Juán Pabón Hernández
Al visitar el hogar de Sergio y Miryam, los pliegues de mi alma
evocaron las épocas juveniles. Qué grato saludarlos en su intimidad, con la
sombra de sus propios recuerdos colgados en las paredes, y en el ambiente
cucuteño que se respira, en el aroma y el color de los anhelos de mantener
vigente una tradición.
El sol de la mañana comenzaba a iluminar los espacios, mientras
Sergio contaba cosas acerca de sus viejos tiempos y se deslizaba en los años de
cada fotografía, la cual detallaba con la frescura de quien agradece al destino
la oportunidad de haber tenido tanta experiencia en torno a los niveles de la
dirigencia regional. Con la amabilidad brotando del café nos sentamos
brevemente a conversar para, luego, dirigirnos a mi casa, donde iniciaríamos
una plática pactada desde antes para los días navideños.
Allí se encuentra con Marta y mi hijo Camilo José, con quien sostiene
un interesante análisis de asuntos de economía y desarrollo a niveles regional
y mundial, además de los políticos, los cuales nunca se despegan de sus
conceptos. Lo aconseja y le plantea perspectivas de evolución a un joven que
apenas despierta a las exigencias profesionales. (A propósito, no fue fácil
sacarlo del tema técnico económico, por la pasión que se le advierte al tratar
las variables que afectan el progreso del país y el futuro de la política
colombiana).
“El Colsag era toda mi vida…”
Es inevitable comenzar por el barrio Colsag, el de antes,
maravilloso, sombreado por los viejos árboles que aún conservan el eco risueño
de los niños, también de antes, jugando en sus calles.
“Papá era jefe de compras de la Colpet, cuando César Meléndez y
Rafael Rincón Cabrales le dijeron que iban a construir viviendas para los
funcionarios de nivel administrativo, para complementar los planes de vivienda
que habían comenzado para los obreros”. Entonces tuvo su casa.
El atropello de sus palabras emocionadas de añoranzas fluye para
contar y contar; supe así que nació en 1949, en una casa de la Calle 12 donde
hoy funciona la papelería que fundó Dorita de Mora, y vivió a media cuadra
abajo del Colegio Sagrado Corazón. A propósito, su sonrisa es muy jovial cuando
dice que el médico que lo trajo, el Dr. Moncada, “era tan feo que cuando niño
lo veía uno y lloraba”
El Colsag era un barrio familiar, donde todos eran conocidos, y
amigos, y las familias se caracterizaban por la plácida concepción de estar
compartiendo no sólo un espacio de convivencia, sino un hogar mayor donde todos
eran valiosos: Marcucci, McKormick, Hernández, Garbiras, Landinez, Guerrero,
González, García, Durán Porto, Hartmann, Rincón y muchas más, conformaron su
mundo juvenil el cual, entonces, era muy sano y se limitaba al barrio y al
colegio. Las familias era amigas; “jugábamos al circo en la casa de las
Garbiras, hacíamos maromas y éramos payasos: Las espectadoras eran las mamás”
Si se lo contara a los jóvenes de hoy, les parecería cursi algo
inmensamente tierno: “Aprendimos a bailar con mamá y practicábamos con las
niñas amigas por los lados de la escuela, con música de La Billos y Los Melódicos; más grandecitos tomamos ron con
Coca-Cola…Mamá nos hacía ejercicios para afinarnos el oído, y para ello tocaba
las tonalidades en la guitarra.
Y otros ejercicios de liderazgo, como el de imaginar lo que queríamos
ser, dar la vuelta y analizar lo que teníamos que hacer para lograrlo”.
Los partidos de fútbol eran en las calles, con piedras como
porterías, en desafíos en los que daban todo. Después, al río, a bañarse y
cazar palomas con cauchera. Desde luego, era un río distinto, abundante y algo
caudaloso, que una vez se creció tanto que inundó el barrio.
“La familia almorzaba junta: debíamos estar sentados los cinco: Don Miguel,
Doña Margoth, mis hermanos Carlos Gustavo y Miguel, y yo. El Colsag era toda mi
vida; entonces estaba en construcción La Clínica Santa Ana. Al barrio llegaban
los pancheros de San Luis y los sacábamos a piedra, pero ellos también nos
escalabraban. En San Luis vivían las Duplat: de la casa nuestra, derecho por el
rio, llegábamos allá”.
Entonces la iglesia del Sagrado Corazón era en la Grancolombia, y el
párroco el Padre Martínez. “Carlos Gustavo, mi hermano, y yo, fuimos sus
acólitos: recuerdo que el papá del cura, Don José, recogía la limosna de atrás
hacia adelante golpeando una moneda con la otra para que supieran que él
venía”.
