Existía desde luego el “desnucadero” (“desnuquin room”), en lenguaje privado que lo era el Barrio La Magdalena, años después trasladado a La Insula; su “sucursal era el bailadero King Kong, hoy Convento de Monjas de Clausura. El Cementerio Central. El Cúcuta de La Aduana de la avenida séptima cuya estructura metálica, famosa por su tamaño y belleza llegó equivocadamente a la ciudad y sirvió corno símbolo de arquitectura moderna; se dice que su destino era para Calcuta, en la India; hace apenas pocos años (Administración del Alcalde Don Pauselino Camargo) desapareció y no se sabe quién la tiene. Las Librerías de Don Alfonso Rojas, Don Luis Gabriel Castro, Don Luis Uribe Acevedo, Don Manuel V. Hernández. También cabe recordar la Botica Alemana, la Botica Americana de Don Numa Pompilio Guerrero, primer Químico Farmacéutico graduado en la Universidad Nacional. La Farmacia de Don Roque Peñaranda, quien jugaba ajedrez en la puerta de su establecimiento, 7 de las 8 horas de trabajo diario y cuando alguien preguntaba por un medicamento le decía: “entre fíjese si lo encuentra”.
Las enfermedades parasitarias en niños y adultos eran el fuerte de la consulta de los médicos de la época, que eran los doctores José María Forero Cote, Jesús Mendoza Contreras, Luis E. López, Alberto Durán Durán, Félix Patiño Camargo, Rafael Lamus Girón, Miguel Roberto Gelvis, Félix Enrique Villamizar, Rodolfo Luzardo, Luis Felipe Herrera, Miguel Isaza Restrepo, Carlos Ardua Ordoñez, Pablo E. Casas, Santiago Uribe Franco, Luis U. Lozano, Roberto Gómez Parra, Epaminondas Sánchez, Agustín Becerra, Luis E. Moncada, Wilfrido Ramírez, Carlos Vera Villamizar, Gabriel Gómez, Dario Hernández Bautista, Fructuoso Calderón, Fernando Troconis, Alfonso Meisel y los Bacteriólogos Universitarios Luís Humberto Duplat y Jesús Cortes Velandia y también Don José A. Urdaneta, quien fue el primer Laboratorista “práctico”, en Cúcuta. Había dos Puentes principales: El Puente de San Rafael, cuya primera mitad era colgante y en la cual había que pagar, por pasar 1 centavo por persona. 2 por animal cargado y 5 por vehículo; el otro era el Puente de San Luis, ya referido.
Era esa Cúcuta hermosa y tranquila, trabajadora y honesta y en la cual circulaba como moneda colombiana el Peso llamado “fuerte’, el centavo, los 2 centavos, los 5, los 10 y los 20, hoy prácticamente desaparecidos y circulaba también la “puya”, la ‘locha”, el “medio”, el “real” y el “fuerte” venezolano, a un precio muy por debajo del Peso colombiano. Cuando las consignaciones en los pocos Bancos que había en la ciudad, se hacían casi a la “tapada” y bajo la palabra del depositante. El cajero preguntaba simplemente: “cuanto viene acá”, y la respuesta debía ser exacta a lo entregado, pues el depositante se “exponía” a que al otro día le buscaran y le llamaran la atención. Eran sólo dos Bancos: el “Banco Bogotá”, cuyo Gerente Don Jorge Soto Franco dejaba gran parte de su oficio en manos de Don Carmelo Díaz Acevedo, Secretario Ejecutivo. El otro era el “Banco Colombia”, gerenciado por Don Luciano Jaramillo, General de la “Guerra de los Mil Días”, su Secretario era Don Marco Antonio Muñoz Delgado.
LA LLEGADA DE LA RADIODIFUSIÓN A CÚCUTA
En ese Cúcuta, decía, se rompió con la espectacularidad y resonancia de los truenos y de los rayos del Faro Natural del Catatumbo, y con la tranquilidad del silencio, cuando apareció por primera vez lo más moderno que la gente conocía, una Estación Radiodifusora. Esa maquinaria misteriosa, complicada, y, claro, sorprendente, se inició con la Voz de Cúcuta en el año de 1.933, cuando a Don Alejandro Sánchez Cuadros y a su hermano el Ingeniero Pompilio, venido de Tunja, les dio por traer, armar y poner en uso el maravilloso complejo eléctrico. Sus equipos se instalaron debajo de la escalera que conecta el 1° con el 2° pisos de la Gobernación, contiguos al Salón de la Asamblea, y los Estudios, quedaban exactamente en la pieza de en frente, hoy ocupada por la Secretaría de Desarrollo. La gente desfilaba constantemente para admirar las instalaciones y se decía que nadie podía acercarse a menos de 7 mts. de los mágicos aparatos porque quedaba carbonizado como un chicharrón. Poco a poco se fue desvirtuando esta sentencia y nadie atendía la prohibición.
