Gastón Bermúdez V.
En memoria a mi tío Ventura
Ventura
Bermúdez Hernández primer Director del Reformatorio de Menores
La mayoría de lo tratado en esta crónica está tomado
de lo escrito y relatado por uno de los iniciadores del Reformatorio de
Menores, Ventura Bermúdez Hernández, quién basó el tema de su tesis de grado
para optar su título abogado en la Universidad Javeriana en 1950, El Niño
Adolecente en Colombia, en su experiencia como Director de dicha institución.
Educar un niño con problemas de conducta no es tarea fácil.
Después que el juez diagnostica la situación de un menor, y convencido de que
no debe reintegrarlo al medio social por las razones que contempla la ley, no
queda otro camino que enviarlo a un centro educativo especial, que tenga en
cuenta los principios de la pedagogía correccional. La Ley contemplaba referir
a los Reformatorios de Menores a los muchachos de notoria peligrosidad.
En Cúcuta se necesitaba un establecimiento de ese tipo.
Se puede decir que el período de 1939 a 1945 fue el período de organización del
Reformatorio de Menores de Cúcuta.
Esta tarea la comenzaron a ejecutar en Cúcuta como
Director de Educación Departamental el doctor Alberto Durán Durán, quien apoyó,
impulsó y orientó el proyecto, y a su vez designó como Director del
Reformatorio a Ventura Bermúdez Hernández, capaz joven cucuteño de buen juicio
y prudencia, que había llegado a Cúcuta graduado de pedagogo de la Normal Superior
de Tunja, y quien es el primero y más joven Director del Reformatorio de
Menores de Cúcuta en su historia (18 años de edad).
Las sedes
Frente del
Reformatorio de Menores que estaba ubicado en la hoy avenida Gran Colombia
entre avenidas Cero y Diagonal Santander
El Reformatorio de Menores de Cúcuta comienza el 1º de
abril de 1939 en una casona de San Luís, en condiciones muy precarias y con muchas
limitaciones económicas, pero se pudo comprobar que sí es posible cumplir con
éxito esta clase de labor, porque todas las personas escogidas para los
diferentes cargos trabajaron con apostólica vocación.
Posteriormente, el 6 de mayo de 1940, se inauguró
oficialmente y en brillante ceremonia, el edificio construido para el
Reformatorio, por la generosidad de un matrimonio cucuteño, Don Rudesindo Soto
y doña Amelia Meoz de Soto, ellos siempre con la obsesión de hacer bien al
prójimo.
El nuevo momento del plantel era justo logro al tremendo
esfuerzo que se había hecho desde el comienzo y en el que se había luchado con mucha
fuerza y sacrificio, motivados por la esperanza de tener algún día algo digno en
esta tierra santandereana.
De la vida humilde hasta entonces llevada en el
pequeño poblado de San Luís, se pensaría ya, no en la realización de las mismas
ideas, sino en la iniciación de una nueva etapa. El cambio de la incomodidad
por la amplitud, del trabajo realizado de manera incómoda y empírica por la
labor en grande y de carácter técnico.
Era el deseo de lograr aquí el adelanto que en otras
partes no se había conseguido.
El proyecto general comprendía la construcción de 6
pabellones: Directivo, Escolar, Talleres, Servicios Médicos, Administración y
el de Observación Especial. Construidos en terrenos limitados por la Av. Cero,
Av. Gran Colombia, Diagonal Santander y
calle 11, en lo que es hoy un Centro Comercial.
No estaba para entonces concluida la construcción,
pero era muy poco lo que faltaba, y se quiso aprovechar la mejor oportunidad
para hacer tal ceremonia lo más suntuosa posible. Los actos de inauguración del
edificio formaron parte del programa del Centenario de la muerte del General
Santander.
Una muy selecta concurrencia asistió a los actos de la
inauguración y desde entonces, llenos de optimismo, auguraron triunfos para
esta obra, la mejor obra en el Departamento en la época.
En los patios internos del Reformatorio, obsérvese la Banda
Departamental
El Presidente Eduardo Santos en esos días hizo acto de
presencia en el programa del Centenario, y tuvo la delicadeza junto con su
esposa doña Lorencita Villegas de Santos, de visitar en su hogar, en acto de
reconocimiento por su labor filantrópica, a don Rudesindo Soto, quien se
encontraba en cama por problemas de salud.
