PARTE
II/II
Gerardo Raynaud
EL PADRE
DANIEL JORDAN
Padre
Jordán
Desde 1926 hasta 1939 año en que se posesionó el padre
Daniel Jordán Contreras, la parroquia de San José no tuvo sacerdotes que se
destacaran con tal fervor como los dos que estuvieron al frente de la iglesia,
tanto al comienzo como a finales del siglo XX. En crónica anterior se pudo
apreciar el desarrollo del apostolado del padre Demetrio Mendoza que con su
férreo carácter impuso su ley, al punto que por esa razón, fue identificado por
sus detractores, como ‘el amo de la parroquia’.
Luego de varios años de aparente calma clerical, en
los que fueron más suaves los sermones y más indulgentes las reprimendas, el 15
de mayo de 1939 se posesionó como párroco de San José de Cúcuta el presbítero
doctor Daniel Jordán, luego de haber ocupado los cargos eclesiásticos, primero
de Coadjutor en la parroquia que ahora comenzaba a dirigir y luego, en el mismo
cargo en San Andrés. De allí fue nombrado Vicario Foráneo de San Miguel y de Málaga,
de donde viajó al término de su encargo a la ciudad de Roma a perfeccionar sus
estudios teológicos, antes de emprender las nuevas obligaciones que se le
presentarían en el futuro próximo.
El manejo y la gestión que cada uno de estos dos
sacerdotes le dio a su parroquia fue bien distinta, entre otras, por razones
obvias tanto de formación como de personalidad, pero además se debe incluir el
ingrediente del entorno en el cual desarrollaron su ejercicio eclesiástico.
Para el primero, el país vivía la época de la llamada
‘Hegemonía Conservadora’, período que se caracterizó, durante 46 años, en el
fortalecimiento del régimen presidencialista auspiciado por la Constitución de
1886, en el que se consolidó la estructura de la sociedad y de la política, se
restauraron los derechos de la Iglesia y sus privilegios, ratificados por la
firma del Concordato entre el Gobierno Nacional y la Santa Sede. Mientras que
durante la administración del segundo, la República Liberal estaba en su pleno
apogeo y sus decisiones contradecían algunos de los más importantes preceptos
divulgados por la Iglesia, especialmente en lo concerniente al reconocimiento
de los derechos de los trabajadores y a las crecientes diferencias con el poder
clerical que venía perdiendo la influencia que había adquirido en el pasado.
El padre Daniel
Jordán se había ordenado el 21 de mayo de 1917 y toda su vida se vio signada de casualidades, unas
agradables y otras no tanto, pero que marcaron, en definitiva, el rumbo y la
importancia que tomaría su existencia.
Para empezar, el mismo día de su ordenación, su
progenitor Pedro Luis Jordán, quien era el Prefecto de la Provincia fue
vilmente asesinado, al parecer por motivos políticos, por un sujeto que había
sido extraditado de Venezuela. Sin embargo y a pesar del luto riguroso que
mantuvo entonces y que era de rigor entre las familias católicas, inició la
carrera sacerdotal con el mismo entusiasmo con que guardaba el duelo.
Con el presidente Olaya Herrera sostuvo algunos
enfrentamientos, pero también contribuyó en darle su apoyo a raíz del incidente
que produjo la guerra con el Perú, a raíz del asalto a la población de Leticia,
cuando lanzó una patriótica arenga, el 17 de septiembre de 1932, desde los
‘Balcones del 13 de marzo’, en la cual despertó el sentimiento nacionalista de
los ciudadanos para contribuyeran al sustento de las tropas en defensa del
territorio patrio.
Más tarde, en diciembre de 1935, siendo cura de la
parroquia de Málaga, en el departamento de Santander, había fundado como fue su
costumbre en todas las parroquias donde tuvo poder de decisión, un periódico
que llamó ‘La Defensa’, la Asamblea Departamental y el Directorio Liberal de
Santander, lograron su retiro, pues se habían cansado de los continuos ataques
en contra de su Partido y de los Presidentes de la República, desde el mismo
día de la Posesión del primer mandatario liberal Enrique Olaya Herrera y que
había arreciado durante el periodo del presidente López Pumarejo.
