PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

viernes, 11 de octubre de 2013

458.- LA CUCUTA EN LOS AÑOS 30 Y 40, SIGLO XX I



PARTE I/II

LA SAGA  José Luis Maldonado (Seudónimo Luis Coronado)

La Cúcuta de Antaño




Fabrica de hilados y tejidos de Don Pedro Felipe Lara, quien fue un pionero de la industria textil de Colombia. Entre sus empresas se destacan: Telares Cúcuta que producían driles y mantas, los cuales se vendían en los Santanderes; Una fábrica de mosaicos y tubos de concretos; La Central Azucarera de Carrillo y el Acueducto Lara que surtía de agua a varios barrios de la ciudad.


Nuestra bella Perla del Norte, bien trazada y reconstruida tras el pavoroso terremoto que la destruyó en 1.875, se convirtió en ejemplo de urbe y fue pionera del desarrollo industrial y comercial. Cuando Bogotá tenía tranvía de tracción animal, los cucuteños disfrutaban de su tranvía con caldera de vapor que se desplazaba desde la estación del tren, pasaba por el centro comercial y continuaba hasta Rosetal en la salida hacia la frontera. Don Pedro Felipe Lara había montado su fábrica de textiles antes que costeños y antioqueños hicieran lo propio. Desde el lejano Chocó se despachaba los racimos de tagua a la fábrica de botones en Cúcuta y, convertidos en los apreciados adminículos, se enviaban para cubrir las necesidades de confeccionistas y comercio. Recordemos cuán lejos estaban los desarrollos de resinas plásticas que vendrían a reemplazar la tagua, el nácar y las perlas que, en su orden, constituían los materiales para elaborar botonería. Los cierres de cremallera y el velcro demorarían años en llegar y, entre tanto, el cierre de las braguetas era de botón y ojal.

En 1939 estalló la guerra en Europa. No tardó mucho tiempo para que productos y materiales que se importaban, mayormente de Alemania, Francia e Italia, desaparecieran del mercado local. La industria cucuteña se fortaleció y conocimos piezas en hierro fundido y hasta cubiertos de aluminio muy bien hechos allá por el barrio Carora. La forja también satisfizo la necesidad de repuestos para el ferrocarril y vehículos en general. La industria del mueble sorprendía a propios y extraños por su diseño y acabados. El calzado siempre fue algo muy grande en nuestra ciudad. Se decía que Cúcuta, con más de cien fabricantes en esa época, calzaba a más de la mitad de la población venezolana, calculada entonces en 4.6 millones y la de Colombia llegando a los 10 millones. Cúcuta tenía 60.000 habitantes, confinados en barrios ubicados dentro de un marco, así: Norte, con la estación del ferrocarril; Sur con el puente San Rafael: Oriente, con la fábrica de Licores; Occidente con la Columna de Bolívar. Lejos quedaba Los Patios  con el aeropuerto donde Camilo Daza se inició y donde los muchachos, con mucha arrechera frente a los fuertes vientos, íbamos a elevar nuestros cometones. La hoy Diagonal Santander eran potreros para pastar ganado pero, eso sí, los mangos y mamones que abundaban por allí, eran miel para la muchachada, pese a las garrapatas que sacábamos del paseo.

Cúcuta, la bella perla del norte, llamada también la ciudad de los almendros después que un diligente alcalde erradicó la arborización de matarratón, sembrando almendros que, por lo costoso del permanente barrido de su hojarasca, fueron trocados por otro arbusto, que si mal no recuerdo, llamaban Panamá y que subsiguientes burgomaestres, optaron por reemplazar definitivamente con las hermosas acacias que trajeron, y mantienen, frescura y colorido a la ciudad. La bullente urbe de los años ‘30 y ‘40 se agitaba con el pabellón rojo del partido liberal; pocos godos había por allí aunque, eso sí, el Departamento era de mayoría azul. La visita de jefes de partido y altos funcionarios del gobierno, eran motivo de grandes movilizaciones y ocasión para que los señores y damas de la clase pudiente, lucieran sus mejores galas en los salones del club de Tenis, Club de Cazadores, el hotel Internacional o en las casa-quintas de los notables.

Cúcuta siempre fue una ciudad pulcra, limpias sus calles y avenidas que se barrían con escobas de ramas. No conocíamos el asfalto y se empedraban las calles con piedras del río. En sus principales avenidas se fundían, en concreto, dos líneas o fajas centrales, carriles para los vehículos. La reparación y desyerbado de las calles era labor acometida por los reclusos de la penitenciaría, bajo el celo vigilante de guardas con fusil, apostados en las esquinas circundantes. Vecinos al lugar prodigaban jarras con agua fría para saciar la sed de aquellos vergonzantes.

