Gerardo Raynaud (La Opinión)
Previa la iniciación de la Segunda Guerra Mundial, en Cúcuta se desarrollaba una intensa actividad económica y social que presagiaba un elocuente porvenir.
Muchos a la ciudad venían, no sólo a ver su progreso, sino a conocer las razones de su pujanza; propios y extraños, pero particularmente algunos de nuestros vecinos interesados en replicar, hasta donde se pudiera, los ejemplos que aquí admiraban y consideraban como dignos de imitar.
Tal fue el caso del líder y periodista venezolano Martín Enrique Hurtado de Mendoza quien tuvo la oportunidad de expresarle su sentido agradecimiento, mediante la publicación, en los principales medios, de un manifiesto en el cual le rendía un elogioso homenaje.
Este personaje había tenido la ocasión de visitar la ciudad en el pasado, en varias oportunidades y por esta razón, observar sus adelantos y evolución. Al parecer, su ascendiente con algunas personalidades de la ciudad, en particular con miembros del gremio de la comunicación social, hicieron que su permanencia, en los tiempos que residió, fuera tan agradable y placentera que al final de su estancia decidió que, para expresar su agradecimiento, lo mejor era escribirle, en prosa, sus sentimientos de gratitud.
Decía en su escrito don Martín, que Cúcuta, en el concurso de las capitales de Colombia, ocupaba un puesto de avanzada. Que era llamada por sus admiradores, La Perla del Norte, y bautizada por el patriotismo con el nombre de Baluarte de la Frontera. Estas, decía, en el pináculo de grandeza que, en remotos tiempos, tu preclaro hijo, el Hombre de la Leyes, como lo apellidó el Libertador, o tu embrujamiento de encanto, que, en las oscuridades de la prehistoria, urdieran los sueños de la bella princesa Zulima, figura que debe presentar Cúcuta a la posteridad plasmada en bronce.
Con tu noble escudo de ciudad gentil, hospitalaria, alegre, progresista, pujante y laboriosa que con orgullo guarda su tradición, abres los brazos a todos sin distingos de ninguna clase ni regionalismos odiosos y por eso eres la ciudad acogedora por excelencia.
Recordando siempre los auxilios oportunos y desinteresados que la hermana República de Venezuela prestó a los damnificados del terrible terremoto que dejó en ruinas a la ciudad y que luego surgió como el ave Fénix de sus cenizas, acoges siempre con hidalguía y generosidad al asilado o al pobre u opulento venezolano que resuelve plantar su tienda en este pensil que junta la belleza a la exuberancia tropical. Tu mercado cosmopolitano te va llevando a la categoría de urbe, y sigues adelante al grito de Excélsior, que de uno a otro confín se oye en todo el país.
Capital privilegiada que ofrendas lo mismo tus riquezas y productos que ostentan tus viriles valores y tus bellas y hermosas mujeres, orgullo de la más refinada sociedad.
Con tu pujante y propio esfuerzo has llevado el estilo moderno a tus parques, calles, edificios y casas, y puedes brindar un refinado confort al visitante quien admira la correcta organización de tus servicios públicos, y todo esto conseguido con el inteligente y patriótico esfuerzo del gobierno, armado con el espíritu público de los cucuteños, que son decididos y firmes.
Cúcuta en toda época ha dado su aporte muy valioso, desde la guerra de la independencia hasta la actualidad y siguiendo el ritmo del progreso y para igualar las innovaciones que llevan a cabo las capitales de los demás departamentos, ha instalado una estación de radio, la emisora La Voz de Cúcuta, en onda larga de 1.270 kilociclos, cuyos programas y organización están a la altura de sus similares de Bogotá y Medellín, a lo cual ha prestado especial atención su gentil y distinguido gerente, don Alejandro Sánchez.
Los conjuntos artísticos que allí se presentan son todos de auténtico valor, para todos los cuales va mi felicitación, pero especialmente para el Trío Bautista, para el dueto de las hermanas Rojas Mora y para don Segismundo, quien hace derroche de arte, chiste y ‘filosofía’ en sus actos y presentaciones.
También hago extensiva mi felicitación al comercio local, que ha sabido corresponder a este esfuerzo de grande alcance cultural, al señor alcalde Joaquín Ramírez, al Concejo Municipal y al señor gobernador por su apoyo a esta radiodifusora.
Si buscamos las causas del avance de Cúcuta, las encontraremos en la glorificación de sus héroes y al estilo de la magna Grecia que no podía ser de otra manera si el sol de la libertad brilló en Boyacá, el bautismo de la República tuvo lugar solemnemente bajo las arcadas del humilde templo del Rosario de Cúcuta, en el cual, el primer Congreso expidió la Carta fundamental para la naciente república.
Estoy verdaderamente sorprendido por el progreso de esta ciudad en el decurso de seis años y que me lleno de satisfacción al poder tributar este homenaje lleno de cariño y admiración, y que deseo sea recibido con simpatía por todos los que bajo este retazo de cielo azul y trasparente como el bello de Venecia, moran en este suelo generoso, arrullados por las brisas de los ríos Pamplonita y Zulia, entre el eco lejano de la orquestación de sus cascadas de cristal que su esfuma en los velos de sus noches diáfanas, saturados con el perfume de sus perennes pénsiles, llenos de vida y de calor tropical.
Y para terminar este elogio, sólo puedo decir:
¡SALVE CÚCUTA GRANDE!
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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