Durante el lapso previo a su posesión como párroco de
San José, estuvo en la Ciudad Santa en donde casualmente era embajador el ex
presidente Olaya. A comienzos del año 1937, decidió realizar una visita de
cortesía al Embajador, era el 18 del mes de febrero y ese
mismo día providencialmente tuvo el privilegio de atenderle para darle los
últimos consoladores auxilios cristianos, pues acabada de tener un accidente
coronario que desencadenó en su muerte.
Nos queda la duda, si dicha situación no sobrevendría
de la impresión de saber de la presencia de nuestro querido sacerdote, después
de todas las incidencias y episodios incómodos que tuvo que soportar durante su
presidencia y que ahora iba a tener que lidiar con su presencia en un sitio tan
alejado de la patria como era la Ciudad del Vaticano.
La verdad es que las diferencias con el padre Mendoza
fueron bastante grandes. Mientras que uno estuvo más dedicado a los asuntos de
la política y del ejercicio propio de la religión, el otro se destacó más como
administrador, ejecutivo y gestor de actividades que tuvieran que ver,
tanto con el desarrollo de la fe, como
de las ocupaciones materiales que proveyeran sostenibilidad a la Curia.
Desde el mismo momento de su posesión se percibió ese
espíritu de renovación, tanto en lo material como en lo espiritual, que le
imprimiría a su misión como orientador moral de la comunidad de este lado de la
frontera. En los primeros años, se propuso dotar a la parroquia, de una
espléndida casa cural, que recordamos quedaba a espaldas de la iglesia, por la
avenida cuarta entre calles diez y once, exactamente en la mitad de la cuadra;
adicionalmente, acometió la construcción de un moderno edificio que hoy todavía
puede observarse, en el costado sur de la catedral, donde funciona el Banco
Avvillas. En ese año, sería alrededor de 1940, edificó un inmueble de dos pisos
para asegurar una renta que le diera un respiro a la difícil situación
económica del clero. El edificio en mención fue arrendado, en su primer piso,
al Banco del Comercio y en el segundo, había unos pequeños locales, en los cuales
funcionaban algunas oficinas y una sastrería perteneciente al señor Arenas, muy
conocido en el ámbito local como el mejor sastre de la ciudad. Cuando el Banco
del Comercio creció y pudo adquirir su local propio, se trasladó a media cuadra
de allí, por la calle once entre avenidas cuarta y quinta, hasta que fue
absorbido por el Banco de Bogotá y liquidado desapareció de la escena local.
A diferencia del padre Demetrio Mendoza, el presbítero
Daniel Jordán se destacó por sus ejecutorias en diversos campos, mostrando
facetas que hasta el momento, eran poco frecuentes entre los prelados, que por
lo general, se dedicaban a divulgar la palabra de Dios y los preceptos de la
religión, olvidándose de las esencias materiales de sus feligreses, como si
aquel principio bíblico que ‘Dios proveerá’, fuese suficiente para solventar
las necesidades apremiantes y las penurias que cada día eran más evidentes
entre una población que apenas comenzaba su transcurrir por este ‘valle de
lágrimas’.
Con buen tino, la primera sabia decisión del padre
Jordán fue proveer de los recursos económicos necesarios a la parroquia que
iría a dirigir durante los próximos años, como lo mencionamos, mediante la
construcción y adecuación del edificio adyacente al templo, el cual fue
arrendado y sirvió de sostén a las diversas actividades que se programaban para
el beneficio espiritual de los fieles. Para el padre Jordán fue muy importante
la divulgación de todos los acontecimientos, tanto religiosos como sociales y
culturales, por esta razón, fue su prioridad la creación de medios de
comunicación que entregaran, de primera mano, las noticias y los sucesos que
fuesen significativos en la vida de sus parroquianos. Ya tenía una experiencia
relacionada con la creación de un periódico impreso en la ciudad de Málaga en
Santander, cuando lanzó ‘La Defensa’, un semanario que empleó, además de los
objetivos eclesiásticos, para atacar los gobiernos liberales, tanto el nacional
como el departamental, por lo cual recibió presiones para que fuera retirado de
su parroquia, como en efecto así sucedió.