Cuando la municipalidad emitía Decretos o Resoluciones, su publicación se efectuaba mediante Bandos a cargo de un funcionario que los pregonaba en alta voz, previa convocatoria a golpe de tambor, ejecutada por cuatro agentes de la banda de la Policía municipal. Seguidamente se pegaba sobre la cartelera, con engrudo de almidón de yuca, el oficio correspondiente. El grupo se desplazaba a cubrir el periplo de las cuatro esquinas de la plaza principal.

La mayor diversión en esos años lo constituía el cine y las salas de entonces se circunscribían al Guzmán Berti y al Santander, los principales, con balcón y platea a precio de 10 a 20 centavos según el programa. Los domingos había función matinal para los muchachos, generalmente series de 25 o 31 rollos que despertaban grandes emociones con Flash Gordon, Fu-Manchú, El Llanero solitario, Tarzán. La admisión era de 5 centavos, lo que costaba el periódico llegado de la capital con dos o más días de retraso, según el estado de la carretera (Cúcuta-Pamplona-Chitagá-Málaga-Duitama-Bogotá).

Compañías de Teatro y Circos, llegaban de vez en cuando a la ciudad. Las primeras se presentaban en las salas de teatro y, desde luego, eran la apetencia de los mayores. Los circos armaban su carpa en la Plazuela Libertador o en campo raso por la zona de Rosetal. También se organizaban corridas de toros en plaza de varas y palcos que se armaba en la plazuela Libertador, hasta que se construyó allí el Palacio Nacional. En las corridas no podía faltar nuestro torero Chucho Lara, espigado varón que vivía allá por la calle 13, cerca de una tienda de esquina conocida como La Fortuna. Chucho fue progenitor de otra gloria de la torería cucuteña, Paco, o Curro Lara, de alternativa en España.


Glorieta del Parque Santander torre de la catedral San José. Década del 40.


La Banda departamental, dirigida por el maestro Otero, ofrecía conciertos musicales de mucha amenidad y celebrada aceptación por centenares de familias que concurrían dominicalmente, al anochecer, en el parque Santander. Los músicos tenían una hermosa terraza para su interpretación y los asistentes seguían los acordes musicales caminando, al derredor del parque, bajo la suave brisa de la noche y el aroma de los mangos en flor. Al frente, sobre la calle diez, estaban los cafés, salones para deleitarse con helados de mantecado de leche y chocolate; jugos de zapote, de tamarindo, limonada y otras delicias en biscochuelos o comidas. El Salón Blanco de don Miguel Saikali en la esquina nor-occidental del parque, famoso por sus confituras, vinos y licores, sibaritismos que aunque en tiempos de guerra mundial, no faltaban para quien los pudiera pagar.

El béisbol era pasión en esos años y se jugaba más que el fútbol. Había equipos de la pelota caliente que se medían de igual a igual con novenas venezolanas y cabe destacar el furor que causaban los encuentros entre Cervecería Nueva de Cúcuta y Cervecería Zulia de Maracaibo. El básquet era también deporte muy atractivo y casi obligado ejercicio en escuelas y colegios. Las niñas no se quedaban atrás y los encuentros intercolegiales congregaban multitudes. El Tenis, obligado juego para la élite en sus clubes. Los naipes y el dominó para mayores y, casi siempre, la botella del Hennesy allí presente.


Runcho ó Zumbador

Los muchachos practicábamos juegos casi todo el año, dividido en temporadas que nos llevaban del runcho zumbador (botón de tagua para los pequeños) hecho de tapa de cerveza aplastada por las ruedas del tren, afilada, perforada y montada en piola doble, accionada por los dedos corazón de las manos, se convertía en peligroso reto entre galladas de escuelas y barrios. Seguía la temporada del trompo en que se demostraba la habilidad en la lanzada y recogida del juguetico de cuerpo torneado de madera y herrón de hierro, con castigo al perdedor con hachazo a su trompo. Venía luego la temporada de las metras (canicas) de cristal; La habilidad del jugador se medía por sus bolsillos repletos de las bolitas conseguidas en franca lid mediante certeros disparos propinados con los dedos pulgares e índice. Con los vientos de agosto, en el cielo límpido y azul de nuestro terruño se confundía el vuelo de los zamuros con el de las cometas multicolores, hechas de verada y papel vejiga, las pequeñas y de papel de paca del azúcar las mayores. Se adornaban con bufadores que el viento estremecía y causaban ruido de tamborileo que llegaba desde las alturas. A las colas hechas de cintillas de trapo viejo, especialmente en las cometas grandes, se les colocaba, entrecruzadas, medias hojillas de cuchillas de afeitar de la época y, mediante avezados movimientos de mando con la cuerda, la cometa corcoveaba y su cola ondulante se sobreponía a la cuerda más cercana y la cercenaba, ocasionando su caída y pérdida, amén de la furrusca que armaba el infeliz perdedor. Al ceder los vientos, desaparecían del cielo las cometas, mas no aquellas que cual mudo testigo, quedaban engarzadas en las cuerdas de la energía, girando locamente en agonía, por muchas lunas subsiguientes.