Las proezas juveniles
Sergio estudió la Primaria en el Calasanz de la Trece con Sexta,
donde funcionó la Cervecería Santander, hasta quinto de primaria y, luego, el
Colegio se trasladó a la sede del barrio Blanco. (Recuerda mucho un momento de
copia cuando vio a Humberto Vanegas pasándole respuestas a Jorge Garcíaherreros
por una rendija).
Habla de sus compañeros: Manuel Díaz Caro se la pasaba pintando a
Batman y a Robin, tiras cómicas y episodios
de vaqueros, con gran habilidad para el dibujo; de Fernando Rosales, Kike
Canal, Germán Pérez, Carlos Olivares, Juancho Vargas y de todo su salón, hasta
cuando fue enviado con un grupo selecto a la Escuela Apostólica El Mortiño,
dirigida por los jesuitas, ubicada junto a la fábrica de Peldar, cerca al Pico
del Águila, con Ricardo Garcíaherreros, Rafael Alberto Jaramillo, Carlos
Gustavo Entrena, Josué Jaramillo Canal, Ramón Espinel de Pamplona y David
Bonells, a quien expulsaron por tener escondidas revistas Playboy. Era primero
y segundo bachillerato y anhelaba ser jesuita, “yo decía que quería ser
obispo”, pero Don Miguel hizo valer su derecho de Patria Potestad para decidir acerca
de la educación de los hijos y se lo impidió.
Regresó a Cúcuta, a buscar cupo en el Sagrado Corazón, donde su papá
había sido campanero por ser el mejor alumno, compañero de Enrique Vargas Ramírez,
Alfredo Bustos, Germán Álvarez Entrena, Musa Brahim y otros notables, pero el
Hno. Rodulfo Eloy le recomendó La Salle. Allí conoció a Álvaro Salgar, quien
iba adelantado dos años, a Leopoldo Vera, a David Rueda, a Pablo Vera, al Gordo
Pérez y otros amigos: La mamá de David Rueda preparaba dulce de Toronjas frente
al Colegio Santo Ángel, que quedaba en la calle 9 entre Cero y Primera. (Le
comento yo que por allí pasamos muchos, rondando las niñas, y comimos los
dulces). “Claro, como formábamos parte de la banda de guerra, realizábamos los ensayos
pasando por frente al Santo Ángel, con Ernesto Duplat, Beto Barrera y Carlos Gustavo
mi hermano. Beto nos hizo lucir ante las niñas con un arreglo que hizo de Dominique
Nique Nique”. (Debo decir que en mi buzón hallé luego un mensaje: “No olvide
escribir que soy de la misma generación de Hernando Suárez R., Beto Barrera y Margarita Silva C.”).
Las justas de honor eran competencias con el Salesiano y el Sagrado Corazón,
cuyo tambor mayor era el negro Contreras. Se rompían el alma en los desfiles
porque la rivalidad era intensa en todo, en futbol, en básket, en grandes clásicos
donde jugaban maestros como Perica Pérez. De su amigo Miguel Méndez cuenta que
tiene un ahijado, que el muchacho tuvo que cuidarse de la diabetes por tanto
dulce que le regaló.
Siempre ha sido hincha del Cúcuta (vi colgada en el perchero de su
apartamento una chaqueta con el escudo del doblemente glorioso); recuerda el
subcampeonato de 1964: “entonces íbamos a los ensayos al estadio, donde Pancho
Villegas entregaba el peto a los jugadores”, y escuchaba en ‘Cornucopia
Deportiva’, al Mocho Barreto y a Roque Mora.
Sendero al liderazgo
Su papá compraba El Espectador, que se vendía por fascículos; era
común que la familia se sentara en la sala a leer el periódico; desde ahí le
empezó a gustar la política y a seguir a los líderes, como Carlos Lleras y Alberto
Lleras y grandes hombres; además, ha sido un permanente oyente de radio.
“Alguna vez pensé en Derecho, pero el Hno. Antonio Camilo nos habló
pestes de esa carrera, no quería Abogados, nos insistía en eso y, por ello,
ninguno lo estudió. Vine a Bogotá a estudiar Economía en El Externado y luego
me pasé a la Jorge Tadeo Lozano, por estar esta última aprobada: era la carrera
de moda y, sobre todo, tenía vinculación con el tema social y el desarrollo
regional que siempre me han atraído”.
Vivía donde su tía Graciela, “nuestra segunda mamá”. Un domingo se
sintió muy triste y pensó que teniendo tantas cosas buenas en el departamento
no las mostrábamos. “Me tomé unos aguardientes Extra y escuché música nuestra;
al día siguiente llegué a la universidad a las 7 de la mañana, compré cartulina
y marcadores y convoqué a una reunión urgente a los estudiantes
nortesantandereanos”. Así nació la asociación para realizar el primer encuentro
regional en Bogotá. Pedro Sayago lo propuso como presidente.