En Cúcuta fundo ‘El Criterio’, otro semanario, éste menos virulento que
el anterior y que utilizó como fórmula para dar a conocer, además de los
pensamientos litúrgicos, noticias y posiciones de la Iglesia sobre los asuntos
trascendentales de la vida diaria de la ciudad y la región. Hasta ahora había
incursionado en el periodismo escrito pero un nuevo medio se estaba
posicionando de manera cada vez más eficaz. Más moderno, más económico y más
rápido en la divulgación, con su aguda visión, rápidamente comprendió que era
la fórmula ideal para ser utilizada en sus propósitos ministeriales, por ello,
ya avanzada su gestión, decidió adquirir en 1949, en asocio con sus primos,
Manuel y Jorge Jordán, la Radio Victoria, la que transformaron posteriormente
en La Voz del Norte.
Como sacerdote su obra fue aún mayor. Muchos de los
monumentos y templos católicos que hoy vemos repartidos por la ciudad fueron
resultado de sus buenos oficios y de su gestión como clérigo.
Comenzaré con el tal vez más majestuoso, el monumento
a Cristo Rey, allí donde termina la avenida cuarta. La escultura de 25 metros
de altura, que domina el valle de San José de Guasimal, orientada hacia el
norte, representa a Jesucristo sobre una enorme esfera que contiene el altar
que estuvo en la iglesia hasta el día del terremoto y fue reconstruido con los
pedazos de mármol que lograron recuperar de los escombros. Allí se construyó la
capilla de Nuestra Señora de Cúcuta, con la imagen de la Virgen, tallada en madera
y con incrustaciones de oro, que se salvó del sismo, pues ese día, 18 de mayo,
había sido expuesta en la puerta del templo para que los fieles le dedicaran
las oraciones y cánticos del mes de mayo. La capilla tiene seis vitrales
laterales y en el fondo, están pintados los históricos paisajes de la
destrucción y de la reconstrucción de la ciudad. Fue inaugurada el 12 de marzo
de 1955. Previa a su inauguración, a finales del año 54, trajo de Pamplona la
imagen del Cristo Milagroso del Humilladero, para rejuvenecer el espíritu
cristiano y cuya misión terminó con la celebración de una misa de media noche
en el monumento del Cristo Rey aun sin terminar.
Para extender su misión apostólica por toda la ciudad,
se dio a la tarea de fomentar la creación de nuevas parroquias, actividad que
desarrolló en un lapso de siete años, durante los cuales fueron erigidas tres
nuevas feligresías con sus respectivos templos, cada uno más imponente que los
demás; comenzó con la parroquia del Perpetuo Socorro, inaugurada oficialmente
el 16 de noviembre de 1944. Para algunos cucuteños de rancia raigambre,
identifican este curato, como el templo donde ejerció su ministerio otro
sacerdote de carácter y personalidad similar a las del padre Jordán, también
muy recordado por sus campañas moralizadoras, el padre Manuel Calderón. En
1951, en los primeros meses del año se erigieron los templos de San Rafael y de
Sevilla. Este último, un templo de vanguardia, aun hoy despierta la admiración
de quienes observan su diseño arquitectónico, que en su tiempo marcó un cambio
en la estructura de la construcción de los santuarios católicos.
Una de sus mayores realizaciones, como sacerdote, fue
haber logrado la autorización para que el cuerpo del padre Demetrio Mendoza,
fallecido el 28 de mayo de 1943 y de quien había sido uno de sus discípulos más
aventajados, fuese sepultado en el altar mayor de la iglesia que había sido su
casa durante más de veinte años y de quien muchos de los feligreses aún lo
recordaban con cariño. Además, presentó un proyecto a la alcaldía para que se
erigiera un monumento a la memoria del ilustre sacerdote.
En agosto de 1948, a raíz del escándalo suscitado por
el execrable crimen cometido por el cura Obeso, que generó repudio general,
pero que además, puso en tela de juicio la noble profesión del sacerdocio, el
padre Jordán pronunció un inolvidable discurso en defensa de los clérigos,
resaltando los valores que impulsaban a los Siervos de Dios y que una excepción
como la ocurrida no podía ser extensiva
a los demás servidores eclesiásticos.
