuarenta hectáreas, se
inició la construcción del Colegio La Salle, administrado por los Hermanos
Cristianos, quienes participaron en la consecución del lote, la bendición de la
primera piedra, la obtención de la exención del impuesto predial y otras obras.
En 1953 el presbítero consiguió traer a las Hermanas del Buen Pastor y las
posesionó como directoras de la nueva cárcel de mujeres.
Posteriormente, Daniel Jordán fue nombrado vicario general de la diócesis
de Cúcuta.
Murió a la edad de ochenta años en su ciudad natal, Pamplona-Norte de
Santander, el 31 de agosto de 1979.
Conclusiones
El presbítero Daniel Jordán es un caso particular en la historia
político-religiosa de Colombia en la primera mitad del siglo XX.
Desde su nacimiento sufrió la violencia y los odios bipartidistas (La
Guerra de los Mil Días).
A los diecisiete años, cuando iba a iniciar el estudio en el Seminario de
Pamplona, fue asesinado su padre por motivos políticos.
Luego, en 1928, fue enviado al Oriente de Colombia para dirigir la
parroquia San Juan Nepomuceno (Floridablanca), región donde el liberalismo
tenía su pie de fuerza.
En efecto, durante la República Liberal (1930-1946), se levantó una voz de
intransigencia por parte de varios representantes de la organización religiosa
de Colombia por las diferentes reformas que realizaron los gobiernos liberales
en lo referente a la Constitución y al Concordato.
Muchos de ellos veían en el renaciente liberalismo un peligro para los
postulados de la iglesia católica colombiana.
De hecho, Daniel Jordán fue uno
de los máximos representantes de la corriente del catolicismo tradicionalista en el Oriente y Nororiente de Colombia.
Es decir, por una parte fue exponente y practicante del proyecto integrista, impulsado por algunos sectores de la iglesia católica
colombiana a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, y por otro lado, seguía los postulados de la intransigencia
promulgada por Pío IX en el siglo anterior con la encíclica papal Quanta
Cura (1864) y su decálogo El Syllabus, y que se vería reflejada en
la organización religiosa colombiana de finales del siglo XIX.
Esta mentalidad o ideología llevaría a Jordán en diferentes momentos de su
vida a experimentar avatares como el ''exilio'', su encarcelación en Bogotá y
el señalamiento por parte de importantes sectores de la sociedad que lo
consideraban un sujeto beligerante y peligroso, incitador de la violencia
conservadora del Sur y Norte de Santander.
De manera que la figura del sacerdote en algunos casos se transformó en
instrumento político, pues la mentalidad intransigente era la base
representativa e incitadora que servía de soporte en el accionar político del
clero.
Por esta razón, fueron evidentes los vínculos de Daniel Jordán con
personalidades de ultraderecha como Laureano Gómez y el general Francisco
Franco, con militares, con miembros del partido conservador en el Oriente y
Nororiente de Colombia.
Así mismo, contaba con el apoyo del grueso del clero, sobre todo del obispo
de la diócesis de Pamplona Rafael Afanador y Cadena, y de sectores populares a
través de sindicatos católicos vinculados con la Acción Social Católica y la
Acción Católica.
La forma de implementar su accionar político fue a través de su
participación en uno de los semanarios más importantes del Norte de Santander, El
Granito de Arena, además de su vinculación al periódico La Unidad
Católica de la diócesis de Pamplona, y a La Defensa de Málaga,
medios informativos en los que podemos observar varias cuestiones:
En primer
lugar, a través de sus páginas se identifica la mentalidad tradicionalista e
intransigente de Jordán; en segundo lugar, después de un seguimiento riguroso,
se reconstruye su accionar político; en tercer lugar, es en donde se plasma el
ejercicio de un poder retórico.
A modo de cierre hay que decir, siguiendo al historiador William Elvis
Plata, que este catolicismo tradicionalista e intransigente en nuestro país
tuvo un impacto nocivo y obstaculizó la irrupción de la modernidad y de los
procesos democráticos, entorpeciendo el avance de las reformas pastorales
propiciadas por el Concilio Vaticano II, y dejó un sello de intransigencia en
nuestra cultura política durante todo el siglo XX.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
El Godofredo Cínicos Caspa de la época.
ResponderEliminarCura de mierda. La religión es el opio del pueblo. Esa lacra era una joya.
ResponderEliminarExcelente e instructivo escrito, a pesar de que no puede evitar el sesgo de inclinación hacia la izquierda cuando se trata de analizar los episodios de violencia. En ese aspecto es interesante observar las cusaciones que le hace al presbítero un periódico Liberal por haber defendido a los conservadores en un episodio en que murieron varios conservadores y ningún liberal.¿Los dos comentaristas que me han precedido pertenecerán a alguna corriente pacifista? El cierre inspirado en el historiador William Elvis Plata tal vez no tiene en cuenta la realidad. Colombia fue uno de los países latinoamericanos que mejor recibió y más rápido aplicó las conclusiones del Concilio Vaticano II. Pero me parece un muy bien documentado escrito, que a pesar de que conozco bien el tema y viví parte de él, me ha ilustrado y agradado.
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