Como aparece en un artículo del doctor Luis Arturo
Melo, la donación de la propiedad no se formalizó sino hasta 1942, con ¨la
Escritura Pública No.742 de 1942 ante el notario 2º Luís Alberto Marciales. Contiene
el sentido de la donación de los terrenos y los edificios construidos en ellos
por los ingenieros Emilio Gaitán Martín y Rafael Jaramillo Cabrales, en un lote
de 22.000 metros cuadrados para el Reformatorio de Menores.
El Notario y el Juez que autorizó la donación, fuera
del protocolo y rituales notariales expresan motu proprio, el sentimiento
social agradecido ante el gesto generoso de Doña Amelia Meoz Vda. de Soto, de
quien predican: “la respetable matrona da cumplimiento al deseo de su finado
esposo Don Rudesindo Soto (murió el 1º de julio de 1941), dando así un bello
ejemplo de exquisita sensibilidad social, al acudir con su mano generosa a
remediar en parte las urgentes necesidades de la niñez, de los ancianos y de
los enfermos de la ciudad.”
Sí, porque la donación contenida en la escritura 742,
además, incluía los terrenos y los pabellones del Hospital San Juan de Dios,
los terrenos y los edificios del Asilo de los Ancianos desamparados, los
terrenos y edificaciones del Dispensario Antituberculoso y los terrenos y
edificios del asilo de locos.
Obviamente la donación determinaba que los titulares
de ese dominio se transfería así: Al Departamento Norte de
Santander, los bienes descritos del Reformatorio de Menores y del
Asilo de los locos (sic) hoy Hospital Mental. Al Municipio de Cúcuta los bienes
del Hospital San Juan de Dios. A la comunidad de las Hermanitas de los
ancianos desamparados los bienes del Ancianato. Y al Gobierno Nacional los
bienes del Dispensario Antituberculoso.¨
Cito una reflexión sobre lo que ha sucedido con algunas
propiedades:
En la medida
en que la bonhomía, la cultura ciudadana local, los valores de agradecimiento y
probidad, característicos de nuestra comunidad, se fueron desnaturalizando y
corrompiendo hasta llegar a la crisis actual, se fue burlando la voluntad y la
generosidad de los benefactores Soto Meoz.
(Luis Arturo
Melo)
El desarrollo
Entre los actos del
Centenario de la muerte del General Santander hubo una revista gimnástica donde
se agruparon todos los colegios y en ella participó el Reformatorio de Menores
donde rindieron honores al Presidente Eduardo Santos.
Lo primero que se hizo indispensable al iniciar las
funciones del Reformatorio de Menores de Cúcuta, fue darle al plantel una
conveniente orientación disciplinaria, porque el carácter de un centro
educativo lo determina el orden.
No fue tarea fácil ya que había que empezar por
enseñar a los menores hasta dar los Buenos Días, y lo consecuente para una
buena educación. Y esencial fue también modelar sus almas y despertar nobleza
en sus corazones. A amar a Dios, a sus padres y al prójimo.
En busca de la disciplina, se dio especial importancia
a la gimnasia. Aprendieron a formar, a desfilar en comunidad, a mostrar
postura, respetar órdenes y a cumplirlas aprisa, aprovechando los conocimientos
del también joven licenciado en Educación Física de la Universidad Nacional de
Colombia, el profesor Luis A. Bermúdez Hernández, quien fue director de Educación
Física del Departamento.
El resultado del ejercicio físico pronto se tradujo en
progreso de estatura y peso. Y para compensar el desgaste de energía se tuvo
especial cuidado en seleccionar tanto en cantidad como en calidad la
alimentación que se les daba.
El ejercicio y buena nutrición ayudó a obtener orden
riguroso y una disciplina que podía tomarse como modelo, nada había que
envidiar al mejor centro educativo. Alguien dijo alguna vez, que en Cúcuta se
exigía en el Reformatorio de Menores certificado de buena conducta para su
ingreso.
Tanto fue el éxito logrado, que ese mismo año el 20 de
julio el Reformatorio hizo su primera presentación pública en el desfile
escolar en conmemoración de la fecha patria, y lo hizo con tal orden que la
ciudadanía entera lo admiró y aplaudió con entusiasmo.
Nadie se imaginó que esos ¨vagos y rateros¨ pudieran
desfilar marcando el paso al redoble de sus propios tambores y al sonar de las
cornetas. Era el nacimiento de la vida social de la escuela de ¨muchachos pícaros¨.
Pero que buen comportamiento mostraron a la ciudadanía cucuteña.