En su obsesión por beneficiar a los menos favorecidos
y contribuir con la resocialización de quienes se hallaban indefensos y
sometidos a los designios de la justicia, trajo a las Hermanas del Buen Pastor
para que dirigieran la nueva cárcel de mujeres cuya primera piedra había sido
bendecida el primero de junio de 1953. Así mismo, gestionó la traída de dos
sacerdotes Oblatos para que asistieran con sus acciones y oraciones, los
menores recluidos en el Reformatorio, que en buen momento había donado el
filántropo cucuteño Rudesindo Soto.
El padre Daniel Jordán tuvo
grandes influencias, como lo hemos venido afirmando en todos los campos de la
vida cotidiana de la ciudad, pero hubo una en especial, que merece el
agradecimiento de toda la población por la trascendencia que, aún en nuestros
días, mantiene viva tanto la memoria como la realidad de los hechos por él
promovidos; se trata de su obra como promotor de la educación, más que como la
de educador que se le había reconocido en el momento en que cumplía sus bodas
de plata, como párroco de la ahora catedral de San José. Así como se le
reconoció al padre Demetrio Mendoza, su gestión emprendida para que la
congregación de los Hermanos Cristianos de San Juan Bautista de la Salle,
vinieran a Cúcuta para regentar el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, al padre
Jordán hay que reconocerle su labor en el fomento de la educación, pues no sólo
formalizó la consecución del lote donde funciona el Colegio La Salle, de
propiedad de la misma congregación de la Hermanos Cristianos, para que allí, en
una extensión de 40 hectáreas se construyera, en abril de 1951, el magnífico
conjunto de edificios que constituyen el colegio, sino que participó en todo el
proceso, desde la bendición de la primera piedra hasta la obtención de la
exención del pago del impuesto predial, lo cual se logró, después de una
intensa campaña, en la que el púlpito que tuvo intervino de manera bastante
efectiva.
Además, intervino como fundador del colegio Femenino de Bachillerato, el cual
fue regentado por las Reverendas Hermanas Franciscanas, de quienes logró que
vinieran a la ciudad, pues al parecer, no estaba dentro de su interés,
establecerse en esta vecindad.
Presente como estuvo, de todo cuanto ocurría en su parroquia y sus alrededores,
no fue ajeno a las intervenciones políticas cuando consideraba que debía
interesarse en su desarrollo o frenarlas cuando era necesario para que no
influyeran negativamente en la moral o la fe cristianas. Ya habíamos comentado
sus intromisiones contra los gobiernos liberales que le causaban escozor y que
por ello, había sido ‘castigado’ con el exilio, como sucedió en el caso de
Málaga en Santander, en un episodio ya comentado o peor aún, cuando fue
apresado, en marzo de 1944, al considerarlo sospechoso de la conjura contra el
presidente López, en la ciudad de Pasto y que, por fortuna, resultó absuelto de
toda culpa o sospecha, el 30 de agosto de ese mismo año. Ni siquiera sus mismos
copartidarios se escaparon de sus ‘cátedras sagradas’, como las llamaba, como el
caso de los ataques que realizó contra el gobierno departamental de Lucio Pabón
Núñez, cuando suponía que las decisiones tomadas no correspondían en justicia
ni en equidad.
De igual forma utilizaba su periódico parroquial “CRITERIO” para exponer sus ideas
e imponer sus puntos de vista, como cuando el gobierno nacional, en febrero de
1955, expidió una norma que la C.T.C. Confederación de Trabajadores de
Colombia, había solicitado sobre fijación de salarios a los trabajadores de una
agremiación que había sido condenada por la Iglesia. Y así como atacaba las
consideradas malas acciones en contra suya o de su Iglesia, también emprendía
campañas de apoyo y de ayuda, cuando éstas eran necesarias; tal vez la más
recordada, fue la defensa de nuestro icónico Templo Histórico de Villa
del Rosario, cuando por orden del entonces Director de Edificios Nacionales,
Eusebio Santamaría, contrató a los ingenieros Trujillo Gómez y Martínez
Cárdenas para que lo restauraran y lo que quisieron hacer fue terminar de
demolerlo, pues creían que se debía erigir un edificio que representara la
nacionalidad y no las ruinas que allí se exhibían.