Llegaba la época de las cocas (baleros) y en las esquinas del barrio y en el patio de la escuela, el enchoclar de las piezas, despertaba la atención de vecinos y compañeros, en el juego. Como en los trompos, las cocas también provenían de artesanos del torno de madera, mayormente de Pamplona, a las que se les conocía por el colorido, franjas verdes, rojas, azules y amarillas, que daban a sus obras.

Motivo de verdadero orgullo para algunos de nosotros, era confeccionar nuestras propias cocas utilizando aisladores de porcelana blanca (utilizados en los postes de la energía para aislar los alambres conductores) a los que cubríamos un extremo con neme o cera de abejas y sobre esta, incrustadas, pepas de chochas roji-negras, materiales estos, las chochas, que nos propiciábamos haciendo paseo al río para conseguirlas en sus vegas y matorrales.

Hasta antes de la segunda guerra mundial, la juguetería y adornos llegaban de Europa, los finos y costosos. De Japón los ordinarios y de bajo precio. Las bicicletas americanas eran el sueño de los jóvenes; pesadas, con boceles, timbre, luces y llantas blancas. Pero eso era para niños ricos como Virgilio Barco el hijo de don Jorge, que iba en ella a su colegio, los Hermanos cristianos, allá arriba por la avenida cuarta. Yo también estudiaba en la avenida cuarta pero en Gremios Unidos, un plantel oficial y no costaba nada, ni matrícula ni mensualidad. Pero, ay, que señor colegio, que calidad de su profesorado, empezando por su director el Profesor Barajas, el catire, siempre vestido de lino blanco, serio, exigente. Los profesores Prada, Montaño, Mantilla, entre otros, verdaderos apóstoles. Las faltas se castigaban con reglazo a la hora de salida en la tarde y en formación total del estudiantado. Faltas leves, un reglazo en la palma de la mano que quisiera el alumno. Más graves, dos, uno en cada mano. Había la conseja de colocar dos pestañas en cruz, pegadas con saliva sobre la palma de la mano a ser castigada y que eso haría no sentir dolor alguno. Casi me quedo sin mi atractivo ciliar y juro que siempre sentí el golpe y la calentura que propicia el castigo.

Había ocasiones muy especiales en el colegio, para celebrar durante el transcurso del año. Una de ellas era el “Día de la Madre”, tercer domingo de mayo, en que todos los alumnos acudíamos con nuestra familia y, en el salón de actos, se celebraban ritos en honor y loor a las progenitoras. Los niños con madre viva llevaban botón de rosa roja en la solapa del saco y rosa blanca aquellos huérfanos de madre. Justamente, en uno de esos años, un niño que había perdido a su mamá, recitó un poema elegía a la madre e hizo llorar a toda la audiencia. En adelante, ese chico siempre tuvo el remoquete de “El huerfanito”. Los regalos a la mamá se entregaban allí, en la reunión, con el aplauso de la concurrencia. Generalmente mi regalo a mamá consistía en una caja de mota Soir de París (Polvo de arroz para la cara), de gran aceptación y contento para ella. Después de la reunión era costumbre subir por la avenida quinta a la casa de Pachita, famosa pastelera, a comer pasteles de harina y chicha (masato de harina de maíz) verdadero deleite a nuestro insaciable paladar. Años después, por la misma fecha y ocasión, el botón de rosa ensartado en mi solapa era blanco y la canción que tarareaba fue un tango que rezaba: “mi madre murió y todo acabó para mí/ soy hoja desprendida de un árbol otoñal/ soy escarcha perdida que arrastra el vendaval..”

Familias Notables

La sociedad cucuteña vivía y respiraba en paz. Las familias más pudientes, contadas con los dedos de las manos y quizá sobrando dedos; traigo a mi memoria a los Barco, don Jorge que heredó del Coronel don Virgilio Barco la concesión petrolera en Petrolea, Catatumbo y la Cervecería nueva de Cúcuta, entre otros bienes. Los Abbo; Don Pedro Felipe Lara, Tejidos; Don Rudesindo Soto, Haciendas; Los Duplat, Electricidad del Norte; Los Pérez Hernández, Transportes y Gasolineras; Los Cogollo, Ferreteros, importadores de maquinaria y equipos. Estas familias amén de prodigar empleo a miles de personas, contribuían a obras sociales y sostenían, con mucha discreción, a familias necesitadas que periódicamente recibían sus mesadas en dinero o en especie.