Se realizaron importantes y exitosas actividades: un concierto de la
Banda Nacional, dirigida por el maestro Rozo Contreras, una conferencia de
Eduardo Gaitán Durán, entonces Presidente de Camacol, condecoración al padre
García-Herreros y a Jaime García Parra; el Gobernador era David Haddad, y
Luciano Jaramillo C., gerente de la Lotería de Cúcuta, ayudó a financiar los eventos;
además, se hizo una exposición de pintura y escultura; con la ayuda de Clemente
Franco, gerente de Colseguros, se aseguraron las obras de Eduardo Ramírez
Villamizar, Luis Paz y otros. Estaban de moda Arnulfo Briceño, Jesús David
Quintana, Yolima Pérez y Yolanda, la ocañera. Hicieron un campeonato nacional
por colonias: en fin, “paralizamos la universidad”.
En realidad, fue el inicio de su carrera política, fundamentada en
pensar en la gente y las cosas buenas del departamento. (Desde entonces ha
estado en permanente contacto con las cosas regionales, buscando información,
analizando estudios). Decidió buscar al Dr. Héctor Casas Molina, quien era representante
a la Cámara y, por intermedio de él, conoció al Dr. León Colmenares Baptista. Pero
Don Miguel le exigió graduarse, antes que nada, y así lo hizo. (Vale la pena anotar
que fue representante estudiantil durante toda la carrera. El tiempo le daría
luego la oportunidad de realizar estudios de Alta Gerencia en la Universidad de
Los Andes y de ser profesor universitario).
Sergio
Entrena López y Juán Pabón Hernández
“Salí del SENA llorando”
Regresa a Cúcuta a buscar oportunidades de trabajo y experiencia
laboral: “Hablé con Don Rubén Darío Eslava y Jaime Pérez López, mediante
quienes logré ingresar como Director del Departamento, de Promoción y
Desarrollo de la Cámara de Comercio, en reemplazo del Dr. Adolfo Morales. Asumí
el reto de participar en una feria internacional en Bogotá, con la colaboración
de Don José Urbina A., obteniendo estupendos resultados”. Al retornar lo
encargan de la Secretaría Ejecutiva y, a los dos meses, es ratificado en el
cargo y trae a Pedro Sayago, quien estaba en Acopi, para Promoción y
Desarrollo; ahí se creó la Cámara de Integración Colombo Venezolana.
Hace un paréntesis en su labor en la Cámara para estar seis meses
acompañando a la gobernadora María Carmenza Arenas Abello; regresa a la Cámara
y es llamado a gerenciar el Banco Santander; con la colaboración de Alberto
Ramírez, entonces Alcalde, logró que el Dr. Ignacio González aprobara la
construcción del Edificio del Banco Santander, del cual fue constructor el Dr.
Álvaro Riascos F. Después abrió el Banco Mercantil a donde llevó a Elio
Berbesí.
Recuerda, además, sus intensas y paralelas actividades cívicas, su
apoyo a los temas de mediodía de Carlos Pérez Ángel, en Caracol. Emprendió una
campaña de iluminación del aeropuerto Camilo Daza, con la colaboración de la
dirigencia del banco, pero a pesar de no obtenerse completamente, logró motivar
al Gobernador Adolfo Martínez Badillo para ir a la Aeronáutica Civil, de la cual
era Director el Dr. Álvaro Uribe Vélez, a quien entonces conoció y, luego, fue
su compañero de gobernación.
Ya había sido concejal por un movimiento cívico liderado por Carlos
Pérez Ángel. Cuando se creó el Nuevo Liberalismo, con León Colmenares, Marcos
César Leiva y Héctor Casas Molina, organizaron un grupo de disidentes liberales
con Galán. Eran actividades paralelas a su carrera bancaria.
En 1976, en la presidencia del Dr. Alfonso López Michelsen, se
celebró el Congreso Nacional de Economistas; Sergio era Presidente del capítulo
local y del Muan. El presidente vino a Cúcuta a inaugurar el Congreso y la
Clínica del ISS, siendo ministra María Elena de Crovo y Director regional del ISS
el Dr. Daniel Raad. Con José Neira, Alfonso Salas, Luis Eduardo Lobo
Carvajalino y Carlos Castro Lobo “conseguimos una cita con el presidente para
plantearle los problemas regionales. Ahí fue su famoso y exigente discurso que
terminaba con la famosa frase: “no nos transaremos por menos”. Estaban presentes
los principales periodistas de Colombia, porque López iba a lanzar su proyecto del
salario integral. “Íbamos a pedirle una sola cosa, a lo grande: la
infraestructura vial”. López improvisó la respuesta, con una gran rabia: al día
siguiente, todos los ciudadanos y hasta los taxistas le hacían señales de
¡bien!
Va como ejecutivo a Comfecámaras, a Bogotá, por tres años. Luego,
Enrique Low Murtra lo nombra Director del Sena, un cargo en el que estuvo cinco
años, en una época que lo conmueve (“salí del Sena llorando”), para después ir
a Telecom como asistente ejecutivo de Clara Elsa Villalba de Sandoval.
El itinerario del servicio
Una noche Miryam lo vio escribiendo su carta de renuncia, porque
varios dirigentes, como Alfredo Durán y Antonio Lizarazo, le habían propuesto
ser candidato a la gobernación del departamento: aceptó cuando los gremios, públicamente,
se lo solicitaron. Aunque Miryam nunca estuvo de acuerdo, lo apoyó, con la condición
de que no siguiera la carrera política.
Su gran interés ha sido, siempre, el problema social: “Siempre y
cuando se logre comprometer al sector privado, la gente colabora, cuando ve que
se le juega limpio, sin buscar beneficios personales. Toda mi vida ha sido servir,
disfruto sirviéndole a la gente”.
En Europa fue cónsul en Sevilla: “comprobé cómo las ciudades se
venden alrededor de la cultura. Sería interesante, por ejemplo, recuperar el
legado de Santander mediante un trabajo concertado, para crear valores
regionales en los niños”.
Hablamos de tantas cosas de la región, de la UFPS por ejemplo, de la
necesidad de cualificar a los docentes, de ofrecerles una remuneración justa,
de incentivar la investigación, en fin, de fortalecer el aspecto académico y,
en especial, ajustar las necesidades de progreso académico y, posteriormente,
laboral de los estudiantes mediante ejercicios en torno a la realidad de los
recursos del departamento. Igual, mencionamos algunas cosas de la Universidad de
Pamplona, para erigirla como baluarte del desarrollo de la región.
Hablamos de los pueblos del departamento, del desplazamiento forzado,
de los problemas viales, de la gente sana de los pueblos, luchadora,
trabajadora, consciente de que lo que está haciendo en su pueblo tiene
trascendencia, de los cultivos, de los cordones de miseria en las ciudades, del
sentido de pertenencia de la gente.
El trabajo de liderazgo en los niños debe hacerse desde la educación
primaria, que los docentes enseñen con base en los recursos, “vamos a verlos,
como el agua que nace en tal fuente y sufre este proceso”. Ya cuando el muchacho
está en la universidad se le da una buena orientación con base en sus
capacidades. Desde luego, trabajando temprano los valores morales.
A nivel de gobierno deben hacerse conocer las oportunidades que hay,
actualizadas, con motivaciones para hacer pasantías dentro del departamento;
que las empresas en lugar de renta hagan donaciones a fundaciones.
Insiste en los temas culturales. “La Academia de historia debe ser
más agresiva. Debería existir un museo importante”.
Además, el departamento debe programar de inmediato un período de
transición, de fortalecimiento institucional, de credibilidad, centralización
en educación y salud, así como del tema social, el orden público, la falta de
recursos. Y, definitivamente, hacer valer los derechos para lograr influencia a
nivel nacional, que es escasa: “Eso no se regala, eso se gana. Tenemos todo,
gente y ganas de superar y solucionar, de echar para adelante, tenemos recursos
naturales, sólo nos falta dirigencia”. Por supuesto, debe convocarse a la gente
que vive afuera y tiene cómo apoyar al departamento, cómo ayudar desde sus
posibilidades.
Dice que la región no debe ser tan inmediatista, debe proponer un
trabajo a mediano y largo plazo, con una adecuada planeación regional,
promocionar nuestros valores, crear escuelas de liderazgo, difundir el
folclore, y tantas cosas valiosas.
Epílogo
Cuando llama Miryam para pasar por él, comenta con un especial flujo
sentimental en sus ojos: “Uno se convence cada vez más de la importancia de la
mujer y los hijos: son su motivación mayor, quiere que los hijos sean mejores.
El papel de uno como taita es que si el hijo debe pasar una pared, pues uno se
agacha para que él se suba y mire más allá y escale y salga adelante”.
Lo compruebo en la mirada tierna a su propia mujer, tan bella como en
los tiempos de la 0A de Lleras Restrepo, en la época de “Las Fernández”,
Miryam, Yeya y Haydeé, y las chiquitas Marta y Gloria, así como de Pepe
(q.e.p.d), Juan Carlos y Beto, en el bello hogar de Doña Cecilia y el Dr. José
Manuel. No es necesario verse tan frecuentemente para sentir un afecto
recíproco con ellos: no en vano nos conocemos desde hace casi 50 años.
Quizá se le quedaron muchas cosas en el tintero, o yo no las supe registrar:
a un hombre como él siempre le faltará espacio para contar el itinerario de su
éxito.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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