También encabezó un movimiento de apoyo al dirigente conservador Laureano Gómez
cuando se constituyó la Junta Nacional Conservadora Anti-gobiernista, como
resultado del manifiesto que expuso en su libro ‘Desde el Exilio’ y que buscaba
recuperar el ejercicio de su cargo como Presidente, que había dejado por
razones de salud.
Es histórico el discurso pronunciado, en la misa de la seis de la tarde del 10
de mayo de 1957, al producirse la caída del gobierno del general Rojas Pinilla,
por la profundidad de sus conceptos y por la tranquilidad que transmitió a los
feligreses y en general, a la población de la ciudad que temía se produjera una
asonada parecida a la del 9 de abril del 48 cuando fue asesinado Jorge Eliécer
Gaitán.
A finales de 1944, un grupo de prestigiosos ciudadanos en asocio con la
alcaldía y los gremios económicos, decidieron regalarle a la ciudad unos
festejos de navidad y año nuevo que fueran recordados en la posteridad y por
ello, conformaron una junta y denominaron la actividad como ‘La Feria de
Cúcuta’. La divulgación, así como la organización, se hizo desde mediados de
año, de manera que toda la gente de la frontera y de las distintas ciudades
cercanas, tuvieran conocimiento de su realización y pudieran asistir y
participar. El medio más utilizado fue la radio, pero no por esa razón dejaron
de publicar avisos en la prensa local y regional, que promocionaban ‘las
espléndidas fiestas en San José de Cúcuta’, del 24 de diciembre al 1 de enero
de 1945. Se anunciaban ‘suntuosos carnavales, corridas de toros, torneos
deportivos y bailes populares, riñas de gallos y feria exposición’, además de
‘juegos permitidos y múltiples diversiones que están siendo preparadas por la
Junta’. Se le indicaba a los potenciales visitantes, que la ciudad contaba con
magníficos hoteles y que la Junta se encargaría de ofrecerles las mayores
satisfacciones. Parece, que esto no fue del agrado del padre Jordán, quien se
‘despachó’ contra todos los miembros de la Junta, incluido el Alcalde, pues
desde el inicio de la publicidad se fue lance en ristre contra las fiestas, a
tal punto que terminó llamándolos ‘traficantes de la carne, del alcohol y del
garito’ y posteriormente, el 16 de noviembre, excomulgándolos desde el púlpito.
Los afectados, el comerciante Carlos Luis Peralta, Pablo Mendoza, el médico
Gabriel Gómez, Eduardo Sandoval Ferrero y el periodista Carlos Ramírez se
vieron en serias dificultades para comprobar que nada de lo que imaginaba el
sacerdote era cierto y que las fiestas tenían como finalidad la sana diversión
de la muchedumbre y aunque tardaron en convencerlo, al final les levantó la
sanción y pudieron retornar a la misa a la que estaban acostumbrados.
El padre
Jordán compartiendo con reconocidos
sacerdotes en noviembre del año 1967, en esta oportunidad con motivo de la celebración de las Bodas de Plata del padre
Miguel Ardanaz. Son de izquierda a derecha:
Monseñor Luis Alejandro Jaimes; padre Angel Cayo Atienza, párroco en la iglesia de Las Angustias; el padre Daniel Jordán, párroco
de la Catedral; el padre Matías Bermejo, tenía la
voz muy finita y hablaba muy pasito; el homenajeado padre Ardanaz, uno de los
propietarios de la Academia Gran Colombia; el padre Carlos Martínez, párroco de la iglesia del Sagrado Corazón en el
Colsag, bastante
bromista y muy apreciado por la comunidad y el padre Juan Ignacio Latorre
Chacón hermano de Humberto Latorre Chacón quien fuera gobernador del
Departamento en el año 1981.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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