Al frente de la Gobernación por la Avenida 5, estaba el Hotel Real, más o menos donde hoy está la oficina de Telecom, el cual tenía un gran patio en el que se instaló una tarima de madera de unos 3 metros en cuadro que fue el nacimiento del “TEATRO DE TODOS Y PARA TODOS”, dirigido por Don Roberto Fuentes París, pionero de las comunicaciones radiales, también. Mucho tiempo estuvo este radioteatro allí. Más tarde los Estudios pasaron a una casa grande situada en la calle 8 entre avenida 6 y 7 al frente de donde funciona hoy el Colegio de la Presentación; luego, los Estudios fueron trasladados a una casa situada en la calle 9 entre avenida 5 y 6, donde hoy está la panadería la Araña, más tarde fueron pasados al Edificio Rosaver, hoy Mara - Maracay y Maracaibo. Fue locutor oficial durante mucho tiempo el distinguido cucuteño, artista y hombre de tertulias Don Luís María Díaz Mateus, pero también lo fueron, Doña María Vera de Marcucci y otros más entre los cuales figuró en sus comienzos un poeta, caballero también de tertulias y tenidas bohemias, a quien se le conoció con el apodo de “Don Pereque” (no recuerdo su nombre).
Antes de trasladarse los Estudios a la calle 8, estuvieron en lo que hoy es el Aire Libre y allá seguía sus labores Don Roberto Fuentes París, ya nombrado, y ahí empezó su famoso programa “BUSCANDO UNA ESTRELLA”. Este programa tuvo crecida audiencia y dio oportunidad a muchas personas, niños, jóvenes y viejos para que pusieran a prueba sus condiciones artísticas y logró ser una verdadera “escuela” de vocaciones. Varios de sus participantes tomaron más tarde el camino artístico consagrado, pero hubo una pareja que ocupó puesto nacional e internacional que fue el “DUETO DE LAS HERMANITAS PÉREZ”, que nació bajo la iniciativa y protección de Roberto. Procedente de la Provincia de Ocaña, fue padre en ese hogar Don Benjamín Pérez Pérez, hombre de modestia singular, gran señor, escritor, poeta y letrado quien fuera Director de Educación en el Departamento y terminó como Secretario Privado del Ministro de Gobierno, en Bogotá. Vale la pena recordar que Fuentes París premiaba a los concursantes con unos obsequios - sorpresas que consistían en cinco pesos y un “micro - mercado” que comprendía un kilo de café, un kilo de azúcar, un kilo de arroz, una libra de mantequilla y una paca de pan. La labor de Roberto Fuentes París fue verdaderamente admirable. Tenía en su programación una parte cómica a cargo de un payaso que hacía el deleite de los asistentes y a quien llamaban Don Pomponio y que era nadie menos que el distinguido señor, muy notable músico y hombre dedicado a la electrónica, Don Hermes Suárez.
Posteriormente aparecieron otras Estaciones y la segunda fue La Voz del Norte, después Radio Guaimaral, la Voz de la Gran Colombia, Radio Internacional, Radio Tasajero. Las otras, entre las 22 que hay actualmente (1.950), pertenecen ya a una época muy reciente. Otro personaje fundamental en nuestro mundo de la Radio, fue Don Carlos Ramírez París, quien también fuera, además, un verdadero exponente cívico y en consecuencia, líder y servidor ejemplar en funciones ciudadanas oficiales y privadas. Fue Alcalde de la ciudad y murió trágicamente en un oscuro crimen a una cuadra de los Cuarteles de la Policía. Al lado de estos iniciadores se debe consagrar un recuerdo muy especial a los Locutores, Doña María Vera de Marcucci, Don José Rafael Mogollón (conocidísimo por su célebre sentencia : “allá estaremos”), Don Roque Mora y Don Alvaro Barreto, el célebre “Mocho Barreto”, tal vez el más clásico de ellos y quien todavía ejerce su magnífica condición profesional.
Esta breve reseña no está completa; por eso es breve, pero tiene por objeto recordar un momento especial en el desarrollo cultural de nuestra ciudad y para el autor de estas líneas la oportunidad, especial y muy apreciada, de rendir un tributo de admiración a otra de las fuertes columnas de la radiodifusión en nuestro Departamento, el Doctor José Neira Rey, abogado, letrado, también escritor y hombre de gran cultura, cuya tenaz actividad, con las consiguientes dificultades y decepciones sobrellevadas con cívico entusiasmo, le han permitido celebrar los 42 años de su Voz de la Gran Colombia, lanzada al aire el 12 de octubre de 1.959.
Excelente aporte a la genesis de la comunicacion social y periodosmo en el departamento Norte de Santander. y para algunos empleados de la opinion que nosaben de historia y doctrina de suempresa
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