La enseñanza intelectual, aspecto de los más
trascendentales, no podía tenerse a menos. Con muy pocas excepciones los
alumnos eran de primera enseñanza, y abundaban los analfabetas, el índice
siempre oscilaba entre 35 y 50%. Eran de la ciudad y el campo. Las edades entre
10 y 18 años. De esto se puede deducir lo complejo para la enseñanza. Sin tener
en cuenta los casos de mentes trastornadas.
Se hicieron muchos ensayos buscando la mejor manera de
conseguir un programa de enseñanza. No se podía seguir los programas oficiales
porque era una escuela de trabajo, una escuela especial.
Por ejemplo, en
1944 con la Escuela Normal de Pamplona, bajo la rectoría del doctor Luis
Vásquez Quirós, se logró que un alumno de último año, por turnos de una semana,
se internara en el Reformatorio para ayudar a estudiar y elaborar programas de
enseñanza escolar para el plantel.
Se perfeccionaron las clasificaciones de los alumnos,
no se abandonaron las materias tradicionales.
Las obras manuales tenían igual importancia. Era una
enseñanza de conocimientos esenciales, y el tiempo era corto e indeterminado. Había
que aprovechar el tiempo en forma suave y disimulada para no cansar a los
alumnos.
Al analfabeta había que capacitarlo pronto para que se
beneficiara del aprendizaje de un arte u oficio.
En la búsqueda del mejor método para aprender a leer y
recomendado por el Ministerio de Educación, Ventura Bermúdez tuvo contacto con el
doctor Evangelista Quintana, autor de la cartilla La Alegría de Leer, para aplicar
dicha cartilla en el Reformatorio de Menores.
Posteriormente entre ellos nació una gran amistad,
hasta el punto que Ventura Bermúdez al concluir sus estudios de especialización
en La Sorbona de París, casó en Roma en 1951 con Elbita, única hija del doctor
Quintana.
El intenso trabajo físico, intelectual y manual, no
dejaban a los muchachos sino el tiempo indispensable para dormir en forma
corrida, sin preocupaciones y desvelos, que tanto quebrantan.
Las artes y oficios
El 12 de octubre de
1940 con la celebración del Día Olímpico, la juventud se encontró en el
estadio y los alumnos del Reformatorio
de Menores protagonizaron la significativa ceremonia de la Siembra del Arbol.
Para finales de 1940 la enseñanza de las artes y
oficios tomó otra orientación. Los talleres de miniaturas fueron reemplazados
por modernos equipos, completos y especiales para la enseñanza. A la
carpintería se la dotó con maquinaria eléctrica. También se amplió la mecánica
y la herrería.
Desde 1941 se dio cumplimiento a una Resolución en la
que se aprobaba la comercialización de productos de los talleres, abriendo la
posibilidad al trabajo industrial. De las utilidades logradas en la venta de
los artículos producidos, se dedicaba a la compra de materiales y herramientas,
bonificación de los alumnos por su trabajo y costear enseñanza de
principiantes.
En 1943 la Dirección de Educación dispuso el traslado
al Reformatorio de muchos equipos de encuadernación y zapatería de la extinta
Escuela de Artes y Oficios de Cúcuta.
Ese mismo año se hizo la instalación de un equipo para
el trabajo del fique como realización del programa para intensificar este
cultivo y su industria en el Departamento.
Las prácticas agrícolas se realizaban en muy reducidas
extensiones de terreno, pero se cumplieron en la forma más técnica posible. Se
cultivaron hortalizas y árboles frutales, y se hizo práctica la cría de
animales domésticos. La Sociedad de Mejoras Públicas hizo su vivero allí para
los árboles ornamentales de la ciudad.
Pastorear las cabras, cuidar los conejos, adiestrar
las palomas mensajeras, cosechar las colmenas, recoger las frutas y hortalizas,
y venderlas al mercado, eran actividades que distraían el tiempo de los
muchachos, que antes veían el trabajo como un castigo. No se vendía todo pues
primero se atendía las necesidades del plantel.
La carpintería superó en trabajo y producción a los
demás talleres. La zapatería, que sólo trabajaba en alpargatería, produjo una
buena cantidad y calidad de calzados. Los hilados de fique y la encuadernación
producían para atender a su sostenimiento. La peluquería cumplió no solo su
trabajo en el alumnado, sino que prestaba servicio a los niños de las demás
escuelas a precios mínimos, y de manera gratuita a los ancianos del asilo, y a
los niños del hospicio.
El trabajo industrial
del establecimiento, que en un principio dependió de las partidas
asignadas, tres años después se sostenía gracias a la orientación comercial que
se le dio a los talleres.
Naturalmente hubo errores de orientación profesional,
pero fueron muy escasos. Hubo muy buenos alumnos que más tarde, al salir del
plantel, se colocaron muy bien en trabajos de la ciudad. Y también hubo quienes
fueron a perfeccionar sus conocimientos a la Escuela Industrial de Cúcuta por
cuenta del Reformatorio.
Al salir el alumno, además del tratamiento moral y médico,
y de la formación escolar, llevaba como provisión para enfrentar los embates de
la vida, la formación de un oficio que le permitiría salir airoso en el trabajo
y en la dura lucha diaria.
Juzgado de Menores
Menores
del Reformatorio
Al gobierno Nacional le competía determinar la
creación del Juzgado de Menores como resultado del funcionamiento que venía
cumpliendo el Reformatorio. Era esencial para facilitar la labor educadora
emprendida. Desde allí debía dirigirse la obra de defensa y protección de esa
niñez del Departamento.
El 7 de julio de 1939 inició labores el Juzgado de
Menores en Cúcuta.
El primer Juez que se nombró fue el doctor Ciro
Alfonso Gómez quien no aceptó. En su reemplazo se escogió al doctor Luis A.
Flórez, eminente jurista (fue posteriormente Presidente de la Corte Suprema de
Justicia) quien fue el organizador de esa oficina, en la que puso todo su
corazón y competencia. Le sucedió por un tiempo el doctor Ciro Ramírez quien
supo continuar la obra de su antecesor. Y en 1945 volvió el doctor Flórez al
cargo.
Por primera vez en la historia del Norte de Santander
se establecía este organismo y por lo tanto, también por vez primera los
menores iban a quedar bajo la competencia de una jurisdicción especial cuyos
funcionarios sólo tendrían que ver con asuntos de menores.
Así el niño quedaba desligado del duro régimen de la
justicia ordinaria a la que se encontraba sometido hasta entonces.
Tomando ejemplos
Los éxitos logrados no puede decirse que resultaron
del dominio de los problemas de enseñanza especial para indisciplinados, o
fruto de una suerte afortunada.
En Cúcuta se hizo lo que ha debido hacerse desde
tiempo atrás en los demás Departamentos, cuando se pensaba en la instalación de
un establecimiento de esta clase, y ello fue la idea de visitar todos los
Reformatorios de Menores e Institutos de
Protección Infantil que entonces funcionaban en el país.
En cumplimiento de esta misión de estudio, los
doctores Alberto Durán Durán, Luis A. Flórez y el pedagogo Ventura Bermúdez
Hernández, visitaron con sus propios recursos el país entero, con miras de
estudio y observación de esta clase de Institutos, que se hicieron extensivas a
Venezuela.
Todo, hasta los detalles más insignificantes se
tomaron en cuenta para llevar estas observaciones a Cúcuta y someterlas a
estudio y experimentación. Se indagó en disciplina, horarios, orientación
escolar y manual, métodos, servicio científico, enseñanza moral, readaptación
social. Las sanciones. Los reglamentos.
Había que economizar tiempo y acertar en la
orientación técnica y pedagógica, pues se contaba con escasísimos recursos
económicos.
No en otra forma había podido colocarse el plantel en
tan corto plazo en lugar destacado en el país.
Colofón
Dr.
Alberto Durán Durán, Director de Educación Departamental
En 1945, ya habiendo culminado su labor en el
Reformatorio y próximo a efectuar sus estudios de Derecho en la Universidad Javeriana,
Ventura Bermúdez Hernández se reunió en varias ocasiones en Bogotá con los
doctores Tomás Cadavid Restrepo, ilustre fundador de la Casa de Menores de
Medellín, y Alberto Durán Durán, para tratar los distintos problemas
relacionados con la organización del Reformatorio de Menores de Cúcuta, y ver
la manera de elaborar un proyecto de Ordenanza que resolviera todas las
deficiencias observadas en el Reformatorio.
¨La Educación Especial exige como
indispensables, tres elementos: El Maestro que se encarga de la parte
pedagógica y psicológica, el Religioso de la moral y el Médico que debe ser
experto en psiquiatría y en la medicina pedagógica. He ahí las columnas que
sostienen el edificio¨.
Buenas noches. Tengo una colección de revistas jurídicas empastadas con sellos del doctor Ventura Bermúdez Hernández .Me encantaría saber si se trata de la misma persona relacionada en este sitio, gracias.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarAlguien me puede informar del Telefono del Correccional de Menores de Cucuta.
ResponderEliminarMi mail: coinlac@yahoo.es
Gracias
Antonio Diaz