Colegio Sagrado de Jesús  ubicado en la Quinta Teresa. Década del 40. Av. 4ª entre Calles 15 y 16.

Sus hijos recibían esmerada educación en colegios privados conducidos por los Hermanos cristianos, para los varones y las religiosas del Santa Teresita, para las niñas. Los internados para educación superior se ubicaban en Pamplona. Para la universidad, esta élite acudía a Bogotá o al exterior.

Otro grupo de nivel medio-alto lo constituía un núcleo de familias ejemplares, dedicadas con mucho tesón a las actividades comerciales e industriales. Aquí estaban inmigrantes como los Abrahim, los Musa Brahim, los Cristo, llegados del oriente medio, ex colonias de Turquía como Líbano, Siria y Palestina. Alemanes como los Schumacher, los Salka; Venezolanos, muchos y, por razones que tocaremos más adelante, los consideramos siempre como propios y así se sintieron siempre, de la familia.

Los cucuteños raizales, con tres, cuatro y más generaciones que los antecedieron, siempre fueron corazón abierto para con aquellos que llegaban a la ciudad para quedarse y contribuir a su grandeza y desarrollo. Vuelve mi memoria a recordar nombres y facciones y hasta hechos que, aún de poca significación, quedaron grabados en la memoria del niño.

Los García-Herreros, educadores; Los Santander, herederos sin fortuna de nuestro Hombre de las leyes. Don Nicolás Colmenares, gran trabajador y forjador de empresas, formó un hogar con la bella y dulce hermana de don Azís Abrahim, vidriero y marquetero de óptima reputación; don Benito Castro, farmacéutico y boticario como don Samuel Estrada, don Víctor Ruiz, don Numa Guerrero, Los Eslava, Los Navarro, Los Ayala y, muchos otros con sendas boticas y farmacias, siempre generosos con el enfermo menesteroso y a quienes evoco con devoción y afecto, dado que fueron inspiración y guía en mi formación profesional en años subsiguientes.

Don Daniel Durán, fue farmacéutico y boticario. Su prestigio y virtudes, amén de su lealtad y fervor liberales, le condujeron a la Gobernación del Departamento. Su hermana, doña Matilde, casose con don Luis Arámbula y de esa feliz unión vinieron Marcos y Alfonso (militares de alto rango), Enrique, notable hombre de leyes, Fernando, industrial y gran taurófilo, Carmen Sofía, Elvia, Delfina, Margarita y Beatriz, familia insigne, todos ellos, los Arámbula Durán que, en ciertos momentos de mi niñez y orfandad, supieron brindarme generoso abrigo en su hogar y lecciones de moral que guardo en mi corazón.

Sería injusto dejar de mencionar otros nombres de familias, todas ellas notables y dedicadas con mucho tesón a sus respectivas ocupaciones, ejemplos de honestidad, fieles a sus creencias y aunadas en el amor a su terruño. Pese a mi corta edad, en esos años ’40, evoco atropelladamente apellidos que, ojalá, persistan aún aferrados a la urbe y no hayan engrosado la migración a otros lares. Pacheco, Vergel, Prada, Cacua, García, Useche, Faccini, Soto, París, Ballesteros, Gelvis, Orozco, Morales, Ontiveros, Galvis, Mansilla, Caputto, Gómez, Cárdenas, Hernández, Belloso, Fernández, Osorio, Yáñez, Contreras, Sayago, Donadío, Núñez, Soto, Villamizar, Vera, Jaimes, Mora, Niño, Pabón, Cuberos, Gonzáles, Díaz, Jácome, Lázaro, Potes, y muchos más que se escapan a mi memoria, familias a quienes presento mis más rendidas excusas por la omisión.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

3 comentarios:

  1. Que bueno que se hubiese seguido con ese empuje. Desafortunadamente el ser frontera hizo que la economía no fuera propia sino que dependiera del comercio con el vecino país. Ha hecho falta ayuda del gobierno para crear empresas y volver a la Cúcuta de antes.

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  2. Gracias por compartir lo que somos, a través de la historia.
    Comparto con Ustedes la marca "Tochadas de mi Pueblo" como un agradecimiento a mi tierra por ser un hijo más. Promuevo lo nuestro y lo que producimos como certeza que somos una raza bravía y emprendedora. Cualquier aporte de nuestra cultura e historia se las recibo con mucho aprecio. Me pueden seguir por redes sociales en @tochadasdemipueblo

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  3. Mora...ahora propietarios de la hacienda carrillo, azucarera y se destino el primer ron ..ron Carrillo, hubo una batalla del llano de Carrillo por el Santander..orgullosos norte santandereanos!!

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