También Cúcuta, con menos de 200.000 habitantes, se preciaba de estar en las ligas mayores del fútbol colombiano.
Al fin y al cabo aquella pequeña -pero pujante ciudad fronteriza- hacía parte de aquel puñado de capitales que podían jactarse de tener en la nómina de su club más jugadores extranjeros que cucuteños.
De hecho, dos o tres constituían el número máximo de futbolistas del departamento integrados en la plantilla del Cúcuta Deportivo.
Para estos últimos, jugar en el equipo les deba un rango social que para nada les sentaba mal. Aupados solo por la prensa y la radio, los futbolistas profesionales en los años 50 eran semidioses del Olimpo, auténticos fenómenos de masas tanto o más que las fulgurantes estrellas multinacionales del balompié mundial de hoy.
Algunos creyeron que nada de eso acabaría un día. Otros, con los pies en la tierra, previeron que el dinero conseguido en las canchas no sería nunca suficiente para un futuro sin sobresaltos.
Al final, cada quien, como era natural, tomó un camino que 50 años después permite volver la mirada a lo construido por hombres como Rolando Serrano, Juan ‘Chalamú’ Barbosa y ‘El Perro’ Juan Gámez Osorio, por citar solo algunos de los hombres que en 1950, dos años después del inicio del fútbol profesional colombiano, iniciaron una carrera que tendría en el salto al Cúcuta Deportivo un momento estelar en la historia de la ciudad.
No fueron los únicos. En esa legión de jugadores de la región estuvieron entre otros Luis Eduardo ‘Gallito’ Contreras, quien salió campeón con el Santa Fe, Pedro ‘Cajurra’ Díaz, exjugador de Millonarios, quien estuvo a punto de ir a jugar con el Real Madrid de España, Pablo ‘Tarzán’ Mendoza, Marcos ‘Gorilo’ Ortiz, ‘Terremoto’ García y Roberto ‘El Churco’ Serrano, hermano de Rolando.
ROLANDO SERRANO
Si alguien se puede llevar el título de campeón mundial de locuras ese es José Rolando Serrano Lázaro, el único futbolista nortesantandereano hasta el momento en disputar un mundial de categoría única:
Chile 1962, con la selección Colombia, que dirigió el argentino Adolfo Pedernera.
“El loco” como aún le llaman, nació en Pamplona, el 13 de noviembre de 1938.
Debutó con el Cúcuta a los 17 años frente a Santa Fe, marcando un gol a ‘Manolín’ Pacheco. Pese a ello fue descartado por la edad, lo que le llevó luego a vincularse al equipo de la Colombian Petroleum Company (Colpet), para regresar dos años después a las toldas del equipo motilón.
Se casó, a escondidas el 24 de octubre de 1957, en la iglesia de San Luis, con Myriam Celina Navarro, con quien tuvo seis hijos Claudia, David, Nancy, Rolando, Adriana y Laura. La primera nació en Cali, David en Barranquilla y los otros en Cúcuta.
“Rolando era el campeón del desorden, a los seis meses ya me quería separar. Le gustaba la parranda, tomar trago, jugar billar, a veces no iba a entrenar, pero era muy buen jugador”, cuenta su esposa, quien más de 5 décadas después se muestra “segura” de aquellos devaneos del pamplonés de su vida.
“Al final tuve paciencia y resignación porque comprendí que así era él y no podía cambiar su forma de ser. El presidente de la Liga de Tejo, Reinaldo Mantilla Roa (q.e.p.d), que nos conocía bastante, un día me condecoró con la medalla del aguante”, señaló, quien fuera jugadora de baloncesto.
CUCUTA DEPORTIVO 1959.- De pie de izquierda a derecha: Roberto Serrano, Ever Martín Cativiela, Gonzalo Escolar, Lauro Rodríguez, Ferrari, Rolando Serrano, Julio Terra, Arturo Solórzano, Valerio Delatour, “Chucho” Hernández, Hincados en el mismo orden: Hilario López, Vásquez, Luís Miloc, “Alpargate” Ramírez, “El Campeón” Zapirain y “Canino” Caicedo.
Posteriormente se enfundaría las camisetas del Unión Magdalena, Millonarios, Atlético Junior y Tiquiri Flórez (Venezuela), para cerrar su campaña en el cuadro que le dio la oportunidad en el profesionalismo, del que fue además entrenador.
Entre sus recuerdos, el más nítido de aquella época se remonta a los preparativos del Mundial de Chile, cuando la selección jugó en México varios partidos de fogueo.
Y, de nuevo, la rumba fue la causante de sus problemas. No contento con escaparse de la concentración, Rolando no solo se dirigió a la plaza Garibaldi a escuchar rancheras sino que en un acto osado regresó con un mariachi al cuartel general de la Selección Colombia.
Las consecuencias, por supuesto fueron severas: fue excluido de la nómina que jugó el primer partido de la Copa Mundo, en la ciudad de Arica, ante Uruguay, un encuentro que Colombia perdería 2-1.
Aun así, y cuando todo parecía perdido en el minuto 45, en el partido en el que Rusia derrotaba a Colombia 4 a 1, Rolando, a los 24 años, fue titular del célebre plantel en aquel mítico partido en el que nuestro país logró un angustioso empate a 4 goles en el segundo tiempo del encuentro.
A sus 75 años, Rolando todavía se acerca a las canchas de San Eduardo y el Colsag a compartir con los amigos recuerdos, travesuras, contar anécdotas, chistes y a tomarse un par de copas.
“El médico me advirtió que tomara o no trago siempre me iba a morir, luego para qué me voy a castigar”, dice de manera coloquial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario